Mayo 27, 2007

"Con los yaganes se extingue mucho más que si se extinguieran los chilenos"

Etcheverría, Estefanía (2007)

Informantes. Las hermanas Calderón fueron testigos privilegiados de las últimas historias de su etnia.
Las dos últimas yaganes de sangre y lengua le contaron a la periodista Patricia Stambuk los estertores de su etnia. El libro "El zarpe final" recopila estas narraciones de los personajes, anécdotas, crímenes y pasiones que marcaron la vida de los últimos yaganes.

Carrapukó le kipa era una anciana cuando enviudó por última vez y se quedó sola en Mejillones. Ahí llegó Félix, un joven de 30 años que rompió la puerta, entró, se aprovechó de ella y se quedó en su casa. Tres días después pasó la policía y ella quiso denunciarlo, pero como no sabía español, lo hizo en yagán. Entonces los carabineros le pidieron al propio violador que oficiara de "traductor", y este dijo que la mujer estaba pidiendo víveres. Esta terrible historia fue contada por la yagán Cristina Calderón a la periodista Patricia Stambuk. Pero eso no fue lo único que le narró.

Después de Rosa

Rosa Yagán se volvió la más conocida de las mujeres de su etnia gracias al libro que llevaba su nombre por título y sus recuerdos por contenido. Mientras trabajaba en la creación de ese texto, Stambuk conoció a las hermanas Cristina y Úrsula Calderón, que eran algo así como sobrinas lejanas de Rosa. Poco después de la muerte de su tía en 1983, las hermanas Calderón retomaron el contacto con la periodista. Durante años las hermanas le contaron sobre los personajes, anécdotas y crímenes que marcaron la existencia de los yaganes en su pasado reciente. Pero por mucho tiempo esas historias sólo fueron un montón de casetes, hasta que una foto les dio forma. "Durante mucho tiempo pensé cómo podía armar esta historia y diría que se me reveló el año pasado cuando miré una foto de Agostini donde aparece gran parte de los últimos yaganes y me di cuenta que yo le sabía las historias a casi todos ". Así las grabaciones se tranformaron en un libro que le da nombres e historias a los rostros de la foto. Antes de ser lanzado -el evento será el próximo 22 de junio-, la publicación recibió un premio del Consejo del Libro.

En 141 páginas, el texto cuenta la vida de estos últimos yaganes en las propias palabras de las hermanas Calderón, que fueron testigos privilegiados de estas historias. "Ellas me contaron la saga de los últimos componentes de esta raza, porque como habían quedado huérfanas a temprana edad, fueron de familia en familia, de casa en casa, de rancho en rancho. Entonces captaron la dinámica de todos esos grupos familiares y pudieron tener claro un perfil de cada uno de sus personajes. A mí se me abrió una perspectiva distinta a través de este relato anecdótico, pero muy revelador. Cómo eran, cómo actuaban, qué era lo que les pasaba, lo que hacían y hasta cómo morían. Es un perfil de este final de raza, de lo que fueron en su última centuria".

-¿Cómo fue ese período final?

"Es una época muy dramática en la que entra presuntamente el apoyo del no indio, del 'civilizado' y les resulta tremendamente lesivo. Hay testimonios que muestran, incluso en los boletines de la misión anglicana, que los que más se salvaban eran los que seguían con su ancestral costumbre de ir por los canales a cazar y a pescar, ellos se mantenían más sanos que los de la misión".

"Creo que efectivamente había una presión social a aceptar que había un medio que les decía 'no estamos solos, comportémonos, hagamos las cosas como hay que hacerlas'. Como cuando ese marido le arrebata el taparrabos a la Emilia, esa es una imagen tremendamente fuerte, está diciendo 'déjate de tonteras'. ¡Tonteras era como había sobrevivido durante milenios una etnia!".

-Hablas de los yaganes en pasado, ¿son una etnia completamente extinta?

"Yo sé que hay descendientes y que resulta muy doloroso que a uno le digan que su raza ha terminado, cuando uno es parte de esa raza. Es una etnia que desde el punto de vista de la procreación es imposible. Hay que enfrentarse a la realidad. Es una raza que efectivamente se extingue y con ellos se extingue mucho más que si se extinguieran los chilenos. Imaginemos que los últimos chilenos se extinguieran, se pierde muchísimo menos: no se pierde el idioma, no se pierde una interpretación cosmogónica original, no se pierden mitos y leyendas únicos, no se pierde toda una cultura. Lo que se va con ellos es mucho más de lo que podríamos perder con los últimos 32 chilenos".

-¿Rosa Yagán fue la última?

"Era la última entre dos siglos, la última que nació antes de la misión anglicana, ella es un eslabón entre dos mundos. Pero si hablamos de quién es hijo de padre y madre yagán, Cristina (Úrsula murió en 2003) es la última" .

-Cristina mantiene la lengua, ¿pero conserva costumbres, tradiciones?

"Hay muchas cosas que ella no recuerda, que no sabe. Pero por último, ¿qué importa? El punto es cómo recoger las memorias y el sentir de ese pueblo hoy. Y de alguna manera también, que es lo que yo hago, indagar en ese pasado reciente sobre el cual no hay una visión crítica. Porque los investigadores generalmente se han enfocado en el pasado remoto y nos centramos mucho en la cultura material de las etnias, en sus monumentos, en la alfarería, pero ¿los seres humanos, las personas?".

-¿Con este libro cierras tu trabajo con los yaganes?

"Este efectivamente es mi último trabajo de memorias. No puedo hacer más. Es terrible decirlo, pero ya no puedo hacer otro trabajo de memorias con ellos. Estas son las últimas memorias, realmente son las últimas".

"EL ZARPE FINAL"

Memorias de los últimos yaganes

Patricia Stambuk LOM ediciones, Santiago, 2007, 141 páginas.


CRISTINA CALDERÓN. La última yagán tiene 79 años y vive en Ukika, Isla Navarino.

ÚRSULA CALDERÓN. La hermana de Cristina murió en 2003.
 

CARRAPUKÓ LE KIPA. Las desventuras de la anciana son parte del libro.

La periodista Patricia Stambuk.
 

LOS ÚLTIMOS YAGANES. Aparecen en esta foto que se cree es de 1928.