La Revista Musical Chilena ha identificado como sus principales áreas de interés, la cultura musical de Chile, considerando tanto los aspectos musicales propiamente tales, como el marco histórico y sociocultural, desde la perspectiva de la musicología y de otras disciplinas relacionadas. Incorpora contenidos vinculados a compositores, ejecutantes e instrumentos de la música de arte, folclórica, popular urbana e indígena, al igual que artículos atinentes a manuscritos, investigadores, aspectos teóricos y modelos musicológicos, además de nuevos enfoques de la musicología como disciplina, tanto en Chile como en América Latina.
"La cueca ha sido de roto parado en el hilo, de guapo"
Para escuchar:
Mi gran cueca ("Nano" Núñez)
Extracto de "Biografía" (Mi gran cueca, 2005)
Ni "picada", ni "guachaca", ni "choro" son definiciones que tengan rasgos de estandarte en los recuerdos de Nano Núñez. A los 89 años de edad, el ingenio rápido del fundador de Los Chileneros es el de un hombre que asocia la cueca a un mundo de riesgo y combate, donde sólo los fuertes sobreviven para cantarla.
Carpetas con recuerdos se ubican esta tarde sobre la mesa de la casa de Nano Núñez, a media cuadra del sector más ocupado de General Velásquez. Ahí está él en una foto con el Gato Alquinta. Y en varios recortes de diario más o menos sepia, o sonriendo junto a Margot Loyola. El nombre del famoso cuequero es, también, una mancha confusa de tinta en un diploma hecho pedazos tras una discusión con el alcalde Lavín:
-Fui allá y a todos les dieron el cartón y un cheque. Yo, teniendo más de cien cosas grabadas, fui el único al que no me dieron ni un peso. Me acerqué y le dije "señor alcalde, quiero hablar una palabrita no más con usted. ¿Por qué a todos les dio un cheque y mí no?". "Acá el colega le va a arreglar su situación", me dijo. Pero no pasó nada. Este diploma lo hice tira en la Plaza de Armas, delante de la gente. Usted ve como soy de humilde, yo tengo silabario; pero uno tiene una dignidad. Aburre esto. A mí ya me queda poco, y no estoy para andar chupando medias, ¿me entiende?.
No es la tónica encontrar rabiando a Hernán Raúl Núñez Oyarce (Santiago, 1914), pero es capaz de asumir rápido su rol de guapo cuando hay desmentidos pendientes y cuentas impagas hacia su condición de cuequero mayor. A los 89 años de edad, el compositor y fundador del grupo Los Chileneros concentra sus aún muchas energías en defender las condiciones recias del género musical que ha cultivado desde su juventud; aquella "cueca brava" que aprendió en calles, conventillos y prostíbulos cuando el barrio Estación de Santiago era el caldo hirviente y sabroso de un menú sólo dispuesto a los fuertes.
-Conocí los barrios, las casas de tambo, los conventillos; ésa fue mi educación. Estuve preso como dos meses por un choreo chico, y también aprendí en la cárcel. Yo pasé por todo: en la calle vendí motemei, lustré, vendí diarios… La cueca ha sido de roto parado en el hilo, de guapo.
-No es lo que la gente cree.
-No, pues. Vea usted que "La consentida" no es cueca. No es tonada. No es ninguna cosa. Tiene ripio.
-¿Ripio?
-Claro, está fuera de métrica. La cueca tiene métrica, es muy delicada, ¿entiende? Entonces no es llegar y cantar. La cueca tiene ocho sílabas. Siempre. Y si usted se queda dentro de esa métrica, le caben cien, mil, un millón de melodías. ¿"Chicha de Curacaví"? Tampoco es cueca. Eso es un brindis. Es que acá tratan de levantar ídolos de barro. Y se botan a profesores unos que no saben dónde están parados.
-¿Sabe usted lo que es una picada-, desafía. -"Picada" era la mujer en los conventillos, casa o cité, que tocaba la guitarra. Lugares de mucha pobreza. Las casas donde llegaba más gente era donde había piano: la Carlina, la Ñaña, la Pecho de Palo, la Vieja Hereje… en fin, tantas. Uno llegaba haciéndose el leso, preguntando por algún amigo, con chamullo. Y, bueno, si uno caía en gracia dormía en cama ajena, ¿me entiende? Ésas eran las mujeres de la vida. Ahora le llaman picada a donde venden un sánguche. No tienen idea, no hay comparación.
-¿Y eso de "cueca chora"?
-No, tampoco. Choro es ladrón: entra la autoridad a un cabaret y dice "ése es choro". Yo le puse a esta cueca la "cueca brava". Porque la rotada ha sido brava, la gente se educaba en la calle. Las mismas casas de remolienda, casi todas ponían fondas. Y ocupaban un cantor de pueblo para jornadas que duraban tres días.
-¿Tenía uno maestros, algún instructor?
-No. Yo, por ejemplo, lustraba y hacía tañadas.
-¿Tañadas?
-El tormento, pues. Originalmente se llamaban "tañadores". Hay cuecas que dicen: "ya se fue quien me quería / quién será mi dueño ahora / O será la panderita / o será la tañadora". La gente me decía "pégate una tañadita", y yo: "¿no veís que estoy lustrando?". Me hacía de rogar, pero terminaba tocando un rato, y era bueno. Entonces a la una de la tarde yo ya tenía mis diez pesitos, pero las rodillas adoloridas.
-¿Siempre cantó sólo cuecas?
-También canto tango. Pero hay cantores de tango que no tienen alma. Mire, acá le voy a cantar a usted un tango en coa (se pone a cantar): "sacáte de la cabiola / que sos un choro cabreado / Todo el cartel que tenés / de un pobre gil avivado / de que fuiste a Nueva York, recorriste Italia / si apenas te conocés los bancos de la Plaza de Armas / Y chamullas en los grupos que tenés tremenda ficha / Un mísero alitas cortas con patente de chefica". ¿Entendió?
-Más o menos. ¿Qué es eso de tener "tremenda ficha"?
-Ficha, pues; de cafiche. "Sácate de la cabiola": sácate de la cabeza. El coa deja colgados a todos estos señores que quedan porros. Es otro lenguaje. La "yuta" es la autoridad. "Huachaca" es otro error. Huachaca es el curado que anda botado por ahí, no esa gente que llega a La Piojera. Me molesta eso. Me molesta ese señor Dióscoro (Rojas).
-¿Cuál es la diferencia entre la cueca de los barrios y la que nace en el campo?
-El compás, la melodía son distintos. "Mi vida ven aquí, ven aquí yo te lo pido…" (canta, sobreactuando lo aburrido). Uno no puede bailar eso.
-O sea es importante que la cueca se cante pensando en animar una fiesta.
-Pero, claro. Usted no va a cantar una cueca en un velorio… aunque a veces también se cantaban, cuando trataban de que el muerto no sintiera pena.
-¿Y Roberto Parra?
-Sí, lo conocí. Conversamos un poco. Pero no podíamos cantar. A mí no me venga con eso de usar una misma melodía para todas las cuecas. Empobrecen el folclore.
-¿Quiénes son los buenos compositores de cueca?
-Efraín Navarro, Críspulo Gándara. Hay otros que se han agarrado versos viejos y le dan a esa cosa charchalera: "vamos compadre, tomemos blanco, tomemos tinto, que estai curado"… Eso no, pues.
-Pero sí había mucho trago en esos ambientes.
-Sí, está bien. Pero resulta que hay versos muy antiguos que son más bonitos: "Hasta el muelle fui con ella / en conversación los dos / p´allá fueron mis lamentos / cuando ella me dijo adiós". Para mí, cada cueca es un poema. "La carta que me escribiste / la hice un barco de papel / y la eché mar afuera / son palabras de mujer / Juguete de las olas, son tus mentiras / correrá el mismo riesgo lo que me escribas / Lo que me escribas, sí. Tribulación / es lo falso que dicta tu corazón / Naufragan las mentiras toda la vida".
-¿Por que los cuicos no pueden hacer buenas cuecas?
-Una, porque la cueca es difícil para cantarla y para bailarla. El ambiente de las cuecas era de guapos. Si la mujer traicionaba al hombre, el hombre altiro le cortaba la cara. Terrible. Y la mujer al hombre le daba el "tabacazo": a una cachada de vino le echan tabaco y lo dejan remojar. Después, cuando él se está botando a cuesco y están en lo mejor, ella le dice "sírvete un vasito". Y caen al suelo, con tiritones como de epilepsia.
La paya y el chiste
Sus recuerdos junto a Los Chileneros son los de un grupo de amigos que "llegábamos a las fondas y nos robábamos la película". Junto a "El Perico" (Raúl Lizama), Eduardo Mesías y "El Baucha" (Luis Araneda), Núñez mantuvo al grupo desde fines de la década de los 30.
-¿Por qué usted nunca cantó solo?
-Noooo, pues. Es que no se puede. Yo le voy a explicar: yo canto un verso y se saca a todo pulmón. Y canto fuerte. Pero luego el otro agarra el verso, y yo descanso. Y luego, antes que él termine, yo meto la cuchara.
-Sus versos son muy elegantes, aunque hablen de mujeres, y de fiesta y de trago…
-Si los garabatos no sirven, pues. Mire Los Huasos Cochinos, yo toda la vida los rechacé. ¿Cómo va a llevar un huaso de esos a una casa?
-Entonces la televisión tampoco le debe gustar mucho.
-Buuuuu, la de leseras que dan. Me da vergüenza ese de tongo blanco; a esos de Dinamita Show, los llevaría al puerto y los mandaría a todos afuera, por fomes.
-¿Le gusta que lo inviten a la tele?
-La otra vez fui con Muñoz, ¿me vio? Me dijeron, "¿se anima a hacerle unos versos a la Bolocco?". "Claro, dije yo". Y ahí improvisé: "quisiera yo, toda mi alma en verso / que se convirtiera en llanto y un precioso poema para así verterlo en tus encantos / Yo cubriría tu cuerpo con mil pétalos de rosa / y en cada pétalo un beso porque eres tan hermosa / Y volvería a cubrirte desde el cabello hasta tus pies / y me sobrarían besos para cubrirte otra vez / Para estar entre tu busto, un precioso medallón / para sufrir los latidos de tu tierno corazón".
-En la tele se ven muchos payadores.
-Algunos son payadores: Santos Rubio, Manuel Sánchez, (Eduardo) Peralta, Jorge Yáñez, Pedro Yáñez. Pero por ahí presentan unos que no saben adónde están parados. Si me vienen a preguntar, en su cara se los voy a decir.
-¿En qué se nota un buen payador?
-Es que la paya es de contienda, señorita. Por ejemplo, a usted la miro y le digo "perdóneme señorita / no crea que es un antojo / la pregunta es muy sencilla / ¿por qué usted anda con anteojos?". Pero yo no soy payador, nunca me voy a dar de lo que no soy. Me sé algunas payas, pa’ no quedar fuera. Pero yo soy cuequero.
-¿Siempre ha escrito en cuartetas?
-Es la cuarteta la que se usa en la cueca. A mí no me gusta la décima, tienen poca consonancia. Mis cuartetas son puros versos de amor. Tengo un poema a la guitarra, de unas setenta cuartetas. Le voy a decir un pedacito, porque es muy largo: "Voy a hablar de la guitarra / y también de la mujer / porque son tan parecidas / hasta en el modo de ser. / Quien diseñó la guitarra / modelo fue una mujer / la inspiración de un poeta / y el tema de un gran pincel (…) / Cuando las tomo en brazos / una se pone a trinar / la otra, con el pañuelo / coqueta quiere bailar. / Seis cuerdas en la guitarra / seis sentidos la mujer / quien discuta lo contrario / no tiene razón de ser. / La guitarra la hizo el hombre / a la mujer la hizo Dios / pero el hombre es tan goloso / que se quedó con las dos. / "Yo quisiera ser guitarra", / me decía una mujer, / "pero que tú me tocaras / hasta hacerme padecer. / Quisiera hacer esas posturas / de la primera a la sexta / y mi pecho en diapasón / sentir esas manos diestras". / Quien diseñó la guitarra debe haber sido un Don Juan / Le dio forma de mujer / para poderla tocar. / Creo que cualquier piloto / no la puede en esas curvas / siendo guitarra y mujer / va a chocar en la ternura. / Mi guitarra y la mujer / se las llevó un payador / y si se fueron con él / será mejor tocador (…) / Entre guitarra y mujer / le voy a ser bien sincero / sin la guitarra no vivo / y por la mujer me muero".
-¿De dónde sacó usted esa memoria?
-(Responde coqueto) La llevo escondida: Pa´que no me la roben.
Una creación de Nano Núñez dedicada a Valparaíso
Recuerdos del puerto
Sólo el puerto de Valparaíso se pelea protagonismo con el barrio de Estación Central en los recuerdos de Nano Nuñez. Evocando el barrio chino, las calles Clave y Cajilla, "La Ojos Verdes", "El 69", "Los Siete Espejos", "El Portón" y "La Casa Amarilla"; el cuequero se lanza a recitar uno de sus homenajes a esa ciudad. Estos versos le salen así, de memoria:
Antenoche tuve un sueño,
fue de lindos recuerdos,
añorando el arrabal
por esas calles del puerto.
El Turín, el Zepelín,
cada uno de los parques,
el famoso Pato Loco,
las señoritas de embarque.
Se fueron Los Siete Espejos,
ya no está la Ojos Verdes,
mientras busco al cabro Humberto
por casas de la vida alegre.
Cajilla y calle Clave
de miles noches de ronda,
de guapos de corazón
y de arriba las milongas.
Un pedazo de Shangai
en el corazón del puerto
nunca lo vio Miguel Ángel,
si no, lo lleva hasta el lienzo.
Aunque eres sólo una calle,
pero hay un mundo en tu vida,
fueron tus noches alegres
de muchas almas perdidas.
Un arte, tus callejuelas,
recovecos, vericuetos,
¿por qué un director de cine
no los puso en su libreto?
El clásico tortillero
con su farol encendido,
su mano haciendo bocina
"tortilla y huevos cocidos".
Hechos esos decorados
y todos al natural:
el marino, el comerciante,
la muñeca de arrabal.
El busto bien encumbrado
y el lunar en la mejilla.
Y la pollera partida
del talón a la rodilla.
Calles de flor y de fango
envueltas en sahumerio,
c ómo marchaba el amor
del brazo con el dinero.
Cuando le hablo a estas calles
no tengo contemplación,
lindo barrio de mi ensueño
tu silencio es mi dolor.
Se lleva la de perder
si es Cupido el contendor,
porque no falla nunca
cuando apunta al corazón.
Tus días fueron silencio,
cada noche, un carnaval.
Fuiste la reina del puerto
nadie te podrá olvidar.
Menos yo, que la viví,
un barrio de meta y ponga,
maniatados a esas curvas
en brazos de la milonga.
He conocido todo el mundo,
de arias hasta niponas.
Y total, para el amor,
no hacía falta el idioma.
Mirarse en Los Siete Espejos,
sí era como un hechizo,
aparecían las Evas,
era como un paraíso.
Y nos trataban de tú,
sí era para asombrarse.
Y sin haber pololeado
luego querían casarse.
El corazón es un ancla
y cada mujer, un puerto.
Cuántas veces atraqué
en esos mares violentos.
Muchas veces tiré el ancla
en algún busto encumbrado,
en unos labios sensuales
o unos ojitos rasgados.
Después vino el temporal
y me atacó el corazón.
A pique se fue mi barco,
finao acabó el amor.
Esa linda Ojos Verdes
tuvo de todas las razas,
fue las Naciones Unidas
metidas en una casa.
Las muñecas de la noche
a la luz de los faroles,
haciendo anillos de humo,
para mí eran corazones.
Como siguiendo su cuerpo
en el mercado de amor
y componiendo su talle
que picara algún postor.
Administrando el amor,
a esos guapos baratos,
cuando les toca encarar
son más tímidos que un gato.
Tuve hasta un nido de amor
con una linda muñeca,
pero un día se piantó
no me dejó ni la percha.
Era una linda topera
de tango y resbalón,
revolcándome en el nido
casi perdí el corazón.
La famosa plaza Echaurren,
antesala del ambiente,
y me dieron la patada
porque aguanté el aguafuerte.
Me hice yunta en la mesa
con una mina de rango,
la hice cambiar de oficio
y todo era para el tango.
Y tango hueco que escucho
me martillea el cerebro.
Es la linda calle Clave,
te llevo en mis recuerdos.
Yo creo que en esos tiempos
de corsarios sin entrañas,
Vos los viste derrochar
el orín de sus hazañas.
Si este lindo barrio hablara,
qué nos podría contar,
miles y miles de novelas,
de noches sin terminar.
Hombres de distintas razas
vaporinos, marineros.
Aunque se fueron muy lejos
te llevan en el recuerdo.
Pescadores, astilleros,
los chiquillos de la orilla,
dejaron en esas calles
un pedazo de sus vidas.
Ese poeta bohemio
con alma de vagabundo
encontró en tus callejuelas
lo que buscaba en el mundo.
Que la cabra al monte tira,
como me viene el refrán,
me muero por ese ambiente,
mi pedazo de arrabal.
Pa´l que vive en el ambiente
la vida es una ruleta:
se termina allá en la cumbre
o sentado en la cuneta.
La juventud es riqueza
y uno no sabe gastarla,
cuando la tiene a puñados,
la tira por la ventana.
Ya metido en el ambiente
hay que jugarse la carta
y poner el corazón
cuando llama la baraja.
El don dinero lo es todo,
un imán muy poderoso.
De la pobreza se espantan
como si fuera un leproso.
Y cuando uno llega a viejo
sólo queda la experiencia,
pa´ lo que queda de vida
hay que armarse de paciencia.
Las cuecas y las despedidas
siempre se hacen con pañuelos,
de mis años zapateaos,
sólo me afloran recuerdos.
Entre modelos baratas,
yo aparentando el bacán
y con un traje de mesa
que me quedó pa´pintar.
Fui un atorrante bohemio
venido de la ciudad,
aprendí todos los vicios,
faltó la mendicidad.
Y no voy a dar consejos,
a mí tampoco me entraron.
Porque la vida es un tango
cuando toca, hay que bailarlo.
Señoras dueñas de casa,
pasadas a sahumerio,
llenas de pieles y alhajas,
derrochando el don dinero.
Fue la cueca y el tango,
el imán de los muchachos,
tocan en sus ruedas
hasta los más vivarachos.
Cuna de mi juventud
llena de lindos recuerdos.
Y no todos fueron cara:
la moneda tiene sello.
Y todo lo que les cuento,
no crea que son filetes.
Como he viajado en la proa,
también he andado al garete.
Me ponía al lado del piano
con ese rico pandero.
Me metía en la baraja
entre buenos Chileneros.
Y es por eso que la canto
y es por eso que la escribo,
la llevo en el corazón,
con el alma le digo.
En esas casas alegres,
yo vi las mejores cuecas
apianado y con pandero,
corría hasta la manteca.
Como que tienen imán
esas lindas callejuelas,
o es la mujer de arrabal
que a nuestras almas se aferra.
Yo no sé por qué aprisiona
la muñeca de arrabal.
Con tantos años de circo,
no he podido descifrar.
Es que saben engañar
o es que saben más de amor.
Nunca uno sabe por qué
les entrega el corazón.
Al pasar por esas calles
hay nostalgia en mis recuerdos,
suspirando, hasta con pena
he sacado mi pañuelo.
He sentido el bandoneón
y he dado hasta un paso de tango,
y he vuelto a la realidad
y despierto, estoy soñando.
Pa´ bailar tango y milonga
hay que llevarlo en las venas.
Lo mismo pa´ zapatearlo
hay que saber de chilena.
Tengo un libro de nostalgia
en la escuela de la vida,
me lo enseñaron tus calles
entre las almas perdidas.
Hastiado ya de licor
cuando ya no había brillo,
te dejé en las madrugadas
falopeando un cigarrillo.
La cosa estaba que ardía
Las cuecas, bien apianas.
Y volvíamos a empezar
metidos entre la garbada.
Cómo lanzados los panderos
del famoso cabro Mario,
y al ay repiqueteo,
parecíamos canarios.
Si fue como una embajada
de nuestra cueca chilena,
el imán de los muchachos
y todos de buena tela.
Así se aprende a cantar,
más con la barriada porteña,
que hacen una creación
de nuestra danza chilena.
Muchos cuequeros de ahora
se les perdió hasta el salero,
si no sabes, no te metas
decía el chino enjulero.
Para cantarla y bailarla
hay que nacer de la cuna,
por eso salen sabrosas
como el piñón en ayunas.
Yo aprendí en casas de yira,
en fondas y conventillos.
Ésa es la mejor escuela,
metido entre los chiquillos.
Casi toos los de kiruza
vivían en calle Boca,
por detrás de las farolas
donde reinan las gaviotas.
Llegaban de la caleta
comerciantes, vaporinos,
las muñecas de la noche
todas entraban al piño.
Y pasaron esos años
y murió el "Nunca se supo".
Quedó reinando el silencio
en la calle Chacabuco.
Quedó muy triste mi cueca
y la invadió el desengaño.
Si pensó pa´ sus adentros
"yo que he reinado en el piano".
Y la Salió a recorrer
por esas calles del puerto.
Y alguien la tomó del brazo
"mi reina, pase p´adentro".
Fueron muchachos porteños
mostrándole el acordeón.
Y ella sacó su pañuelo
sujetando un lagrimón.
Como que volvió a la vida
nuestra gran dama chilena,
se abrazó de la guitarra
con mis nobles compañeras.
Y saltaron los panderos
como haciéndole la venia.
Dijeron, repiqueteando,
"nos fuimos con la primera".
Por eso quedó reinando
como flor en primavera.
Renació en el Avenida,
lindas noches porteñas.
Al frente tiene una Iglesia
que es como una bendición.
Por eso ponen el alma,
la cantan como una oración.
Ahí conocí una noche
a los famosos pilluelos,
Pa tocar arpa y guitarra,
alma de folclore chileno.
Dos corazones porteños
floreando como el copihue.
Me brota como del alma
en mi cuerpo un "¡Viva Chile!".
Y de Arica a Magallanes,
y de mar a cordillera,
van derramando la esencia
de la música chilena.
Regalón de las porteñas,
el famoso Rucio Echama,
Pepe Fuentes, Enrique Riffo,
haciendo hablar las guitarras.
La gran Margarita Torres
con esos hermanos Rosas
van con mi cueca chilena
como floreando las rocas.
Junto a Carmencito Ruiz,
ese gran Lucho Bahamondes,
y formaron Fiesta Linda
con un ramo de canciones.
Y sembrando mi folclore
desde Arica a Magallanes,
ciñéndose galardones
en los grandes Festivales.
Muchos han llegado al puerto
a pasear dos o tres días
y se quedaron anclados
por el resto de su vida.
Hay otros que se preguntan,
ni ellos mismos se dan cuenta:
"¿Qué tiene Valparaíso,
me sujetó las chancletas?".
Yo que era re-santiaguino
y me quedé acá en la orilla,
tengo una linda porteña
y estoy lleno de familia.
Palabras de un hechizado
por los encantos del puerto.
Muchos poetas y pintores
usan la pluma y el lienzo.
Y para estos artistas
tienen donde regodearse,
desde el plano hasta la cumbre,
encantadores paisajes.
Románticos ascensores,
la locomoción del pueblo,
son gusanitos de acero
encaramados en los cerros.
Cómo los llevo en el alma
tus lindos barrios porteños,
aunque los borren del mapa
quedarían tus recuerdos.
De plaza 21 de Mayo
contemplando la bahía.
Esos lindos Años Nuevos,
incomparables en la vida.
Con fuegos artificiales
una vista inolvidable.
Creo que faltan palabras
para poder elogiarte.
Las pintorescas escalas,
sus casas encaramadas,
castillos en miniatura
como los cuentos de hadas.
Debían quitarle el mar,
quedaría paraíso
Porque eso es lo que es el puerto,
por eso es que tiene hechizo.
Por eso te admira el poeta,
el turista, el navegante.
Hasta el pintor dice en su alma,
"no hay pincel para elogiarte".
Hasta esa ropa tendida,
empujada por la brisa,
como galantes pañuelos
homenajeando al turista.
Y la reina de las cosas,
preciosa Viña del Mar,
por su belleza de encanto
creo que no hay otra igual.
Las guitarras y acordeones
al ritmo de los panderos,
cómo afloran las gargantas,
¡esos son rotos chilenos!
Esa es la que le da brillo,
famosa Quinta Vergara,
y de todo el mundo llegan
a disputar la gaviota.
Si usted no me lo cree
vaya a parar la oreja.
Y si sacan el pañuelo
se van solas las chancletas.
Un arpa y una guitarra,
hay toda una tradición.
Y llevan como estandarte
a mi querido folclor.
Y a las orillas del mar,
encantadoras sirenas.
Abrazadas por las olas,
la bella mujer chilena.
Ese precioso reloj
matizado en flores bellas,
nunca las verán marchitas,
son de eterna primavera.
Quién no te añora San Roque,
carreras a la chilena.
Y los huasos bien pinteados
en sus bestias corraleras.
Los pañuelos en el aire,
cual gaviotas aleteando.
Y era mi cueca en las fondas
la que estaban zapateando.
Esas fondas acampadas
entre guapos y marineros.
Todos los monos bailando
al ritmo de los panderos.
Donde se hacían carreras,
pavimentaron el suelo.
Hay casas donde eran fondas
y que añoran los pañuelos.
Recuerdos de juventud,
¿Quién no te añora, San Roque?
Donde hubiera tamboreo,
estaba metido en el boche.
¿Y por qué le hago estos versos?
Son fuentes de inspiración.
A Viña le brindo el alma
y al Puerto, mi corazón.
Porque Chile es como un brazo
y estas joyas le dan brillo.
Si Viña es el brazalete,
Mi gran Puerto es el anillo.
Y también de Viña al Puerto
nos une un brazo pequeño.
Monumento de escultura
De los paisajes chilenos.
Cartas de presentación,
dos preciosos pergaminos.
Si el Puerto tiene su encanto,
mi Viña es lo divino.