Marzo 30, 2000

Deletreando en Mapudungún

Contardo, Oscar (1999)
La proliferación de alfabetos ha hecho que la lengua mapuche carezca de uniformidad en su escritura. Si bien los estudiosos del mapudungún no faltan, lo que sí escasea es la voluntad para que a través de un alfabeto único se imparta de una vez por todas educación bilingüe generalizada a los niños mapuches.

La noticia era simple, y la voz anunciante confiable: se había aprobado un alfabeto mapuche único. La fuente era el asesor de Educación y Cultura de la Conadi, el señor Juan Ñanculef. La relevancia de la noticia no era menor. Hasta ahora existían a lo menos 2 alfabetos mapuches de uso más generalizado y otras tantas propuestas - "entre 10 y 15", nos asegura el lingüista Arturo Hernández- de utilización más restringida. El entusiasmo de traspasar al papel una lengua ágrafa había resultado académicamente provechoso, aunque en términos prácticos esto resultara incómodo. Se instaló el tema en las universidades y se realizaron estudios, pero el mismo entusiasmo redundó en que tanta diversidad en la interpretación fonética terminó impidiendo que se aunaran criterios y lograr un sistema único y uniforme que facilitara la impresión de textos de utilización eneralizada (pensemos qué sería de la enseñanza del castellano si existera más de una forma de escribirlo). Seguir leyendo...
Fuente: El Mercurio de Santiago

Marzo 29, 2000

Aprueban alfabeto mapuche único

Fredes, Iván (1999)
Tiene 6 vocales y 22 consonantes y es el primer paso para avanzar en la educación intercultural, imprimir nuevos textos y diseñar un silabario oficial para la enseñanza del mapudungun.

La palabra "mapuche" (gente de la tierra, en voz indígena) continuará escribiéndose tal cual y no alternativamente mapuce o mapuxe, como figura actualmente en algunos textos, según sean empleados uno u otro de varios alfabetos.

Esto, porque desde ahora la enseñanza, difusión e impresos se hará con un único y oficial alfabeto, que fusionó otros seis textos en un solo grafemario, para terminar de esa forma con un caos lingüístico, con más de medio siglo de polémica vigencia.

La milenaria cultura mapuche no conocía ni desarrolló la escritura y lo más cercano a ella hasta antes de la llegada de los españoles fueron símbolos incorporados en tejidos o cerámicas (animales, grecas o figuras geométricas) que podían "leerse" como jeroglifos. Seguir leyendo...
Fuente: El Mercurio de Santiago

Marzo 7, 2000

En busca del rock perdido

Neira, Elizabeth (1999)
A destiempo, determinado por una endémica manía imitativa primero y liberado luego por la conjunción con la cultura popular y la tradición poética, el rock chileno nunca llegó a configurarse como la poderosa contracultura que inflamó y movilizó generaciones en el mundo. No obstante, terminó por transformarse en un fenómeno de fuerza submarina, telúrica, que de vez en cuando sacude la superficie de la ciudad con un inesperado y contrabandeado alarido libertario.

En 1960 a Valparaíso todavía le quedaban destellos que recordaren la pequeña ciudad luz que había sido. La mundialización del comercio aéreo no exterminaba del todo el sueño barroco del romanticismo lupanar porteño y en los bares y calles dialectos multiétnicos condimentaban el ambiente y la fiesta con los ritmos que el mundo estaba exudando. No es extraño entonces que el rock chileno, de tener un origen, haya sido justo ahí. Seguir leyendo...

Septiembre 2, 2000

Historia del Himno Nacional de Chile

Maldonado Aguirre, Marcos (1996)
Durante la Patria Vieja no hubo Canción Nacional. De los símbolos patrios tales como la bandera y el escudo, el himno nacional fue el que más tardó en cristalizar. Por sus caracteres políticos y por su tono marcial, no obstante, pueden considerarse como su primer antecedente el airoso HIMNO DE YERBAS BUENAS (texto de Bernardo de Vera y Pintado) y el encendido HIMNO DEL INSTITUTO NACIONAL (texto de Fray Camilo Henríquez), verdaderas reliquias, por fortuna conservadas. Aunque no se tienen pruebas estrictas, la música de ambos himnos es atribuida al entonces maestro de capilla de la Catedral de Santiago, José Antonio González, por Eugenio Pereira Salas. Seguir leyendo...