Junio 4, 2012

La fiesta de San Pedro de Atacama

Cádiz, Osvaldo (1983)
San Pedro de Atacama es una ciuadad ubicada en la provincia El Loa (II Región), a 2.500 metros de altura, en el vértice cercano a las fronteras con Argentina y Bolivia. Esta ubicación transforma al pueblo en un punto neurálgico, en el que convergen elementos humanos y culturales de diferentes pueblos precordilleranos, los que mantienen sus ceremonias y costumbres locales.

La vida del pueblo gira fundamentalmente en torno a las fiestas de carácter religioso, y la de San Pedro, su santo patrono, es la que logra una mayor integración de la comunidad. La Iglesia Católica sirve como elemento aglutinador que ayuda a mantener los valores culturales religiosos de la comunidad, al permitir la participación del pueblo en diferentes comisiones, grupos de bailes y músicos.

La fiesta de San Pedro, patrono del pueblo, si bien es cierto que dista mucho de tener la promoción turística o afluencia de promeseros de La Tirana, la Virgen de las Peñas o Nuestra Señora Guadalupe de Ayquina, no por ello deja de ser importante para los pueblos cercanos de la precordillera. Es necesario hacer notar que, antiguamente, el 29 de Junio era festivo, en ese día se celebraba la fiesta, pero posteriormente se abolió la celebración y se trasladó al domingo más próximo pasado el 29.

El sábado se celebran las VISPERAS, que es un saludo de los bailes ceremoniales frente a la imagen del Santo, hierática y severa imagen de San Pedro, ornamentada con multicolores paramentos sacerdotales; en su cabeza ostenta una tiara papal y lleva en sus manos un manojo de llaves y una serie de dorados peces. El santo se coloca frente al altar, al lado derecho de los fieles, y teniendo a su izquierda las imágenes de la Virgen de Asunta, de San Juan y Santa Rosa de Lima. En las noches anteriores el pueblo se ha reunido a escuchar oficios religiosos: rezos del rosario o asistir a misa.

Desde las cinco de la tarde del sábado, el Santo Patrono recibe el saludo ceremonial de los diversos grupos de bailes: Catimbanos, Negro de Séquitor, Torito de Séquitor, Turquito o Pedro o Pablo de Séquitor, Torito de Sóler, Gitanos de San Pedro y Sicos o Cañas de San Pedro. Los grupos son profundamente respetuosos del turno para saludar al Santo, el que se realiza por estricto orden de llegada. Luego que un grupo efectúa diferentes "mudanzas" (que consisten en evoluciones mímico-coreográficas), sus integrantes se acercan devotamente a tocar los ornamentos de las imágenes, realizando así "la toma de gracia".

Luego salen del templo retrocediendo y bailando. En el atrio, bailan nuevamente alumbrados por una o dos luminarias o fogatas. Posteriormente se retiran a diferentes hogares, en donde bailan en homenaje a los dueños de casa, comen y toman la "aloja" (bebida hecha con la vaina del algarrobo). Esta celebración se prolonga hasta pasada la medianoche.

El domingo, desde tempranas horas de la mañana, se celebra el ALBA, que consiste en bailes a manera de saludo frente a la casa parroquial y luego frente a las imágenes que han sido colocadas en el frontis de la iglesia. Alrededor de las 10 A.M. se celebra una misa al aire libre, para posteriormente realizar la procesión que recorre las calles del pueblo y que se detiene en cinco esquinas, en las que predica el sacerdote oficiante y se canta en forma colectiva.

Los cánticos religiosos no son locales ni regionales, sino que corresponden a aquellos entonados por la liturgia católica a lo largo del país. Al culminar la procesión, los santos son sacados del frontis de la iglesia. Sólo queda San Pedro. Frente a él, los grupos danzantes realizan una breve despedida.

Lo curioso de esta fiesta es que después todos sus elementos son más de carácter recreativo que religioso. Así, tenemos que los ACHACHES, una especie de bufones, una vez fuera de la iglesia, animan con sus gritos a los bailarines y dicen o hacen actos no exentos de un cargado "doble sentido".

A estos extraordinarios personajes les es permitido el "sustraer" mercaderías, dulces, frutas, pululos (maíz inflado) de los escasos comerciantes que se colocan en un extremo de la plaza. Estos se defienden con palos, provocando divertidas escenas. Los productos los reparten generalmente a los niños. Todo esto se realiza en la plaza una vez concluída la ceremonia religiosa del día domingo. Ese mismo día los Achaches corren por la plaza laceando a cualquier persona.

Todo el mundo arranca. Aquel que es laceado es obligado a bailar y como culminación de esta improvisada danza los Achaches lo pisan, diciendo, "amén", y parten en busca de otra persona. Esto provoca la hilaridad general y no pocos costalazos de los que arrancan; esto agregado a los comerciantes que con un palo defienden su mercadería, nos da un cuadro que dista mucho de tener el dramatismo de la despedida de otras fiestas religiosas, como Nuestra Señora del Carmen de La Tirana o Nuestra Señora Guadalupe de Ayquina.

Fuente: REVISTA DE EDUCACION, No. 112