Diciembre 9, 2005

Nano Núñez: el legado de un "choro" de la cueca

Jara, Ximena (2005)
Bravo, como la cueca que creó. Aniñado, capo en su oficio, conocedor de la marginalidad en la que surgían las mejores cuecas urbanas, falleció a los 91 años, dejando una larga estela de seguidores y una nueva visión de la danza nacional. Entre guitarreos y pañuelos, sus restos serán despedidos este martes.

De oficio en oficio se movió por la capital y por el puerto. Aprendiendo a bailar y a cantar mirando, viviendo. Nunca creyó que algo como la cueca pudiera aprenderse en un abrir y cerrar de ojos, en un paquetito cómodo. A sus secretos se dedicó la vida entera, aunque más de una vez le tocara ir a la cana, como decía él. Y es que hacer cueca brava no era aprender un par de palabras ni una melodía. Era vivir como viven los choros, ser uno de ellos y medirse con sus iguales.

Hizo escuela entre su generación y, sobre todo, entre las generaciones más jóvenes. Sus casi seis décadas componiendo y cantando lo hicieron uno de los cuequeros más importantes de la escena nacional y a su grupo, "Los Chileneros", un clásico del folclor.

El sábado por la noche, debilitado por una gripe que se sumaba a su dolencia cardiaca, tuvo aún suficiente humor y lucidez como para bromear con su hija Rita. En la mañana del domingo, cuando le llevaron sus medicamentos, lo encontraron ya sin vida. En la tarde, afuera de su casa en Estación Central todo se volvió cantos, como a él siempre le gustó. Jóvenes discípulos y amigos de toda la vida lo despedían con patitas de cueca brava.

Durante el lunes la música no cesó, y el improvisado homenaje se extendió durante todo el día. Este martes, alrededor de las 9:30 saliò el cortejo fúnebre desde su casa, ubicada en Naturalista Pavón 3946, Estación Central (Frente al Santuario del Padre Hurtado). A las 11:00 horas se efectuaron los funerales, en el Cementerio Metropolitano, luego de una misa que se oficiara en la Capilla del mismo lugar, a las 10:30 horas.

Premios y homenajes
El año 2005 fue para Nano Núñez especialmente prolífico en reconocimientos. En mayo recibió el premio Samuel Claro Valdés, en la categoría de "cultor" folclórico. El galardón fue otorgado por la Universidad Católica, la Sociedad del Derecho de Autor y la Corporación del Patrimonio Cultural.

Meses más tarde fue el turno del premio Presidente de la República, acompañado por una suma de dinero -algo más de 8 millones y medio de pesos- que se le entregaría durante el 2006. También, según cuenta Luis Araneda (más conocido como "el Baucha", único miembro del mítico grupo "Los Chileneros" que queda vivo), les habían pedido a ambos que asistieran a los Carnavales Culturales de Valparaíso, donde se les rendiría un homenaje por su trayectoria. Probablemente sea la familia del folclorista la encargada de asistir a este tributo.

Su compañero de música, "el Baucha", todavía no sale de su asombro ni de su pena. El domingo en la mañana lo llamaron para avisarle del deceso de Núñez. "Hace unos meses me llamaron para decirme que la mujer de Nano estaba hospitalizada -relata-, y el domingo en la mañana, cuando me dijeron que se había muerto el Nano, pensé que era un error, porque era ella la que estaba enferma. No lo creí hasta que me llamó la hija de él para contarme".

El último de los Chileneros estuvo acompañando al baluarte de la cueca chora durante estos dos días. "El domingo le estuve cantando como dos horas, y ayer también -dice-, con voz cansada. Estuvimos cantando casi sesenta años, y estamos entre los artistas más antiguos de Chile. Aunque en el último tiempo él casi no cantaba, porque el corazón no le daba." A pesar de que en el último tiempo tuvieron algunas diferencias, hoy "el Baucha" pasa de las hostilidades. "En todos los conjuntos hay peleas de gatos, pero no les doy importancia", afirma.

El legado de un choro
Rompió el premio municipal que le entregara Lavín. Nunca quiso hacer reverencias, ni "chupar medias". Fue obstinado, tenaz, en todo. Principalmente en el rescate de la cueca urbana, en su afán de demostrar que ahí estaba la verdadera cueca de la danza chilena, de la que bebieron, a lo largo de la historia, todas sus otras variantes.

Mario Rojas, investigador y folclorista asegura que el rescate de la ciudad como espacio del folclor fue una de sus principales contribuciones, usando para eso "su fuerza vital, su personalidad, su convicción, su valentía". Asegura que "tuvo una manera muy particular de defender un patrimonio cultural, de expresar y tratar de convencernos de que la cueca no era precisamente lo que creíamos que era; que había una que representaba un patrimonio muy superior, que era la cueca urbana. Somos muchos los convencidos de que Núñez tenía razón." Con esto, Rojas se refiere a la cueca "didáctica", esa coreografía cargada de símbolos nacionales y que poco tiene que ver con la labor desarrollada por "Los Chileneros".

"Esa cueca que se aprende en los colegios en general es una especie de montaje institucional -explica-. La cueca verdadera, la que viene de los orígenes de la independencia, de la "Chingana", digamos, es la cueca brava. Lo fundamental es entender que los orígenes de la cueca son urbanos, porque la gran masa de la población piensa que tiene su origen en el campo, y ese es un grave error. Entender eso es uno de los legados más valiosos que nos dejó Nano Núñez".

Es precisamente ese origen "las casas de remolienda", lo que ha dado al baile nacional una fuerte carga erótica, que él rescató en sus creaciones. Ese espíritu de fiesta, con presencia de alcohol y con ganas de divertirse es lo que Rojas califica como parte importante del espíritu de la chilenidad. Manuel Luna coincide con esta visión, y asegura que hizo renacer una expresión de la cueca que estaba relegada. "Tuvo una visión de ciudad, de los barrios bravos, y fue viendo que para la gente pobre, entre las carencias y los anhelos, la cueca servía de estímulo y de escape -asegura. Creo que no desplazó la cueca del campo, sino que impuso un estilo que estaba escondido. Lo sacó a flote."

Fuente: El Mostrador