Septiembre 24, 2000

Como nacen las melodías

Galleguillos, María de la Luz (2000)
Compositores musicales aseguran que es imposible escapar al influjo de las obras ya creadas. Su trabajo intelectual devenga derechos, una vez que se difunde.

Dicen que no hay recetas ni momentos determinados para que lleguen las llamadas "musas inspiradoras". Que no es un proceso mecánico ni con reglas fijas y que la obra que en una ocasión les tomó sólo un día hacer, en otra, bien puede demorarles meses o aun años.

Así definen los compositores su trabajo de creación artística, cualquiera sea el género que cultivan: música folclórica, docta o popular. Cada uno en su estilo, quienes se dedican a inventar nuevas melodías reconocen que su trabajo recoge mucho de lo que ya se ha creado, y que al momento de hacer lo suyo, ese influjo está presente.

"Es imposible no tener influencias. Desde niño uno escucha a Los Beatles, a Serrat y eso obviamente está en mis canciones. Son melodías universales, ritmos que están en el aire y que se repiten", afirma el cantautor Pablo Herrera.

Aunque ha hecho salsas y rock - especialmente en sus espectáculos en vivo-, lo que lo ocupa actualmente son las baladas, porque, a su juicio, le dan mejores resultados y van más de acuerdo con su personalidad.

En sus 17 años de vida artística ha grabado ocho álbumes, experiencia que le ha servido para construir su propio método de composición y aprendizaje. Según aclara, algunas canciones surgen espontáneamente, es decir, comienzan y terminan en un período corto, dependiendo del momento que las inspira.

Pero el método de trabajo que más usa - y que le demanda disciplina y dedicación- le significa pasar varias horas tocando guitarra o piano, buscando el instante para que surja la obra.

Con 21 discos grabados, el folclorista Jorge Yáñez explica que al componer, se basa en lo que aprendió desde joven: el cancionero popular y sus diversos ritmos, como tonadas, cuecas y valses.

Confiesa que le cuesta hacer versos, porque es muy puntilloso al respecto. Siempre trata de que tengan arte, que no sólo rimen porque sí. "Hay un compromiso afectivo en todo lo que hago. Estoy conversando y, de repente, alguien esboza un concepto y lo anoto en mi mente y mi corazón y digo: "¡Qué buena idea para un tema!"".

Le gusta que el público encuentre bonitas sus canciones. Por eso trata de que contengan mensajes positivos, que emocionen a la gente. Y para eso, utiliza historias simples, de la vida cotidiana, pero dichas en lenguaje poético.

UN DON ESPECIAL

Como un compositor de música simple y escritor de la poesía que la acompaña, se define Quique Neira (26), vocalista y compositor del grupo de reggae Gondwana, que ha colocado tres discos en el mercado.

En su opinión, "Dios le da un don especial a los músicos de tener un pedazo de su mente conectada a un universo de ideas que están en alguna parte de la Creación". Según dice, en cierto momento entra en esa frecuencia, que es cuando emergen las canciones, lo que a veces puede durar sólo minutos.

"En un instante las ideas fluyen, porque el músico está en la etapa de su vida precisa para contar la emoción que quiere reflejar. Cuando las canciones no se pueden terminar, es porque no se ha vivido todavía lo necesario", afirma Neira.

El amor es la temática recurrente en la mayoría de las obras musicales y según concuerdan los compositores, es una fuente inagotable de material para sus creaciones, ya que es una de las partes más importantes de las relaciones humanas.

Lo sabe Herrera, quien sostiene que es un sentimiento que está presente en diferentes ámbitos, hacia la familia, los amigos, el país y también la pareja. "Yo lo uso mucho porque siento que la condición que nos diferencia de los animales es que somos capaces de amar".

Coincide Neira: "Hago canciones de amor, pero no de telenovelas musicales, sino que del amor universal: a la libertad, la vida, la naturaleza o a una mujer. Todo lo que refleja el análisis que uno hace de la complejidad del ser humano".

Para este joven compositor, un gran momento de satisfacción es cuando muestra sus creaciones en el escenario. También ha hecho canciones de estilo diferente que han sido recogidas por otros artistas, como el bolero "Amor Perdido", incluida en el repertorio del chileno Douglas.

Myriam Hernández, Cecilia Echenique y Andrea Labarca son algunas de las cantantes para las cuales ha compuesto Herrera. Para desarrollar esta faceta de su carrera, previamente indaga sobre las vivencias, sentimientos y motivaciones de quien le encargó la obra. Le gusta comprometerse con la persona y que la canción refleje fielmente su vida.

"Lo primero es que le guste, porque eso significa que la grabará. Pero además me interesa que ayude a potenciar su carrera", afirma el cantautor.

COMPASES INNOVADORES

Quien habitualmente escribe partituras para que las interpreten otros es Eduardo Cáceres, profesor y director de la carrera de Licenciatura en Composición de la U. de Chile. Aunque genéricamente se clasifica su música como docta, él la denomina vanguardista experimental y contemporánea, que no excluye el uso de instrumentos electrónicos.

Explica que lo suyo no es una repetición del modelo erudito tradicional, pese a que de alguna manera sigue la línea que iniciaron compositores como Bach, Beethoven o Mozart, que son la raíz de su formación. No obstante, agrega, después de 200 años siente que algo cambió, en especial, por el hecho de vivir en Latinoamérica e imbuido en un mundo posmodernista.

"Aunque podría hacer sonatas o preludios, no compongo formas tradicionales. Trato de integrar las melodías populares y el folclor principalmente con las indígenas, pero para que las toque una orquesta, en conciertos de música clásica", señala Cáceres, quien además interpreta piano y percusión.

Asimismo, se dedica a las composiciones de música aplicada para cine, teatro y presentaciones de danza.

Cuenta que a pesar de que sus discos están en las tiendas del ramo, éstos no tienen suficiente difusión. Asegura que es más conocido en el extranjero, donde se presentan conciertos con sus obras, a través de festivales y encuentros internacionales.

Tanto en el exterior como en el país, cada vez que se difunde una creación musical, su autor percibe los derechos que devenga el uso comercial de su propiedad intelectual. En el caso de los compositores nacionales, es la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) la encargada - por ley- de cobrar y repartir los montos correspondientes, cuando se toca una canción en radios, canales de televisión, restoranes, tiendas y conciertos, entre otros.

Cuando la presentación se hace fuera del país, la SCD cobra las compensaciones económicas correspondientes, gracias a convenios que mantiene con otras entidades pares en el mundo, los que funcionan en ambos sentidos.

Luis Advis, presidente de la entidad, explica que hay dos maneras de inscribir una creación musical: a través del registro de propiedad intelectual - que depende de la Biblioteca Nacional- o en la SCD, mediante la presentación de una casete donde aparezca la canción. Allí, hay especialistas encargados de traspasar los compases a papel.

La labor de la SCD ayudó a promover el establecimiento de nuevas corporaciones preocupadas de proteger los derechos de artistas plásticos, de cine y teatro, que no estaban organizados, afirma Advis.

Esta y otras materias de índole técnica serán tratadas a partir de hoy y hasta el miércoles, con ocasión del Congreso Mundial de Sociedades de Autores y Compositores, que se realiza cada dos años y que esta vez se hará en Chile. Se pondrá especial énfasis en el tema del uso de Internet y sus efectos en la industria musical.

Advis observa que hace más de una década, cuando el cobro de los derechos estaba a cargo de la U. de Chile, esa entidad tenía ciertas limitaciones para cumplir a cabalidad con su objetivo. A su juicio, hoy el sistema funciona bien y se nota interés por parte de los artistas por cobrar sus derechos.

"Antes la cosa era muy desordenada. No hay comparación con lo que ahora se realiza. No tengo necesidad de preocuparme, por ejemplo, si tocan una obra mía en Japón, porque la sociedad de ese país tiene convenio con la SCD de Chile y aquí me entregan el dinero que me mandan de allá", indica Cáceres.

La mayoría de los compositores aprueba la labor de la corporación que vela por sus derechos autorales en el país. Según coinciden, ello ha profesionalizado su actividad y retribuye el esfuerzo desplegado en esta área.

Como Neira, quien agradece a Dios el poder vivir de la música. "Es mi trabajo. Además de hablar inglés, no sé hacer bien otra cosa. Pero sí soy un buen entretenedor. Eso creo".
Fuente: El Mercurio de Santiago