Octubre 28, 2001

El ciego que más ve

Cabezas, Esteban (2001)

SANTOS DE DEVOCIÓN. "En esto de la música hay que ir perfeccionándose. Y el que no quiere perfeccionarse se queda, se queda".
Hay maneras y maneras de conservar el patrimonio más transparente, el oral. Puede ser con un seminario "al revés" (ver recuadro), en el que los cultores llevan la voz en lugar de los letrados. También se puede rescatar lo dicho en papel, aunque es como leer la receta en vez de probar el plato. Y sobre los cantos y versos, parece que se resisten a estar bajo un orden que no sea el del momento. Hasta en compact disc suenan a impostado. Otra cosa es con guitarra, y eso es lo que hace Santos Rubio cuando enseña lo suyo, semana a semana, a un grupo de liceanos.

Don Santos vive en la Puntilla de Pirque, y en la escuela del lugar, lunes y martes, imparte un taller de folclor. Idea genial que ya ha dado sus frutos. Cada curso va aprendiendo a rimar y a crear canciones; tienen además un grupo y un festival interno. Fue una idea de Manuel José Ossandón, alcalde hace unos años. "Por él trabaja este chiquillo allí y le está muy agradecido", dice Santos sobre sí mismo, aunque el "chiquillo" tiene 63. "Fue él quien hizo un pedido a la señora de educación", cuenta. "Entonces ella le dijo, 'pero cómo, si no tiene ningún título'. 'Ahh', le dijo el alcalde, '… no tiene ningún título… ¿y cómo se los conseguimos, porque yo mismo se los iría a conseguir?' Ella le respondió '¿Pero quién le va a dar títulos a este hombre, oiga'. 'Sabe', le terminó diciendo el alcalde, 'antes le estaba pidiendo que le de trabajo. Ahora le exijo que lo haga"'.

Así es como los alumnos de Pirque tienen como maestro a un gran maestro. Porque Santos Rubio es uno de los más destacados cantores del lugar. Y sin riesgo de ser superlativo, de Chile también. Es, como lo ha bautizado la estudiosa Micaela Navarrete, "el ciego que más ve".

Enseñando se aprende

Sobre la paya chilena, don Santos contó una experiencia, algo pícara, en el libro "En el chileno el humor vive con uno": "Una que nos pasó con el Pedro (Yáñez) en Punta Arenas. Hicimos una paya. - Y pa' que vean que somos tan capaz, dijo el Peiro, vamos a hacer una paya con dos elementos. ¡Dos elementos, miércale! - Animales, dijo uno. No faltó la otra que dijo: - Frutas. ¡Animales y frutas, ya está miércale! Le digo yo:

Yo llegué a Punta Arenas / desde Los Andes / y a caballo en un burro / plátanos grandes.

Plátanos grandes, sí (me dijo el Peiro) / vos 'tai más loco / yo vengo en elefante / tremendos cocos.

¡Ooooh! Fue un risión como de cinco minutos. No hicimos nada más".

Santos es de risa fácil, aunque al hablar de música se ponga serio. Es muy crítico de su trabajo, de la calidad del instrumento y de su afinación. Si alguien está cerca tirando las cuerdas de la guitarra, Santos "para la oreja" y comienza: "la rercera está bien… la cuarta más arriba…" y así, hasta que la afinación sea como debe ser.

- ¿A los niños qué es lo que les enseña? ¿Enganchan con el folclor?

"Sí, enganchan. Yo voy enseñándoles la cosa de la rima. Después la métrica p'a la décima. También la copla que llaman 'redondita'. Y también a hacer composiciones, como, por ejemplo, una que nos pidieron respecto a cómo deber ser la colación saludable".

- ¿Y cómo fue su experiencia de niño? ¿Cómo aprendió?

"La verdad es que yo estaba niñito cuando empecé a incursionar en la guitarra. Pero uno no puede decir que toca la guitarra cuando toca una o dos notas. Me vine a dar cuenta a la edad de quince años, porque ahí me gustaba la cosa con sus respectivas notas, con sus respectivos cambios. Ahí ya dije que sabía un poco. Y la verdad es que uno con la guitarra nunca termina de aprender; toda la música es igual. Hay que ir perfeccionándose. Y el que no quiere perfeccionarse se queda, se queda. Sobre todo si los dedos ya no le obedecen".

Un poco de historia oral

Santos tiene un prontuario que ya se quisieran otros. Tocó junto a Víctor Jara en "Canto por travesura". Grabó un disco emulando el mítico contrapunto de don Javier de la Rosa y el Mulato Taguada. Y tiene otro de Canto a lo Humano y lo Divino, participó en uno sobre el guitarrón de Pirque y en otro harto singular, en el que junto a otros dos cultores ciegos - don Santiago Varas y don Salvador Pérez, "Salvita"- fueron reunidos por el poeta Leonel Sánchez para el disco "Lo que no se ve… se canta".

- Con don Salvador se conocían de antes ¿no?

"Con 'Salvita' fuimos compañeros en la escuela (para ciegos) Santa Lucía. Por el 48 o el 49.

- ¿En ese tiempo ya compartían la afición por la música?

"En ese tiempo estábamos chicos y nos dedicábamos a jugar. Claro. Después, como en el 52, fue que empecé. Yo era admirador de Los Panchos. Incursioné primero con los boleros".

- ¿Y dónde cantaba?

"En ese tiempo no había profesionalismo; les cantaba a los cabros de mi edad no más."

- ¿Cómo se dio su cambio de repertorio?

"Cuando ya fui entrando a la etapa de los adultos y estudié un poco más. Empecé a hacerle empeño, porque quería llegar a una radio, a una emisora. Me costó mucho. Y en ese tiempo aquí en Pirque la locomoción era mala. En el 61 se nos compuso. En ese tiempo existía la Radio del Pacífico, en el Portal Fernández Concha, y don Raúl Palma, que ahora tiene un programa que se llama 'Qué lindo es Chile', tenía un programa que se llamaba 'Siempre es domingo', que empezaba a las 7 de la mañana hasta las nueve. Entonces ahí podíamos ir los que quisiéramos. Y había unos muy buenos, y unos muy malos. Pero como era gratis… Después apareció una niña que cantaba mexicano y no tenía quién la acompañara, y con otros cabros la acompañamos. Y ocurrió que se convirtió en la regalona de la radio y, por eso, tocamos todas las semanas".

- Pero eso tuvo su final ¿no?

"Uno de los cabros me decía 'qué pena que toquís pura música mexicana'. Y yo le dije 'pero yo toco peruano, le hago a los boleros, toco tonada, música tradicional campesina, guitarra traspuesta".

"Y un día discutimos y dije, 'saben qué más, no voy a actuar más'. Me saqué el pequeño uniforme que teníamos. No se lo pasé a nadie. Lo tiré. Todo maleducado. Guardé mi guitarrita y llegó el finado Orlando Godoy, me toma de un brazo, y me dice que tengo que actuar. Con una voz bien cariñosa. Lo hice, pero después seguí solo. Ese año fueron las elecciones presidenciales, cuando salió don Eduardo Frei, el 64, el padre, no el hijo que es jovencito".

"Por allá en Puntilla vive / el heredero mayor, / del guitarrón, del cantor, / que todo capta y percibe." Así le canta en un verso por homenaje Leonel Sánchez a Santos Rubio. Es en ese mismo disco que junta a tres no videntes que parecen ver más que nadie.

Uno es don Santiago Varas, gran poeta popular, que lanza un brindis como "Brindo por mi dormitorio / y las prendas que más quiero, / como el cajón manzanero / que es velador y escritorio. / Brindo por mi lavatorio / y por la silleta chica, / brindo por mi cama rica, / y el buen uso que le di; / y si quiero hacer pichí / brindo por la bacinica."

Guitarra, arpa y acordeón

"No conozco a otros cantores ciegos" dice Santos. "Siglos atrás, mi abuelo nombraba a Peralta, al ciego Peralta. Vivía en el campo, decían los antiguos. Pero le estoy hablando del 1800".

Junto a los que sí conoce, don Santiago y "Salvita" - que tienen respectivamente 61 y 62 años- , se presentaron en el seminario organizado por el Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional. En esa ocasión Santos tocó guitarrón, guitarra y acordeón. Y cuando tocaba este último, un Hohner blanco y grandote, llegaba a levantar ligeramente los pies del suelo.

- ¿Cuántos instrumentos toca usted?

"Yo toco guitarra, guitarrón, acordeón, arpa y mandolina. La verdad es que la guitarra me gusta porque fue la primera que aprendí. El primer acordeón que usé fue de tipo de botón, esos chiquititos. Después aprendí el guitarrón y el arpa. Me gustaba el arpa, porque admiraba a Hugo Lagos. Ni al dúo Rey-Silva admiraba tanto como al Hugo. Después logré mi objetivo de hacerme muy amigo de él y aprendí a tocar el arpa. Aunque creo que voy a tener que ampliarme en esto de los instrumentos, por las presentaciones".

- ¿Tiene un grupo?

"Tengo un grupo folclórico, pero nunca me han gustado los grupos grandes, porque es poco lo que ganan. Y si los invitan, producen mucho gasto. Somos como seis o siete".

- ¿Cómo anda de presentaciones?

"Como están las cosas, son pocas las presentaciones que hay. La escuela es lo que me salva. Pero el próximo domingo nos presentamos en Lo Barnechea (en la Plaza San Enrique, con Pancho Astorga, Pedro Yáñez y Manuel Sánchez). A payar".

- ¿Aparte de payar, cuáles son sus fuertes?

"Se da el caso que uno a veces canta versos aprendidos, a veces otros que los hace uno, y unos que los improvisa. Y con todo es igual. Tiene que esforzarse por igual. Y hay algo que no le he dicho, pero también sé contar mentiras".

- ¿De esas "mentiras sin pensar"?

"Sí pues. Eso de las mentiras sin pensar existía. Por ejemplo, si uno sabía que el otro era mentiroso, le pedía una mentira sin pensar. Y sabía que el otro le iba a largar cualquier lesera".

- Por ejemplo, mándese una mentira sin pensar.

"Tate callao y deja de pedir mentiras sin pensar, que vi la tele y se está quemando El Mercurio, justo la sección donde trabajai. Así es, y tú partís corriendo p'allá, seguro."