Marzo 7, 2000

En busca del rock perdido

Neira, Elizabeth (1999)
A destiempo, determinado por una endémica manía imitativa primero y liberado luego por la conjunción con la cultura popular y la tradición poética, el rock chileno nunca llegó a configurarse como la poderosa contracultura que inflamó y movilizó generaciones en el mundo. No obstante, terminó por transformarse en un fenómeno de fuerza submarina, telúrica, que de vez en cuando sacude la superficie de la ciudad con un inesperado y contrabandeado alarido libertario.

En 1960 a Valparaíso todavía le quedaban destellos que recordaren la pequeña ciudad luz que había sido. La mundialización del comercio aéreo no exterminaba del todo el sueño barroco del romanticismo lupanar porteño y en los bares y calles dialectos multiétnicos condimentaban el ambiente y la fiesta con los ritmos que el mundo estaba exudando. No es extraño entonces que el rock chileno, de tener un origen, haya sido justo ahí.

Como un arqueólogo, Tito Escárate, músico y técnico del arte, escarbando en la borrosa historia de un rock nacional encontró hace unos añ en Valparaíso las evidencias de una genealogía que ha nutrido ya dos libros. Entre la historia, el periodismo, la sociología, la poesía y la música, este autor se ha dado a la escritura, primero, en "Frutos del País" y luego en "Canción telepática", recientemente publicado, de una obra documental que contiene no sólo asuntos musicales, sino también una radiografía de la matriz cultural que engendró al rock y que hizo de éste, incluso en Chile, himno y bandera de movimientos libertarios de variada estirpe.

"Mi propósito fue hacer una lectura de nuestra sociedad a través de un fenómeno que había sido socialmente importante en las últimas tres décadas, del 60 al 90, porque creo que a través del arte, de la música, se puede leer la historia de los pueblos y la realidad de las culturas", afirma Escárate.

En el mundo, el rock había nacido como un arte bizarro, una manifestación de las clases empobrecidas en los áridos años cincuenta. Música de negros y blancos marginados; sin partituras ni instrumentos sofisticados, proclamó a través del desborde de los ritmos el fin de la cultura blanca y su espíritu de contención. Liberó los cuerpos de la tiesa mesura de las danzas de salón, habló de sexo, drogas y libertad a través de la voz poética de los beats.

En Chile los orígenes fueron distintos y tardíos. La nueva música había llegado al país a principio de los sesenta en la superficialidad de una estética ya blanqueada de la profundidad de su reclamo contracultural. En ese tiempo la Nueva Ola, un remedo local de los Pretty Faces, dominaba el espectro radial. En las antípodas musicales, Violeta y Angel Parra llegaban de París fuertemente determinados en lo musical y lo poético por el movimiento latinoamericanista que se había ido gestando en el viejo continente a partir del boom de los escritores latinoamericanos.

En la música, los escenarios estaban polarizados y un abismo diferenciaba a la corriente enraizada en el folclor con aquella que copiaba un rock de jopos y cueros. En medio de todo eso, los hermanos Mac Iver, residentes de Viña del Mar, aprovecharon la posibilidad de ser los primeros en comprar casacas de cuero, ropa de mezclilla y revistas de rock, y formaron "Los Mac's". Su primer larga duración, "22 a Go-Go", aparecido en 1966, es considerado la pieza fundacional del rock chileno.

- ¿Por qué se sitúa a los Mac's como los primeros rockeros?

- Porque ellos son los primeros que recogen el espíritu de cambio interno y social del rock. Los grandes movimientos antisistema del siglo XX que cristalizaron en los 60 encontraron en el rock una herramienta de llegada masiva y un soporte que puede contener poesía y música de alto nivel. Cuando a la fuerza liberalizadora y sensual que el blues y la cultura negra habían dado al rock le agregas la letra, incluyes una poesía cuestionadora, se transforma en un discurso muy poderoso. Eso es lo que tratan de recoger en esencia los primeros rockeros chilenos.

¿Por qué la necesidad de conceptualizar este fenómeno?

- Porque para mi generación fue un elemento que socialmente nos determinó, y a los cultores del rock no se les lee como agentes culturales. En general a la cultura popular se la deja fuera del ámbito académico, ni siquiera se la considera objeto de estudio. Del rock chileno no existía una historia escrita; sólo Favio Salas había trabajado sobre el tema. La idea fue recoger lo que hubiera - discos, prensa de la época y la opinión de los protagonistas- y hacer con eso un marco referencial que permitiera armar de ahí en adelante una discusión. Insertar de alguna manera la subcultura del rock en el discurso de la crítica cultural.

- El rock se incluye en una malla social…

- Sí, por lo mismo creo que es un error no pensar el arte desde una mirada plural, porque hay relaciones ineludibles entre los mundos artísticos. El universo poético nerudiano, las obras de Juan Luis Martínez y de Nicanor Parra son determinantes en la música y la letrística de "Los Jaivas" y "Congreso". La obra de Roberto Matta en algún momento se vinculó con "Quilapayún". No tomar como objeto de análisis la totalidad del terreno cultural siempre dará una mirada parcial.

Cruces y cambios

- El cambio en las musicalidades no apuntó sólo a un afán libertario de las costumbres, sino que también tuvo, sobre todo en los sesenta, una tectónica política. ¿Qué ocurrió entonces en el rock chileno?

- Hay varios elementos que confluyen en ese marco histórico. En el mundo, específicamente en Estados Unidos a fines de los 50, la cultura y los medios comenzaron a blanquear el rock a nivel conductual y simbólico. Elvis se presenta con un flamante uniforme militar y el fenómeno de los Pretty Faces obedecía al patrón de la familia feliz yanqui de posguerra. En Chile eso se copia con la Nueva Ola, que coincide con un gobierno democratacristiano y con la estabilidad de las clases medias. El discurso de la rebeldía es percibido por los jóvenes de muy distintas maneras y con las confusiones propias de la época. Por ejemplo, "Los vidrios quebrados" creían que cantar en inglés era más rebelde porque rompía con la posición comercial de la Nueva Ola. Aun con confusiones, el mensaje revolucionario del rock de cambio en las conductas fue percibido por los primeros rockeros. La banda de rock, ya en esos años, comienza a ser un destacamento antisistema.

- ¿Exactamente en qué radicaba su postura antisistema?- Peleaban por un nuevo ordenamiento social y existencial. Por otro lado, en Chile, ya hacia los setenta, segmentos populares con reivindicaciones sociales de larga data comienzan a ganar espacios de poder que finalmente se cristalizan en la Unidad Popular. En ese momento se arma en el país un espectro expresivo muy amplio y surge la nueva canción. En esa época nacen "Los Jaivas", "Quilapayún", "Congreso", "Congregación", "Los Blops", "Embrujo", que son grupos que tienen una poética donde claman por un nuevo hombre, una nueva sociedad.

- En la nueva canción vuelven a confluir muchos elementos. ¿Es ése un momento de integración del rock de inspiración foránea con la cultura popular, su poética y rítmica?

- Aquí hay dos cosas; por un lado está el universo simbólico del rock, que es un mundo heredado de Europa y Estados Unidos, y ése llega a un segmento minoritario que tenía acceso a esa información y que poco a poco fue llegando a sectores populares y adquiriendo un carácter propio. Hoy el proceso es el mismo; ocurre con el hip hop, el punk, que toma elementos simbólicos foráneos, pero que revitaliza el mensaje en su cruce con la cultura popular.

- ¿Cuándo el rock se cruza con la corriente folclórica, Violeta Parra, la tradición de los payadores, etc.?

- De manera determinante entre el 70 y el 73. Ahí surgen los grupos que se insertan en una corriente latinoamericanista y que después derivan en una suerte de rock sinfónico chileno. Víctor Jara, "Los Jaivas", "Los Blops", "Congreso" aglutinan en su música muchos elementos experimentales.

- ¿Marcan "Los Jaivas" un hito identitario en el rock chileno?

- Sí, es muy importante todo lo que sucedió entonces. En los setenta en Chile el movimiento folclórico adquirió una connotación de rebeldía, de cambio social, que lo hizo confluir con la fuerza rebelde del rock. Se mezclaron los discursos, las influencias y las estéticas. "Los Jaivas" cristalizaron ese cruce en lo musical con el uso de ciertas escalas, de instrumentos latinoamericanos y también con el uso de letras en castellano, el acercamiento a la obra nerudiana y a otros universos poéticos locales. También aportan libertad creativa en las guitarras, en los instrumentos eléctricos, distorsiones, su estética corporal. En definitiva eran rockeros mestizos.

Las voces de los ochenta

- ¿Qué sucedió con el rock chileno después del golpe militar?

- Toda la corriente relacionada con el folclor desapareció por la filiación social que tenía. Quedan en escena grupos como "Tumulto", que si bien habían hecho un álbum original interesante, habían optado por los covers y por el camino imitativo, lo que al sistema le pareció bastante inofensivo. Hay un rompimiento en el desarrollo de una estética.

- ¿Cuánto tardó en volver a reconstituirse otra escena?

- Varios años. Al principio toda la música decayó y hubo un período muy oscuro, del 73 al 79 más o menos, sin recitales, sin grabaciones, sin difusión, sin nada. No obstante, hubo gente que siguió produciendo, pero siempre en un circuito muy restringido. Hacia principios de los 80 hubo un reflotar que termina en recitales en el Teatro Caupolicán. Había ya cierta difusión en radios y televisión, pero el grueso de la actividad se concertó en gimnasios comunales y universidades. No había mucha posibilidad de hacer registros, así que la gente iba a los recitales. El 81 regresaron "Los Jaivas" con un gran recital, y el circuito de gimnasios creció y siguió validando otros lugares como anfiteatros, donde comienzan a tocar bandas del nuevo rock chileno, como "Los Prisioneros".

- ¿Se podría hablar ya con "Los Prisioneros" de una escena sólida?

- Lo que sucede con "Los Prisioneros" es que ellos graban y a partir de ahí comienza a armarse un fenómeno comercial que hizo parecer que en ese momento había nacido el rock chileno; pero el rock chileno nunca había dejado de existir como manifestación genérica. De hecho, "Los Prisioneros" usaron como plataforma los mismos lugares donde tocaban otros grupos - "Tumulto". "Arena movediza", "Alejaica", etc.-

- ¿Cómo evalúa el fenómeno de "Los Prisioneros"?

- El mayor mérito de "Los Prisioneros" fue, a mi juicio, el retorno a la canción. También instalar la crónica urbana y social a través de una mirada vivencial que trataba de ser aguda y en un definitivo estilo pop en la factura de las canciones.

- ¿Qué otros aportes destaca de este período?

- En lo musical, "Los Electrodomésticos" hicieron un gran aporte en cuanto a la sonoridad con la incorporación de tecnologías como soporte para un concepto estético local. También fueron importantes propuestas como la de Mauricio Redolés, "Fulano", "De Kiruza", Mario Rojas, "Los Huaras", "Los Jorobados" y también la escena metalera, que hasta hoy es muy importante con grupos como "Dorso".

- ¿El pop y el metal son tendencias polares en la música rock?

- Parecieran ser irreconciliables, pero se acercan y se alejan. El error es no entender que son hijos del mismo padre, porque eso no permite que el movimiento crezca y que puedan decir cosas importantes, independiente del soporte estético, estilístico que elijan. La del nuevo pop de los ochenta es una actitud producto de una generación que nace a escena muy ignorante con respecto a lo que había antes.

- ¿Y cómo son los noventa?

- Después de "Los Prisioneros" se reactualizaron movimientos que habían estado afuera, como el punk, etc. Luego vino una diversificación absoluta de los lenguajes que es lo que vivimos hoy: Hip hop, metal, punk, progresivo, funk, reggae, todos con sus variantes y cruces.

- ¿Son "Los Tres", con su vinculación al universo parriano, una banda que se inscribe en una continuidad en la línea estética anterior al 73?

- Lo que sucede es que para ser vanguardia no puedes hacer un mero trasvasije de las tendencias de punta en Europa y Estados Unidos, sino tomar elementos de la tradición y releerlos, producir fusiones que generan lenguajes locales y reactivos. Entonces, para mí, "Los Tres" y lo que hacen hoy los hip hoperos es un camino iniciado hace muchos años por Violeta Parra, Víctor Jara, "Los Jaivas". Son bandas que le permiten a uno mirarse.