Mayo 6, 2001

La imagen en la música

Lémann Cazabon, Juan (2001)

La coincidencia entre una sensación presente y un recuerdo puede resucitar el pasado. Esta idea, centrada en el pensamiento de Marcel Proust, es también la de los impresionistas, llamados simbolistas por hacer uso de símbolos para sugerir atmósferas e imágenes. En la foto, escena de la ópera "Pelleas et Mélisande", de Claude Debussy.
El 16 de mayo de 1998 falleció el compositor chileno Juan Lémann. En un artículo acerca de las imágenes a las que convoca la creación musical, el músico interroga acerca de si el tiempo puede existir sin el movimiento. "Sólo pueden interpretarse musicalmente imágenes que se mueven", afirma.

Según la Enciclopedia de la Música Fasquelle, el término "música pura" nació a fines del siglo XIX, posiblemente entre los enemigos del wagnerismo, los clásicos, como una manera de sobrevivir al impacto que producía la música de Wagner, llena de mitos y cuya fuerte corriente arrastraba consigo los residuos de un medievo repensado en la época romántica. A esto se unía un enorme flujo de intenciones, de ideas, de mandamientos, de ritos y de ídolos, que no hacían sino engrosar la muchedumbre de los devotos y peregrinos. Según la misma enciclopedia, M. J. Barraqué da como definición (la música pura, aquella que se define por sí misma, por la fuerza y la capacidad de su técnica, sin referencia a otras disciplinas). Agrega que algunos sostienen que sólo habría música pura en las formas instrumentales abstractas, sinfonías, cuartetos, sonatas, etc… otros que toda música programática o descriptiva sería excluida de esta denominación. Fasquelle añade que estas posiciones parecen insostenibles ya que la actividad artística es estrictamente impura, pues orgánicamente constituye la síntesis de la forma y de la materia. La existencia de formas puras denota alegoría…

De acuerdo al concepto estricto de música pura, al escucharla debería alejarse de la mente toda imagen o supuesto programa aunque tácito. No obstante, la mente humana es libre de pensar en imágenes o visualizar acontecimientos formales o estructurales por asociación de ideas con símbolos o vivencias anteriores a la audición de la obra. Es preciso acotar, sin embargo, que las imágenes asociadas se volverían de muy mal gusto si su presencia contribuyera a despojar a la obra de sus valores intrínsecos, inherentes a su estilo.

Para hacer un análisis de lo planteado en el título de este artículo podemos enfocar el tema bajo cinco aspectos diferentes.

La partitura como imagen

La partitura es el símbolo de la obra musical. La obra musical se ve simbolizada en ella a través de un sistema notacional compuesto de signos reales en sí mismos, visibles en el papel y cuya forma se asocia a su función y significado ya que éstos forman parte de una nomenclatura. La disposición de estos signos forma figuras que por su relación con los diferentes parámetros del sonido constituyen una imagen traducible a una realidad sonora. Ya que este fenómeno puede invertirse, podemos establecer que el sonido puede traducirse a imagen, a la imagen de una partitura virtual o real, a una imagen gráfica que se desplaza sobre coordenadas y lugares geométricos. Sin ir más lejos, esto es lo que realiza el compositor cuando plasma su obra en el papel. Como una muestra de la existencia de imágenes virtuales sugeridas por la correspondencia entre sonidos y conjuntos notacionales de una partitura, se puede citar algunos ejemplos: se habla de horizontalidad al referirse a tratamientos melódicos o contrapuntísticos, de verticalidad en lo referente a la armonía, de cruces, de voces al intersectarse estas mismas, de subidas, de descensos, de texturas, sólo para citar algunos casos y no redundar en ejemplos majaderos.

El gesto como imagen en movimiento

La música está hecha de múltiples elementos que, ordenados en forma armónica, le dan sentido y coherencia. Entre éstos está la dinámica y la agógica, siempre presentes en todo discurso musical. La trayectoria melódica, los acentos, la intensidad, el tiempo, el fraseo, etc… son algunos de los tantos componentes que pueden ser interpretados por movimientos corporales. Se puede decir que cada elemento sintáctico musical contiene potencialmente un gesto o puede ser considerado en sí como un gesto expresivo. Esta semejanza con la gesticulación del orador lleva a un punto donde comienza la danza y se puede considerar que el juego de tensiones y distensiones que va incorporado a toda obra musical lleva al ser humano a su expresión motora. El director de orquesta se vale de gestos, no sólo para coordinar el ritmo de la obra sino para aunar a los ejecutantes en un todo expresivo. El gesto se transforma en lo visible del sentido musical y a la vez la imagen de éste. Fr. Germán Prado en su libro "El Canto Gregoriano" dice, hablando del signo gráfico del ritmo gregoriano, que guía las inflexiones y que involucra el enlace de microelementos, motivos e incisos, hasta formar frases y períodos: "Forman también volutas como el incienso, a modo de lazos o círculos en el engarce de un ritmo con otro y que va en ascendente progresión". La queironomia griega o dirección del canto con la mano encarna el gesto correspondiente.

Símbolo e imagen

La coincidencia entre una sensación presente y un recuerdo puede resucitar el pasado. Esta idea, centrada en el pensamiento de Marcel Proust, es también la de los impresionistas, llamados simbolistas por hacer uso de símbolos para sugerir atmósferas e imágenes. Recordemos el título de un cuaderno de obras de Debussy llamado "Images" (Imágenes) y cada uno de los títulos de sus Preludios para piano (vol. I y II), colocados al final de cada uno de ellos; "Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir" (los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde). "La Cathédrale engloutie" (La catedral sumergida), etc. En el caso de Maurice Ravel: "Ondine" (Ondina), "Gibet" (la Horca). En ambos casos una poesía motiva las imágenes sugeridas por la música.

Las imágenes sólo pueden ser "sugeridas" por la música, nunca representadas, lo cual se obtiene a través de una relación indirecta (casi un reflejo condicionado) motivada por el compositor, quien con su talento artístico es capaz de hacerlas aflorar desde el fondo del subconsciente.

La interpretación de la imagen

Tal es el problema que se le presenta al compositor en la música incidental para cine y teatro. En estos casos, la música interpreta la psicología de la escena o sea la imagen en movimiento con todo su contenido, poniéndose en el caso del espectador, no sin tomar en cuenta la propia visión del compositor y del director de la obra cinematográfica o teatral. Todos los parámetros musicales están al servicio de esta interpretación, pero la relación música-escena es absolutamente subjetiva, no pudiéndose fijar normas al respecto. La música revive símbolos yacentes en la memoria y actúa en forma parecida al fenómeno explicado en "Símbolo e imagen". ¿Quién no pensaría en un hecho guerrero escuchando un ritmo marcial o simplemente el sonido de un tambor dando golpes aislados? No obstante, existe un riesgo para el compositor: su sobreactuación o la distorsión del sentido de la escena, utilizando símbolos exagerados o que recuerdan otras imágenes que las requeridas.

Sólo puede interpretarse musicalmente imágenes en movimiento, de no ser así la imaginación del compositor deberá moverlas. La música es un arte del tiempo. ¿Acaso el tiempo puede existir sin el movimiento?

La imagen del sonido

La ciencia expresa sus mediciones en forma de números y de gráficos. Con el notable desarrollo a que ha llegado, ha podido obtener gráficos en movimiento. Así es como el sonido puede analizarse y representarse en un papel (su forma de onda, sus componentes), pero también puede observarse en aparatos electrónicos y verse en toda su complejidad. Este es el caso del osciloscopio que nos muestra la forma de onda de un sonido o la resultante de varios sonidos armónicos sobre su fundamental. Al observarlo, durante la ejecución de una obra, las líneas se mueven en su pantalla como en un ballet abstracto. También hay medios electrónicos que permiten observar el espectro de las componentes del sonido en columnas paralelas que suben y bajan según las variables que se van produciendo. Este avance de la electroacústica significa un fuerte apoyo, tanto para el ingeniero de sonido como para el compositor de música de esta naturaleza.

La música no podría desprenderse de la imagen pues ésta se ve contenida primero en la partitura y en varias de sus formas de expresión. Además es imposible controlar la imaginación del auditor quien tiende naturalmente a crear imágenes, mentalmente; imágenes por lo menos esquemáticas o vivenciales. La imagen como graficación o forma geométrica analítica de pensamiento suele, además, aclarar conceptos y ayudar a la erudición, ya que, de este modo, la mente fija puntos de referencia que tienden a una mejor comprensión del orden y sentido de este arte tan abstracto que sólo se actualiza cuando los instrumentos o la voz humana ponen en vibración las moléculas del aire y ello es percibido y sentido por el hombre con la totalidad de su capacidad sensorial e intelectual.

El artículo "La imagen en la música" fue publicado en los Anales de la Universidad de Chile en 1986, como estudio en honor del compositor Domingo Santa Cruz. AUCh. 5.a Serie. N.o 11 (1986): 161-164.