Marzo 20, 2005

Crecer entre dos culturas

El Mercurio de Santiago (2005)

Félix Cañiulaf siente que tiene un vínculo con el pueblo mapuche, el que ha redescubierto participando en un grupo andino. Sin embargo, dice que su lugar está con la cultura chilena.
Los jóvenes que descienden de mapuches respetan su pasado y sus tradiciones, pero se sienten lejos de su pueblo por vivir como chilenos.

Extraño y lejano. Ésas son las palabras que usa Félix Cañiulaf (25) para describir sus sentimientos cuando ha participado de celebraciones mapuches.

"Mi papá a los 13 años dejó el campo, porque no tenía tierras", dice. "Recuerdo que crecí escuchando hablar de los mapuches. Y, a veces, me imaginaba cómo era ese mundo, pero sentía que no pertenecía a él a pesar de que en el colegio me discriminaban por mi color y mis apellidos".

Lo mismo le ocurrió al músico Rienzi Nahuel (25). "Me crié en Valparaíso, y nunca tuve mayor contacto con mi comunidad. Y aunque compongo canciones en nombre del pueblo mapuche, sigue siendo muy lejano para mí. Pienso que es normal. Me eduqué en colegios chilenos y comparto los valores de esta cultura".

Las contradicciones de muchos jóvenes que descienden de indígenas son una consecuencia de la migración y el asentamiento de las comunidades étnicas en las ciudades, explica el antropólogo e historiador José Bengoa.

"En la historia de las migraciones es normal que se produzca un proceso de integración. Aunque en el caso de las etnias chilenas, éste ha sido traumático porque tiene fuertes elementos racistas, lo que ha impulsado a muchos jóvenes a ocultar sus orígenes y eso se demuestra con que algunos siguen cambiando sus nombres y apellidos".

En ello coincide el antropólogo Daniel Pérez. "Simplemente es algo que sucede y las ciudades son el lugar perfecto para mimetizarse con otra cultura".

Sin embargo esto tiene sus costos, agrega Pérez. "Chilenizarse ha sido algo muy triste en el caso de los mapuches. Porque cuando uno asume la relación con el otro de forma no legitimadora, como ha ocurrido con ellos en nuestro país, se está siendo violento con él. Porque o se lo quiere ocultar o se lo quiere transformar en uno mismo", explica.

Sensación de extrañeza

A Félix aún se lo hacen sentir: "Ya no me afecta que me discriminen. Me acepto como soy. Pero, por ejemplo, hace un par de meses fui con mi polola a un bar a ver un partido de la selección contra Perú y la gente empezó a molestarme. Fue muy agresivo".

El antropólogo de la Universidad de Humanismo Cristiano Pedro Mege tampoco es muy optimista en su análisis. "Durante tres generaciones los padres trataron de que sus hijos olvidaran su origen, porque eso significaba tener desventajas en una sociedad que los discriminaba. De ahí que muchos jóvenes la sientan tan lejana en momentos en que esta cultura ancestral empieza a ser revalorizada".

Mege lo ha visto en sus propios alumnos. "Sienten una tensión al ver que tienen conexión con una cultura que es terriblemente rica, pero cuyo vínculo está cortado. A la vez, es lindo ver cómo van redescubriendo sus orígenes con pequeños gestos, como cuando vuelven a sus comunidades a conocer a sus abuelos. Pero es difícil que no persista la sensación de extrañeza".

Es el caso de Violeta Palavicino Cayunao (20), estudiante de Derecho en la Universidad de Temuco. "Me siento más cómoda en la cultura chilena. Es a la que pertenezco. Y eso lo siento y me lo hacen sentir cuando visito la comunidad de mi mamá, donde no es bien visto estar mezclado con los huincas. Pero me calma que mi mamá lo prefiera así. Ella siempre quiso que estudiara para mejorar nuestra calidad de vida".

Pedro Mege piensa que las futuras generaciones de mapuches reproducirán un fenómeno que ya se ve en nuestra sociedad: "Hay dos opciones: adaptarse completamente a la cultura chilena o radicalizar la mapuche. Ambas posturas son muy extremas, por eso muchos han optado por una síntesis, donde el individuo perfectamente puede ir a un nguillatún o ver a un machi y, a su vez, ir al banco, a un partido de fútbol o al hospital".
Fuente: El Mercurio de Santiago