Marzo 29, 2005

El enclave iniciático: Valparaíso jazzístico a toda máquina

Díaz, Iñigo (2005)
El centenario del primer jazzista chileno nos invita a viajar al puerto y degustar sus improvisaciones que saben a chorrillana.


Pablo Garrido no sólo es el responsable del jazz en Valparaíso, sino de su inicio en Chile.
Para quienes no tienen ningún tipo de raíces en Valparaíso resulta muy difícil entender que aún existan porteños que jamás han tocado el mar. Los hay. Hombres de los cerros no bajan al plan ni por todo el oro del mundo. Sólo observan el oleaje por la ventana. Nacieron, viven y morirán entre la montaña rusa de callejuelas de sus cerros.

"Es una "disputa" histórica. La gente del bajo está más mezclada y es cosmopolita, pero también les da lata subir a los cerros. La gente de los cerros sólo vive en su microespacio y ha llegado a crear una república independiente en Playa Ancha", dice el pianista Gonzalo Palma, uno de los músicos de la generación de los 90 más activos en el eje Valparaíso-Viña del Mar.

Un "enfrenteamiento" que ocurre también en el jazz. Cuando hay jam sessions en el club Valparaíso Mi Amor, del cerro Concepción, es muy difícil que los mismos hipsters que acuden a La Piedra Feliz se encaminen hasta esas alturas. Algo que, por cierto, Pablo Garrido, emblema de la música en el puerto, ni se imaginó que podría ocurrir.

Hosiasson y Cultrera

Ayer se cumplieron los cien años del natalicio (26 de marzo de 1905) de este compositor porteño a quien la historia parece haber olvidado en su real dimensión. Pues bien, Garrido fue el primer músico de jazz en Chile. El que se percató de que existía algo fuerte en el universo musical afroamericano, el que organizó la primera orquesta de jazz chilena (Royal Orchestra, 1924), el que escribió las primeras piezas con swing ("Jazz window" y "Black fire") y el que dio el impulso definitivo al género.

"Quien no escuche jazz, quien no escuche Stravinsky, merece la horca", diría hacia 1935. Para él, el jazz era vanguardia popular como la música del compositor ruso era vanguardia docta. El recuerdo de su figura nos invita a viajar al puerto y conocer las esquinas y vértices del primer enclave del jazz chileno.

Por ejemplo, de no haber sido por los discos que traía en su maleta el pianista aficionado polaco Józef Hosiasson (más conocido como "Pepe") y por la condición de pivote que experimentó el italiano Giovanni Cultrera, es probable que una generación completa de músicos porteños hubiera perdido mucho tiempo en articularse. El saxofonista Álvaro Vicencio (el benjamín de la Orquesta Huambaly) o el trompetista Sergio Acevedo se deslumbraron con el swing al piano de Cultrera y con las clases magistrales de apreciación musical que comandaba.

Más allá de los antiguos jazzistas, como el pianista Eugenio Rengifo padre, el jazz porteño tomó gran forma y se hizo imparable con tipos como Patricio Valenzuela (trombón), Roque Oliva (clarinete) y Luis Basaure (contrabajo). Este último presenció el accidente fatal de Omar Nahuel, puesto que también viajaba en el automóvil que perdió el control. "Íbamos a tocar en el club que él estaba montando en Viña del Mar. Fue una de las pérdidas más graves de nuestra música".

Bop para el futuro

Hoy, la escena porteña tiene nuevos nombres y nuevos espacios. Aunque el antiguo jazz de los hoteles, salones y confiterías es irrecuperable, el eje Valparaíso-Viña-Quilpué sigue renovándose. Es un hecho que La Piedra Feliz (calle Errázuriz) se convirtió en el Village Vanguard de la ciudad, pues no sólo presenta las mejores programaciones, sino que se autoadjudicó el espacio oficial del Club de Jazz de Valparaíso. Le siguen escenarios como el Deck 00 Bar (muelle Barón), el Café del Poeta (a pasos del Cinzano) y algunos intentos del viejo Teatro Mauri. En Viña del Mar, el Café Journal. En Quilpué, el Café el Libro.

El Teatro Municipal del puerto ya levantó cuatro festivales jazzísticos internacionales y en las universidades las orquestas UCV Big Band y El Farol Big Band no sólo organizan magníficos encuentros en este formato, sino que se han convertido en la cantera de nuevos jazzistas. Nombres desconocidos que pronto tendrán su momento.

"Después de que Alfredo Espinoza tocara durante una década en Valparaíso, prácticamente el único saxofonista que había era Andrés Bonet. Hoy tenemos muchachos de gran proyección, como el altoísta Cristián Opazo (19). Agreguemos al guitarrista Ignacio Saavedra (22), al bajista Alfredo López (19) y al pianista Pablo Pavez (24). Ellos van a dar de qué hablar, opina Gonzalo Palma.

El trío de Palma es uno de los ensambles acústicos más importantes. Ya tiene un disco y va por otros dos en 2005. Aunque Palma vivirá este año en Santiago, asegura que viajará "todas las semanas a tocar con este trío en Valparaíso".

Pero en la zona puerto se mantienen también bandas estables que se pueden presenciar con regularidad: el Sexteto de los Tiempos (del saxofonista Gino Basso), Divergencia Latin Jazz (del pianista Mauricio Farfán), La Reineta (del saxofonista Macelo Chiuminatto) y el grupo Retrospectiva (liderado por el guitarrista Mauricio Salfate).

En estas dos últimas agrupaciones actúan dos de los bateristas emblemáticos del jazz en el puerto: Ariel "Yelo" Aguirre y Boris Gavilán. Otro baterista histórico es Ramón Reyes. Hoy toca con el Easy Jazz Ensamble en Santiago, pero sus inicios fueron de la mano del antiguo grupo UV6, creado en los 80 al alero de la Universidad de Valparaíso por gestión de Sergio Acevedo. "Pienso que fue la única vez que en Chile una universidad tuvo a un grupo de jazz, con infraestructura, sueldo y trabajo permanente", recuerda el trompeta.

Valparaíso jazzístico vuelve a la carga con un perfil íntimo, en los cerros o en el plan, con una reactivada presencia de jóvenes auditores, casi siempre universitarios y con la figura de su "patrono" de cien años: Pablo Garrido. Pensar que a comienzos de los años 20, cuando en Santiago no había ni atisbo de saber qué era el jazz, Garrido acudía a la sala de baile ubicada en los pisos superiores de los Baños del Parque, establecimiento que aún existe en calle Freire frente al Parque Italia. Ahí llegaban los marinos norteamericanos con discos de jazz e instrumentos. También frecuentaban músicos populares. Y, lógico, Pablo Garrido. De esas jornadas salieron los primeros hombres para las filas de su Royal Orchestra. Los primeros ensayos de jazz hecho en Chile. Cómo no, en Valparaíso.

Trompetísimos

Los nombres de Eugenio "Yuyo" Rengifo y Sergio Acevedo tienen peso específico en el jazz de Valparaíso. El primero nació en el puerto, el segundo en su vecina Viña del Mar. El primero fue funcionario portuario, el segundo es arquitecto. Comenzaron a tocar siendo adolescentes en los años 50 y aún hoy siguen soplando sus trompetas.

Cuenta la historia que cuando Louis Armstrong concluyó su gira mundial de 1956, los periodistas le preguntaron por el mejor momento del viaje. "Satchmo" contó de un pequeño trompetista que había conocido en Chile, que lo había dejado en silencio y sacado lágrimas.

Era "Yuyo" Rengifo, de unos 14 años. Hoy toca para la Valparaíso Dixieland Jazz Band.

Cuenta otra historia que a fines de los 80, el profesor de arquitectura de la Universidad de Valparaíso Sergio Acevedo entregaba discos de jazz moderno a sus alumnos. Les decía, "traspasen esta música a espacios". Algunos estudiantes cometieron el primero de los errores de los arquitectos: construir maquetas que no se pueden sacar ni por la ventana. Acevedo toca hoy junto al pianista Gonzalo Palma e integra un trío "drumless" junto a Luis Basaure y el legendario pianista Carlos Brito.