Abril 30, 2007

Entrevista a Juan Hernández, director de Diapasón Porteño

García-Huidobro, Cecilia (2007)
Había una vez identidad

En lo alto de un cerro de Valparaíso conversamos con Juan Hernández, director del cuarteto de guitarras Diapasón Porteño, sobre esta manifestación basada en la suma de las cuerdas más fundamentales de la canción chilena. Las influencias, hitos y exponentes de una tradición de la música popular criolla que brilló en radios y escenarios, conformando una escena indisolublemente ligada a la extinguida bohemia nocturna y sus emblemáticos locales.

Un largo camino debió recorrer Juan Hernández para arribar a aquello que más lo conmueve: la guitarra popular chilena tocada grupalmente. Formado de manera autodidacta, partiendo por su madre, que le enseñó los primeros acordes para interpretar viejas tonadas, el Director del grupo Diapasón Porteño se transformó, sobre la base de su talento y pasión, y gracias a los maestros, cancioneros y experiencias, en un virtuoso ejecutante y profundo conocedor del instrumento central de la canción chilena. A través de los años, ha reunido una impresionante colección de vinilos que da cuenta de las glorias, mitos y verdades de la guitarra en la música popular criolla. "Lo que sé de música, lo aprendí de la revista El Musiquero, que fue de enorme ayuda para quienes no teníamos la posibilidad de formarnos profesional y académicamente".

A los 13 años, en un viaje a Santiago, conoció a Angelo Cherry, intérprete en bandoneón. Juntos formaron un dúo de tangos que en un par de meses ya debutaba en el programa "Sábado Alegre", conducido por Enrique Maluenda y recibía invitaciones para actuar en todo el país. Las cosas se sucedieron vertiginosamente, y el inesperado éxito lo obligó a terminar sus estudios secundarios como alumno libre. En 1971, grabaron "Angelo Cherry y Sangre Tanguera".

En 1973 Hernández decide regresar a su natal Valparaíso para estudiar Estadística, desconfiando de la rentabilidad de la dedicación exclusiva a la música. Aún así, a pesar de sus trabajos paralelos, participa en las más emblemáticas agrupaciones de la ciudad-puerto: Los Afuerinos, Los Paleteados del Puerto, Crisol. Pero es recién en el año 2000 que forma el cuarteto de guitarras "Diapasón Porteño", un cuarteto de guitarras. "Esto es realmente lo mío", asegura.

- ¿A quiénes considera sus maestros de la guitarra?

Alrededor del año 71, tocábamos con Angelo Cherry en el local del Canta Gallo. Parte del elenco eran "Los Diamantes del Sol", con el guitarrista Leonel Meza. Yo lo miraba fascinado y toda la técnica la saqué observándolo. Después de 30 años, volví a verlo y pude agradecerle su invaluable influencia y el hecho de reconocer a la guitarra como mi instrumento. Sin embargo, las primeras guitarras que escuché y admiré provenían de Argentina: Eduardo Falú, Atahualpa, Los Panchos…

- ¿Cómo se introduce el estilo de guitarra grupal en la música chilena?

Cada sello tenía sus guitarristas, los que eran llamados cuando había que grabar un disco. Ellos, Humberto Campos, Tito Barrientos, Blas Sánchez, escuchaban las tonadas, hacían los arreglos y grababan ahí mismo. Eran unos fenómenos. Mi teoría es que los "Cuatro Huasos", que grabaron en Argentina en 1927, con punteos bastante básicos, vieron el trabajo de guitarristas argentinos y trajeron el estilo. La guitarra grupal es Argentina; recordemos que Carlos Gardel grababa con cuartetos de guitarra.

- ¿Hay, entonces, alguna identidad chilena en este estilo?

Humberto Campos logró capturar ese formato y darle una impronta chilena. También hay intercambio musical con Perú, que tiene grandes guitarristas, como Oscar Avilés, "la primera guitarra del Perú". Las influencias se van chilenizando y tenemos a artistas como Fernando Rossi, director de Los Cuatro Duendes, quien logró magistrales arreglos. Otro es el porteño Ricardo Acevedo que destacó como solista.

- El formato se populariza y se hace extensivo…

Así es. Gracias a la radio y a los locales nocturnos de la bohemia.

- ¿Cómo era el sonido en vivo de los grupos respecto del de sus discos, considerando que los guitarristas de estudio no estaban en las actuaciones?

La calidad que se lograba en las grabaciones no podía ser reproducida en las actuaciones en vivo, justamente porque los guitarristas no estaban. Los cuartetos hacían punteos y se defendían, pero había una gran diferencia. El grupo "Fiesta Linda", de Luis Bahamondes fue el primero que sonó igual en vivo que en las grabaciones. Uno de sus fundadores fue Pepe Fuentes, un gran guitarrista.

- ¿Y Los Quincheros?

También grabaron sus discos con los grandes guitarristas y aquí hay una deuda muy grande: nunca aparecen mencionados, a pesar de que en las mejores tonadas que grabaron, durante los años sesenta, estuvo siempre el sonido de Humberto Campos. Es lamentable que tantas producciones discográficas hayan omitido a estas grandes figuras, que enaltecieron a la guitarra nacional. Recuerdo algunas excepciones, como "Entre huasos y gauchos", de Lucho Gatica, en la que incluso aparece una foto de Humberto Campos.

- ¿Cómo visualiza esta tradición de música popular criolla, que surge de la confluencia entre los músicos, que consolidan sus éxitos tocando en vivo diariamente en distintos locales?

Se perdió, definitivamente, con el toque de queda que mató a la bohemia nocturna. Fue una época muy difícil para los músicos, que perdieron sus fuentes laborales y el contacto con el público en vivo. Murió la época de oro de los años 50. Otro factor es el individualismo. Hoy todos quieren ser estrellas y son pocos los que están dispuestos a poner su talento al servicio del grupo. Las cuatro guitarras tienen que sonar bien y no hay protagonismos. Es muy difícil mantener un grupo cuyo trabajo sea colectivo y se desarrolle en función del grupo. En Diapasón Porteño, que recrea la tradición, ha habido siete guitarristas en siete años, por diversos motivos; lo que deja en claro la dificultad que existe.

- Es interesante que la tonada se tocaba, en la época de oro, sólo con guitarras. Hoy se pueden escuchar muchas tonadas con pandero. ¿Qué opina?

Para mí el pandero acompaña a la cueca, que es festiva y a la que se agrega la danza. La tonada tiene otra factura melódica y no tiene ese componente, por lo que me parece mejor sin pandero.

- ¿Cuál era el rol de la guitarra en el siglo XIX?

Los antecedentes son más bien clásicos. La música era interpretada por mujeres con arpa, guitarra y piano. Las guitarras de que estamos hablando son consecuencia de la radio, en pleno siglo XX. La música popular criolla es un invento de los músicos, no es ancestral. De hecho, yo digo que no soy músico, sino que melómano.