Julio 13, 2007

La fiesta de La Tirana

Es un pueblo desértico con muy poca vida, a pesar de su relevancia religiosa. Se ubica a 72 kilómetros distante de la ciudad de Iquique hacia el sudeste y a 20 kilómetros de Pozo Almonte. Se ubica a 950 metros de altitud. Su población alcanza los 200 habitantes. Su clima es privilegiado, ya que hay sol durante todo el año. El pueblo fue declarado zona típica.

Entre el 12 y 18 de Julio de cada año cobra vida para recibir a miles de visitantes que llegan hasta el lugar para apreciar la fiesta en veneración de la Virgen del Carmen. El día de mayor apogeo, es el 16 de Julio.

El lugar, de gran importancia cultural, destaca por su Iglesia que bordea la Plaza de Armas. A un costado se ubica el Museo de La Virgen de la Tirana, donde se guardan las ofrendas entregadas a ella y otros artículos utilizados para fiestas en su honor.

La principal característica del poblado, son los bailes que se realizan en sus días de fiesta, cofradías venidas en su mayoría de Arica, Iquique, Tocopilla y Chiquicamata. La danza es acompañada por diversos instrumentos como trompetas, pitos, entre otros, y los participantes se visten con trajes de llamativos colores. Se dice, según investigadores, que estos bailes provienen de ritmos ancestrales de las ceremonias incas con señas de otras culturas andinas. Actualmente, ha corroído en parte esta fiesta, las creencias del catolicismo que también ha alcanzado la población oriunda del lugar.

La ciudad de originó en la época dorada del salitre, para lo cual, se construyó el Museo de la Tirana, donde se exponen diversas piezas características de esta época.

Específicamente su origen data del siglo XVIII, periodo en el cual el pueblo comienza su crecimiento en torno a las faenas salitreras, de plata y oro. Para la fundición de estos metas, utilizaron como combustible la leña de tamarugo. Ello, debido a que se ubica en la Pampa del Tamarugal.

La Iglesia de La Tirana, se levantó a principios de este siglo, luego de que la originaria fuera destruida por dos terremotos ocurridos en 1868 y 1877. La obra es responsabilidad del cura párroco Friedrich. La antigua fue reconstruida y hoy se utiliza como alternativa en los días de fiesta.

Leyenda de La Tirana
La leyenda se origina alrededor de 1535, momento en el cual Diego de Almagro salió del Cuzco en busca de la conquista de Chile. A él lo acompañaban 550 españoles y 10.000 indios peruanos aproximadamente. También incluían la expedición, dos hombres importantes; Paullo Tupac y Huillac Huma. El primero, príncipe de la familia de los incas y el segundo, ultimo Sumo Sacerdote del extinguido culto al dios del sol. Ellos eran mantenidos como rehenes del estado por los españoles, tratándolos de forma particular por su ubicación jerárquica. Cumplían la responsabilidad de mantener el orden entre los indios que componían la expedición y en caso de que no lo consiguieran, serían asesinados como pago por el desorden causado.

Al Sumo Sacerdote Huillac Huma, lo acompañaba su hija llamada Nusta, por la cual corría la sangre inca. Al llegar a Atacama, este decidió escapar, era el momento preciso. Su hija, Nusta, se quedó con un grupo de indígenas que también planeaba escaparse. Al escapar, se refugiaron en un bosque de tamarugos, lugar al que ahora llamamos Pampa del Tamarugal, a lo que llamaron Tarapacá, o "el escondite". La princesa inca Nusta, vivió durante cuatro años en el lugar rodeada de sus servidores. A ellos los dirigió y organizo, formando La Tirana de del Tamarugal.

Un día, llevaron hasta la princesa al apuesto y altivo extranjero Vasco de Almeyda, quien pertenecía al conjunto de mineros establecidos en Huantajaya, quienes buscaban la mítica "Mina del sol". Sólo al verlo ella se enamoro de aquel hombre foráneo. En su defensa, los ancianos e indígenas de la tribu, dieron la pena capital a aquel caballero. Para ello, la princesa enamorada, con un sentimiento de compasión, buscó las alternativas para romper la tradición y librarlo de la muerte. Consultó a los astros, según las creencias lo convenían, y comunicó a su pueblo que la ejecución no podía realizarse hasta el término del cuarto plenilunio.

Durante el periodo que aguardaba la ejecución, ambos mantuvieron contacto expresándose sus sentimientos de amor y sosteniendo una relación oculta. Ella pidió a su amado convertirse a la religión católica, para morir y conservar su alma en vida, según lo que los cristianos ofrecían. En el momento en el que el la bautizaba como alma cristiana, una nube de flechas interrumpió su ceremonia. Los indígenas residentes del lugar, quienes la vigilaban no pudieron soportar aquella traición. Ambos cayeron en agonía. Nusta, con el esfuerzo de su cuerpo herido, llamó a los habitantes de La Tirana del Tamarugal y les comunicó:

- "Muero contenta, muero feliz, segura como estoy, como creyente en Jesucristo, de que mi alma inmortal… ascenderá a la Gloria y llegaré al trono de Dios, junto al cual estará mi amado, con quién estaré toda una eternidad. Sólo les pido que después de mi muerte, coloquen una cruz en mi sepultura, que estará al lado de mi amado". Era la década del 40 cuando fray Antonio Rodón, encargado de evangelizar la zona del Tarapacá y Pica, llegó al Tamarugal para izar un estandarte de Cristo. Un día, divisó un arcoiris en el horizonte, llevándolo hasta el bosque de tamarugos. Al llegar, encontró una cruz cristiana.

El encuentro produjo en el cura, un llamado de cielo abocando a la princesa inca Ñusta, y fue ese el lugar donde se edificó una ermita, la que luego se convertiría en una iglesia en honor a la Virgen del Carmen, pensando en el recuerdo que llevaba de ella Vasco de Almeyda.