Mayo 14, 2000

La música es algo que nadie puede perderse

Covarrubias Claro, María de los Angeles (2000)
La Escuela Moderna de Música cumplió esta semana 60 años de vida. Lo que comenzó como una alternativa para niños que quisieran estudiar música en forma seria se convirtió en un instituto profesional. Entre aficionados y profesionales, hoy suman 900 los alumnos que anualmente forma esta institución.

Con más profesores que alumnos abrió sus puertas en la calle Vidaurre la recién nacida "Escuela Moderna de Música". Corría el mes de mayo de 1940 y tomaba forma un ambicioso y visionario proyecto de un grupo de jóvenes músicos liderados por Elena Waiss. Fue bautizada como "moderna" pues buscaría siempre estar a la vanguardia y procuraría implementar nuevas técnicas en la enseñanza de la música. Al piano y al violín se les fueron agregando poco a poco el resto de los instrumentos y hoy enseña además música popular, ballet clásico y danza moderna.

Aun cuando un músico prueba su virtuosismo en el escenario y no con un cartón estampado con elegante timbre, la Escuela Moderna dio el paso hacia la Educación Superior, pues hasta 1988 no daba títulos. Como Instituto Profesional no sólo se ha ocupado de los intérpretes, sea en instrumento, canto o baile, sino también de la formación de docentes a través de su carrera de instructor de instrumento.

Primera clavecinista de la Orquesta Sinfónica, profesora de piano, autora de varios libros, entre ellos "Mi amigo el piano", como más se recuerda a Elena Waiss es por la Escuela Moderna de Música. Su nombre es casi un sinónimo de aquella institución. Sin embargo, es justo recordar a Zoltan Fischer, su marido, a Alfonso Letelier y a René Amengual, otros destacados músicos pioneros en este proyecto.

La música de la Escuela Moderna suena asimismo dentro y fuera de Chile a través de los miles de alumnos que han pasado por ella, como Lionel Party (clavecinista), Ena Bronstein (pianista), Max Valdés (director de orquesta), Edith Fischer (pianista e hija de Elena Waiss), Cristina Gallardo-Domas, (soprano), Mariselle Martínez (mezzo).

La Escuela Moderna de Música ha resultado ser una institución de gran estabilidad. En sesenta años ha tenido sólo dos directoras. Elena Waiss y Vivien Wurman, una de las discípulas predilectas de la fundadora que la sucedió a su muerte en 1988. "Elena Waiss fue una maestra de carácter fuerte, de ideas claras, cuyas permanentes ansias de aprender llamaron siempre mi atención. No sólo me formó en lo musical, sino en muchos otros aspectos, y a pesar de nuestros diferentes estilos de dirigir esta institución - porque son otros tiempos y otras edades- , ella dejó grabado en mí la convicción de que este esfuerzo no se puede perder, y hay que seguir adelante al costo que sea", señala Vivien Wurman.

De muy niña Vivien Wurman se inició en el piano e ingresó a la Escuela Moderna. A los pocos años debió digerir una dura realidad. Una tendinitis crónica la obligó a dejar el piano para siempre. Estudió ingeniería comercial y todo el talento y el ímpetu que no habría de dedicar a su carrera de concertista lo volcó en la labor docente y en la eficiente dirección de la Escuela Moderna. Hoy la Escuela se autofinancia, lo que es un gran éxito. "Lo otro que realmente me enorgullece es que todos nuestros diplomados viven de la música", señala Vivien Wurman.

"La música es una sola"

La consolidación en 1988 como Instituto Profesional significó la división entre estudios profesionales y amateurs. Los niños pequeños (5, 6 años) se inician con un programa común y al cuarto año de instrumento optan por cual plan seguir. Para entrar a un Instituto Profesional se requiere enseñanza media rendida, pero ocurre que en música los 18 años puede ser demasiado tarde. La solución está en convalidar sus estudios al cumplir esa edad.

A la música clásica, se le sumó en 1988 la música popular, única institución en Chile que la imparte como carrera. Pero existe también un programa amateur. "No hacemos la división tajante entre lo clásico y lo popular, la música tiene diferentes estilos pero es una sola", señala Vivien Wurman. La Escuela Moderna cuenta con 350 alumnos sobre 18 años que estudian en forma profesional a cargo de 90 profesores.

- ¿Cómo debe ser la formación personal que debe acompañar a la musical, para ejercitar la paciencia, la tolerancia a la frustración y a la vez la sana aceptación del éxito?

- No lo hacemos de manera formal, pero sí cada profesor trasmite a sus alumnos que si llega a ser el mejor violinista de Chile, no será el mejor del mundo. Un músico que va al extranjero debe ir preparado para ser considerado "uno más". La actitud de "los humos en la cabeza" no sirve a ningún músico, lo hace cerrarse a seguir aprendiendo. Otra cosa muy importante para nosotros es no permitir que ninguno de los que estamos aquí nos quedemos pegados en lo mismo. Hay en general una tendencia a dejarse estar; eso es retroceder.

"La formación que me dio la Escuela Moderna siempre me ha dejado muy bien puesto fuera", señala el pianista Mario Merino, otro agradecido discípulo de Elena Waiss. En la actualidad, Merino se dedica exclusivamente a la docencia en la Escuela Moderna. Señala que desde muy pequeños hay que inculcar en los niños esa ambición por la perfección. "La carrera pianística es una carrera de perfección, de virtuosismo. Pretendemos formar artistas, que puedan expresar ese arte que es la obra de tal o cual compositor", señala Merino y añade:

"La búsqueda de la perfección tiene un aspecto árido de arduo trabajo que hoy en día cuesta. Los niños están más cómodos y más flojos mentalmente, por ejemplo por el uso excesivo de la calculadora. Y resulta que la técnica en el piano es cerebral. Hay que inculcarles una manera intelectual de abordar del estudio".

Músicos aficionados: un preciado tesoro

Los estudiantes aficionados son muy valorados por la Escuela Moderna de Música. Todo plan amateur además de músicos, forma un entusiasta y preparado público de conciertos, lo que es muy importante. Cuando un niño que ha aprendido música sea un profesional en el área que sea, será una persona inquieta y sensible hacia la cultura, y estará convencido que el país necesita de la música tanto como de otras expresiones del arte.

"El estudio de música desarrolla tempranamente en el niño su capacidad de concentración, de organización mental, de coordinación y motricidad, un concepto matemático de tiempo y espacio. Se ha comprobado que los niños más talentosos en la música son además muy buenos en matemáticas y en el área humanista. Además la música está relacionada con la historia, con la pintura, con la naturaleza, entonces de paso va despertando nuevas inquietudes", explica Vivien Wurman.

Dos posibilidades ofrece el plan amateur (niños y adultos) para el estudio de algún instrumento: con y sin exámenes. Para niños la directora recomienda la opción con exámenes porque los hace ordenarse más.

A los tres o cuatro años se puede entrar a la Escuela Moderna de Música. Para aquellos que no vienen con una preferencia marcada por determinado instrumento, pueden seguir el curso "Apreciación musical", un plan de acercamiento adecuado a esa edad. Sin que ellos lo conceptualicen van reconociendo sonidos y formas musicales, adquiriendo sentido de ritmo, y por sí mismos descubren qué instrumento les gustaría tocar.

Labor de difusión

El que la música llegue a la mayor cantidad de gente posible es otro firme propósito de la Escuela Moderna. "La música es algo que nadie puede perderse", enfatiza Vivien Wurman. En el área social cabe mencionar un proyecto que contó con el apoyo de la Fundación Andes, que ha consistido en becar a treinta profesores de música de colegios de comunas periféricas de Santiago. Ya cursan el segundo año de un diplomado que dura tres, en dirección coral, arreglos y autogestión. Cada profesor se comprometió a formar dos coros en su comuna, lo que ha tenido un gran efecto multiplicador y ha abierto a los niños un mundo hasta entonces desconocido para ellos.