Septiembre 6, 2000

Notas y claves de Samuel Claro

Muñoz H., Juan Antonio (1999)
Un historiador para la música y también un hombre que se preocupó de preservar lo bello para Chile. Así fue Samuel Claro Valdés, espíritu apasionado en la defensa del silencio, de la educación, de la infancia, de las tradiciones y de los artistas. Falleció hace 5 años, un 10 de octubre. Presentamos una selección de párrafos de artículos suyos que parecen plenos de actualidad y resonancias.

A Samuel Claro Valdés (1934-1994) se debe el rescate de obras musicales de gran importancia para el patrimonio nacional y latinoamericano, como también un pensamiento orientado a robustecer la educación musical chilena y a preservar la tradición, que entendía como todo lo bello que surge del espíritu humano.

Si bien estudió composición y musicología en la Universidad de Chile, además de violín y piano con profesores privados, prefirió después de un tiempo dedicarse a la investigación. La razón: "No me decidí a componer para iniciados, ya que lo que quería decir ya había sido dicho antes… Pero lo que colmó el vaso fue darme cuenta de que, con el simple expediente de mover perillas de sintetizadores, aparecieron una serie de compositores que no sabían una jota de música". Entre sus obras musicales destacan "Cinco piezas para piano", "Tres invenciones cromáticas para piano" y "Cuatro piezas para violín y piano", aparte de algunas obras corales.

Su rescate de los tesoros musicales de Chile y América Latina trajo al mundo obras como "Oyendo a Chile", "Antología de la Música Colonial en América del Sur", "Catálogo del Archivo Musical de la Catedral de Santiago de Chile", "Historia de la Música en Chile" y "Rosita Renard. Pianista chilena", entre muchas otras.

Su úlltima publicación fue "Chilena o Cueca Tradicional", editada por la Universidad Católica. Con la colaboración de Carmen Peña y María Isabel Quevedo, y basándose en las enseñanzas de Fernando González Marabolí, postuló el origen arábigo-andaluz de la cueca, analizó la raíz etimológica de la palabra y entregó mil 80 modelos de la cueca.

Lo que (no) existe
La música que se escucha en la Iglesia no tiene esencia religiosa y menos litúrgica: ha sido reemplazada por elementos foráneos desfuncionalizados y de baja calidad; la música de cámara prácticamente no existe: ha sido reemplazada por el disco, la radio o la TV; la música de teatro, la ópera, sigue viviendo en el siglo XIX, sin visos de renovación ni variedad; la música cotidiana de antaño se ha bifurcado en la popular, marcada por la moda y el comercio, donde prima más la cantidad que la calidad, y la música folclórica, fiel preservadora de centurias de historia y tradición, pero que, en su forma auténtica, es la ilustre desconocida de nuestro tiempo". (El Mercurio, 18 de diciembre de 1978)

El festival en la Iglesia
"El canto gregoriano se dejó de lado por estar en latín y resultar no sólo incomprensible sino extremadamente difícil de cantar; la polifonía renacentista siguió el mismo camino por las mismas razones. A partir del Concilio Vaticano II, y aún antes, se ha reemplazado una música cuya función era netamente la de exaltar el sentimiento religioso de los fieles, por una destinada a otras ocasiones y cuya función es diferente. No sé qué pasaría si se interpretara canto gregoriano en el Festival de Viña del Mar, pero estoy cierto de que no arderían antorchas sino otras cosas. En cambio, el tipo de música que se escucha en ese escenario, si bien con otro texto y circunspección, inunda hoy nuestros templos sin que se repare que su función y ocasionalidad han sido trastocados". (El Mercurio de Santiago, 4 de diciembre de 1977)

Pobreza
"Seguiremos hablando de pobreza cultural en Chile mientras no se definan políticas culturales básicas y no se recurra a profesionales idóneos para llevarlas a cabo". (El Mercurio, 11 de septiembre de 1977)

La cuna musical
"Los estudios y la práctica cotidiana coinciden en demostrar el beneficio inmenso que se puede lograr en la formación del niño si desde su más tierna infancia es estimulado inteligentemente por medio de buena música. El instinto maternal es, de por sí, certero en este sentido, pues vemos cómo la madre tiende a arrullar con sus mejores canciones infantiles a su niño, instándolo a dormir, a alimentarse o, simplemente, a desarrollar su personalidad. En otra ocasión acotábamos la opinión de un autor francés que decía que se puede distinguir fácilmente a los adultos que han sido acunados con bellas canciones de los que no lo han sido." (El Mercurio, 27 de febrero de 1977)

Escándalo y perversión
"… Los compositores mercantiles son tan faltos de inspiración cuanto más embebidos están en el negociado de la mala música. Por eso, no son capaces de crear obras nuevas, sino tan sólo de utilizar aquellas que, por sus reminiscencias, les aseguren un éxito económico rotundo. Hay escándalos de faldas que hacen tambalear gobiernos. En este escándalo no hay faldas, sino que ríos de dinero destinados a pervertir el gusto musical de la humanidad". (El Mercurio, 12 de diciembre de 1976)

Tradición perdida
"En las primeras décadas de este siglo las fondas se levantaban no sólo para celebrar el 18 de septiembre sino también se cantaba y bailaba la cueca para Navidad, Año Nuevo, para la conmemoración de las batallas de Chacabuco y Maipo, aniversarios de algunas ciudades, rodeos, paseos campestres y muchas otras ocasiones. Radios y sellos grabadores se interesaban por difundir esta expresión popular por intermedio de sus más auténticos cultores. La cueca reinaba en casas de canto, fondas y hasta en los hogares". (El Mercurio, 14 de septiembre de 1980)

Ignota música chilena
"No se conoce la obra de los compositores en Chile y mucho menos en el extranjero. Se supone que los chilenos rechazan la música chilena porque dicen que es fea o mala. Es un error. No la conocen porque no tienen oportunidad de conocerla y no es culpa de ellos. No existen ni partituras ni libros, que están recién volviendo a aparecer, sobre música chilena y mucho menos los discos. Incluso antes se celebraban los festivales de música chilena que un ilustre compositor, afortunadamente fuera de Chile, los eliminó del mapa, a partir del 70. Este año vamos a anunciar la reinauguración de esos festivales". (El Mercurio, Revista del Domingo, 19 de enero de 1975)

Raíces y brecha
"Se ha dicho mucho en este siglo que la música chilena no tiene pasado. Creo que es un error. Nosotros nos nutrimos de toda la tradición europea del siglo XVI en adelante y la producción musical en los siglos XVIII y XIX fue importante y muy activa. Hasta el siglo XIX la música que se escuchaba era contemporánea. En cambio, en el siglo XX tenemos una brecha fuerte entre el músico contemporáneo y el público contemporáneo". (El Mercurio, Revista del Domingo, 19 de enero de 1975)

El músico artesano
"Siempre que uno compara la estima y admiración generalizada que gozan pintores y escultores como Giotto, Leonardo, Miguel Angel y tantos otros de tiempos antiguos y modernos, todos ellos verdaderos artesanos de su arte, no deja de venir a la mente el recuerdo de cierto menosprecio con que se considera al músico práctico, artesano, a su vez, de su propio arte. Sólo en tiempos recientes se ha sublimado, en parte, ese menosprecio secular entre nosotros, y se habla con admiración de un Arrau, de un Heifetz o de un Caruso, pero sin duda la profesión de músico está catalogada entre las de segunda o tercera categoría. Cuento aparte significan hoy los cantantes populares de moda, deificados por un instante gracias a la propaganda y a los ríos de dinero que invierten en ellos sus empresarios, pero ignorados en el instante siguiente, cuando ya no sirven como máquinas de dinero". (El Mercurio, 13 de junio de 1980)

Granos de Arena
"… niños siguen naciendo y creciendo. A ellos habría que intensificarles las dosis de silencio, junto con sobredosis de melódica bella y tradicional. Afortunadamente, algo queda por hacer. Todavía es posible inculcar, por intermedio de la música, preceptos de belleza, sensibilidad y equilibrio, desde la enseñanza parvularia en adelante, que vendrán a ser con el tiempo sólidos granos de arena en la construcción de un Chile más culto y menos dependiente". (El Mercurio, 25 de marzo de 1979)

Otra amenaza
"La tecnología moderna ha traído consigo una secuela de ruidos insoportables para algunos y hasta peligrosos para la salud física y psíquica de la mayoría. Desgraciadamente, el comercio y la presión publicitaria han transformado a la música en un factor más de contaminación ambiental". (El Mercurio, 25 de febrero de 1979)

Rescate de Tesoros
El conjunto español Capella de Ministrers, que ha realizado un acucioso trabajo de búsqueda, ejecución y registro de música de la España Virreinal, produjo en 1994 un CD con algunas de las valiosas partituras rescatadas por Samuel Claro Valdés.

El álbum involucra a Chile en varios aspectos: interviene Octavio Lafourcade, laudista y miembro del conjunto; en la investigación colaboró, como ya se dijo, Samuel Claro, quien también presenta el disco, y en la carátula del CD se reproduce el cuadro titulado "Angel Músico", que se encuentra en el convento de San Francisco de Santiago.

Los Ministrers optaron por hacer un registro con páginas de tres músicos - Torrejón y Velasco, Ceruti y Orejón y Aparicio- vinculados al magisterio de la Catedral de Lima entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII.

La grabación se realizó en septiembre de 1993 en la ermita gótica de San Feliú de Xativa, en Valencia, después de la gira latinoamericana que efectuó la Capella y que incluyó también a Chile.

De Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728) se incluyeron las obras "Si el alba sonora" y "Cuando el bien que adoro". Torrejón, quien se estableció en Lima en 1672, sucediendo a Juan de Araujo en la catedral desde 1676, es el creador de la primera ópera escrita y estrenada en América, "La púrpura de la rosa" (1701).

"Si el alba sonora" es un dúo navideño escrito por Torrejón a la edad de 75 años, seguido por "Cuando el bien que adoro", dúo para la fiesta de la Ascensión del Señor que, a juzgar por la letra, bien podría ser también una composición profana. Ambas partituras fueron rescatadas por Samuel Claro.

El repertorio sigue con Roque Ceruti (1683-1760), italiano que llegó a Lima en 1708. Los estudiosos aseguran que Ceruti fue el primer compositor de Lima que habitualizó el aria da capo. De él se presenta aquí "De aquel inmenso mar interminable", para mezzosoprano, dos flautas, violín y acompañamiento.

También "A cantar un villancico" (partitura de Samuel Claro) es de Ceruti, definido como un sainete a dúo al Sagrado Nacimiento, de características más teatrales y no exento de buen humor.

El último compositor visitado es José de Orejón y Aparicio, nacido en Huacho, Perú, y discípulo de Ceruti, quien lo influenció. Famoso por su aplicación al órgano, sus vínculos napolitanos se revelan en el aria da capo "Mariposa". El CD termina con "Ah! Del día, ah! De la fiesta", un aria con coplas a Nuestra Señora de Copacabana para soprano y mezzo con violines, flautas y acompañamiento. (Sello EGT Tabalet Estudios, Valencia. 631-CD, 1994.)