Marzo 30, 2000

Tres textos mapuches

Foerster, Rolf (1999)
"Historia de un Conflicto", por José Bengoa, Editorial Planeta, 1999.
"El Grito Mapuche", por Aníbal Barrera, Editorial Grijalbo, 1999.
"Recado Confidencial a los Chilenos", por Elicura Chihuailaf, Ediciones Lom, 1999.

En los últimos meses han comenzado a circular tres libros sobre los mapuches, bajo el sello de importantes editoriales. Son tres obras que se mueven en la línea del ensayo, aunque marcadas por horizontes disciplinarios distintos. En septiembre apareció la obra del periodista y ex capitán del Ejército de Chile Aníbal Barrera, El grito mapuche (Ed. Grijalbo); en octubre, la del poeta mapuche Elicura Chihuailaf, Recado confidencial a los chilenos (Ed. Lom) y, por último, este mes, la del cientista social José Bengoa, Historia de un conflicto (Ed. Planeta).

El horizonte común a estos trabajos es el intento de describir y explicar la dinámica interna de la sociedad mapuche, los lugares endógenos desde donde brotan sus demandas comunitarias, y, de esa forma, hacer también comprensible el sentido de las políticas levantadas por la dirigencia del pueblo mapuche: su reconocimiento como pueblo, la recuperación de sus tierras ancestrales y la búsqueda de espacios de autonomía.

Las tres tratan de contrarrestar los argumentos que llevan a interpretar las movilizaciones mapuches como un asunto producido por agentes externos, ya sea por el Gobierno - al aplicar una política de discriminación positiva- , por extremistas de izquierda o por extranjeros. Es por estas razones que podríamos calificar a estas obras de indianistas, en la medida que tratan de articular un discurso legitimante de lo mapuche, poniendo en el centro de la escena "la frontera étnica del Leviatán", parafraseando a Jorge. I. Vergara, y la noción de ciudadanía, tal como la entiende H. Gundermann para el caso de los pueblos indígenas.

Otro elemento común a los trabajos reseñados es el argumento de que el tema indígena se ha complejizado enormemente, por lo que los parámetros utilizados en el pasado y aun en el presente para analizar la "cuestión mapuche" están definitivamente obsoletos. Patética resulta así la visión de ciertos historiadores que pontifican que la actual situación de movilizaciones del pueblo mapuche es fruto de la labor de los antropólogos.

Las tres obras se complementan y se apoyan mutuamente. Barrera entrega un acopio significativo de antecedentes (sobre todo gráficos); Bengoa, abundantes hipótesis y reconstrucciones culturales notables (recomiendo, sobre todo, los capítulos donde se aborda la cultura del trigo y la ciudad de Temuco), y Chihuailaf, una recreación y proyección en la "oralitalidad" de la cultura ancestral mapuche.

Elicura Chihuailaf ha posicionado con su Recado confidencial una narrativa y luego una trama, que se suman a su ya amplia obra poética, para evidenciar el sentido profundo que tienen la tierra y la naturaleza para la sociedad mapuche; cómo ese vínculo se liga a la fuerza de la palabra del mapuzungun, a la memoria, al sueño (pewma) y al pueblo vía la familia (kvpalme) y el territorio (tuwun); cómo esos nexos no pueden ser rotos y que su fortalecimiento, en el futuro inmediato, pasa necesariamente por el reconocimiento de sus derechos colectivos como pueblo-nación. Elicura postula que el actual Estado nacional es lo que impide la realización de esos valores y que, al hacerlo, se transforma él mismo en un antivalor para los mapuches. Por eso, superar esa situación implicará un mundo mejor para todos ("al mundo lo reencantan todas las culturas o no la reencanta ninguna", pág.205). Recado confidencial es también una obra única, por ser la primera vez que el pensamiento mapuche tradicional se traspasa al ámbito de la escritura. Dicho pensamiento ha sido recreado en las dos últimas décadas por la intelectualidad indígena, y lo hace de la mano de un mapuches que cree en la fuerza de la palabra. Por lo mismo, no sería extraño que este texto se transformara en el futuro inmediato más en un recado para los mapuche que para los chilenos. Recado es, por último, la primera obra sistemática del etno-nacionalismo mapuche.

El "drama histórico"
José Bengoa, por su parte, despliega una mirada histórica que, conjugada con sus investigaciones recientes sobre la demografía, la economía y la sociedad mapuche, le permiten armar un texto donde se entrelazan, a veces de forma aparentemente contradictoria, un conjunto de motivos o hipótesis para darnos una imagen en profundidad de la problemática mapuche en el siglo XX. Por cierto, esa imagen es la de las ciencias sociales, por tanto, no podemos creer que pueda sustituir, por ejemplo, la visión que elabora Elicura Chihuailaf. El motivo central del texto de Bengoa es el drama histórico que nos acompaña como país desde el siglo XVI: "La sociedad chilena no ha resuelto su relación con la sociedad mapuche". Hasta mediados del siglo XVII se trató de solucionarla a través de la "Guerra a Muerte", después por el sistema de los Parlamentos. La República clausura dicha vía e impone nuevamente la guerra (la "Pacificación de la Araucanía"), confinándolos después en miles de reducciones. Establecido dicho sistema, la sociedad mapuche logró superar el trauma que le significó ese momento, articulándose internamente en una gran red parental y ritual. Externamente, en tanto, generó un movimiento que buscará defender sus derechos frente al Estado. Las organizaciones y diputados mapuches - Melivilu, Manquilef, Coñoepán, etc.- retomaban así la vía del "parlamento". No obstante, las cosas se han complejizado de forma acelerada desde 1970. El golpe de estado marcará un hito: los mapuches dejaron de creer en "la buena voluntad de sectores de chilenos, cada vez tienen menos fe en las alianzas y confían más en sus propias decisiones" (pág. 153). Esta tendencia se acrecentó en los años noventa, cuando el movimiento indígena observaba cómo el Pacto de Imperial, que se había gestado bajo el gobierno de Aylwin y concretado en la ley 19.253, se desmoronaba por la intervención del Presidente Frei en los asuntos de Ralco y por la política represiva implementada en Lumaco, Malleco y Arauco.

Paralelamente, en esa década surgió una nueva generación de dirigentes que no participaron ni se sienten comprometidos con el pacto de Nueva Imperial. Ellos actúan en un contexto diferente al del pasado: la realidad urbana de casi medio millón de mapuches. Para José Bengoa y muchos otros analistas, estamos frente a una nueva dinámica de la sociedad mapuche, donde la demanda de autogobierno parece adquirir una centralidad creciente. Agrega que "no se requiere insistir demasiado para comprender que éste es un derecho sustantivo" y que "tarde o temprano los autodesignados pueblos llegan a plantear el tema de la autonomía" (pág. 233). También es una reivindicación profundamente democrática y transformadora "de nuestra democracia decimonónica, anquilosada, encerrada en la idea abstrusa de la homogeneidad". De este modo, si la "cuestión nacional en el caso mapuche se ha comenzado a construir poco a poco en los últimos años", ello plantea un desafío enorme, ya que esa demanda "no tiene que ver solamente con los mapuches [sino que] por primera vez en forma explícita tiene que ver con toda la sociedad chilena. Esta es la cuestión central que han puesto sobre la mesa" (pág. 235). Lamentablemente, José Bengoa no entra a discutir los otros contenidos que algunos han puesto en esa mesa; me refiero a las propuestas de Liwen, del Consejo de Todas las Tierras, de Admapu, y de los Lafkenche, y tampoco aborda las dificultades culturales y políticas que hay en Chile para un planteamiento como el de las "dos patrias" (no sólo por nuestra tradición ciudadana republicana y centralista, sino que también porque el tema mapuche, en el imaginario nacional, está vinculado a la oposición homológica: guerra/mestizaje - enemigo/hermano).

El mapuche urbano
Nos gustaría añadir otra observación crítica. Esta obra ha sido largamente esperada, especialmente por la ya numerosa comunidad de académicos, investigadores e intelectuales mapuches y no-mapuches que se ocupan del tema. Pero Bengoa no se ha referido a ella de forma explícita, lo que ha limitado el tratamiento de muchas materias que hoy están en discusión.

Las tres obras son débiles en un punto: no encarar las otras caras de la situación mapuche. En primer lugar, su situación urbana; en segundo lugar, la de aquellos sectores que están distantes del movimiento indígena, que han optado por una "integración desarrollista" y cuyas dinámicas lo tensionan fuertemente (recordemos el conflicto interno en las comunidades afectadas por la construcción de la central Ralco), así como también el sector de mapuches (muchos de ellos antiguos dirigentes) que se han comprometido con la institucionalidad de la conadi; en tercer lugar, la del rostro mapuche-huilliche, que gracias a la Junta de Caciques de la Butahuillimapu tienen un sistema de representación que el resto de la sociedad mapuche aún no logra alcanzar. Esta debilidad se explica posiblemente porque los tres autores apuestan a que estos rostros no representan hoy día el epicentro del movimiento indígena, cuestión que compartimos en parte, aunque es indudable que los mapuches urbanos han sido un factor muy importante en las actuales movilizaciones mapuches. En cualquier caso, y por su misma orientación temática, estas obras aportan más a la comprensión del "conflicto mapuche" que acerca de la sociedad mapuche actual.

Asimismo, las tres obras son débiles en un segundo e importante punto: el tema del mestizaje está completamente ausente. Una posible razón podría radicar en que desarticula o debilita el escenario donde los actores son presentados casi siempre en un estado puro. La sociedad chilena se piensa blanca o unitaria, la mapuche como reche opuesta a los kamoll-fvñche (de otra sangre). Esta debilidad es más grave, ya que no se puede echar por la borda 500 años de mestizaje racial y cultural, siendo además en ese lugar la "morenidad" del cual nos habla Elicura donde podría generarse un espacio para las "dos patrias". En este sentido, conservan su vigencia representaciones monísticas de la cultura, que no dejan lugar a la pluralidad cultural más allá de las oposiciones mapuche-blancos/chilenos. Un desafío que surge de la lectura de estas obras es el de pensar en un modo de convivencia común en el que puedan aceptarse, reconocerse e inclusive desarrollarse estas diferencias culturales (chileno/blanco/mestizo/mapuche, etc), sin que esto se perciba como amenaza a la integración ni a la unidad de la sociedad chilena.

* Rolf Foerster, del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile