ESTUDIANTINAS CHILENAS

LLEGADA DE ESPAÑA



En 1884, después de extensa gira por Europa y América y proveniente del Perú, llegó a la puerta norte del país la Estudiantina Española Fígaro, la cual había sido fundada 6 años antes en Madrid, por el músico hispano Dionisio Granados.

Apenas arribó, en octubre de 1884 con sus trece integrantes provistos de siete bandurrias, cuatro guitarras, un violín y un violoncello, iniciaron extensa gira por las principales ciudades del país. Se presentaron en las ciudades nortinas de Iquique, Antofagasta, Copiapó y La Serena. Luego, pasó por el centrino puerto de Valparaíso, para finalizar con un importante concierto en el popular paseo de la Quinta Normal de Agricultura, de Santiago, después del cual partió con destino a Argentina, el 5 de enero de 1885.

Una segunda visita la realizó entre marzo y septiembre del año siguiente, 1886. Luego de su regreso en tren desde este hermano país trasandino, entre marzo y abril, realizó numerosas presentaciones en el Teatro Municipal de la capital, para en seguida iniciar una extensa gira por el sur del país donde visitó las ciudades de Concepción, Talca, Chillán, entre otras. Posteriormente, continuó viaje hasta Valparaíso y Viña del Mar. Luego hacia el norte: La Serena, Vicuña, Copiapó, Antofagasta e Iquique, desde donde, en septiembre, se despidió con destino a Perú y Bolivia, iniciando viaje de regreso a España.

Su abundante repertorio de obras clásicas, populares y tradicionales, no estando ausente la zamacueca y el Himno Nacional Chileno, se expresó con mayor frecuencia en conciertos con propósitos benéficos.

El zarzuelizado ambiente musical chileno -genero musical llegado a Chile hacia 1857 y que cruzara la cordillera 4 años después- fue un factor importante en la acogida de esta agrupación. Igualmente contribuyó el surgente filarmonismo de la época que, impulsado entre otros por Isidora Zegers hacia 1827, fue vertiente generosa de diversos movimientos de artistas aficionados.

Fue así como la juvenil Estudiantina Española Fígaro, envuelta en su negro manteo y cubierto su pecho de merecidas medallas, sembró de alegres trinos el corazón de la sociedad chilena, logrando cautivarla con su novedoso y talentoso sonido orquestal de bandurrias y su generoso espíritu solidario.