FRUTO DE SU EPOCA

UN PUENTE AL ROCK



La fusión es clave en la comprensión de este fenómeno. Y no sólo por la deuda de la Nueva Canción con la raíz folclórica, sino también por cómo sentó importantes bases para lo que luego se desarrollaría bajo el paraguas del rock. El puente más evidente es el que tendió el grupo Los Blops, el menos ortodoxo de los conjuntos que llegó a fichar la etiqueta DICAP, bajo la cual apareció su LP debut ("Blops", 1970). Pese a su influencia anglosajona, la agrupación no tuvo problemas en colaborar en discos de gente como Patricio Manns ("Patricio Manns", 1971) y Angel Parra, quien aparece en el tema "Del volar de las palomas" del segundo disco del conjunto, también titulado "Blops" (1971), y publicado bajo etiqueta Peña de los Parra.

Pero su asociación más recordada se encuentra en el disco "El derecho de vivir en paz" (1971) de Víctor Jara, donde se incluyen dos temas ("El derecho de vivir en paz" y "Abre la ventana") que permiten escuchar la característica voz de Jara junto a una guitarra eléctrica, lo cual provocó no poco escozor entre los más decididos enemigos del imperio. Otro grupo del nuevo cancionero con cierta inclinación anglo fue el dúo Amerindios, que integraba a sus composiciones elementos del beat británico. Amerindios estaba formado por el jazzista Mario Salazar y Julio Numhauser, este último fundador de Quilapayún. El músico tuvo especial inquietud por la fusión entre géneros que algunos consideraban incompatibles y colaboró en el disco "Congregación viene" (1972) del grupo Congregación y en el tema "El hombre y el mar" de Panal.

En este encuentro entre rock y composición de protesta no puede olvidarse tampoco que fue Payo Grondona quien compuso "La muerte de mi hermano", considerado el primer "hit" del rock chileno gracias a su inclusión en el disco "Kaleidoscope men" (1967) del grupo porteño Los Mac´s. El tema fue re-versionado décadas más tarde, en 1993, por una agrupación de once integrantes de grupos de renombre (Los Tres, Lucybell, Fulano), e incluido en el segundo recopilatorio de la Asociación de Trabajadores del Rock (ATR), "Con el corazón aquí".

Toda esta amplitud de referentes, se reflejó también en uno de sus principales legados en cuanto formato: los oratorios y las cantatas, extensas obras desarrolladas de modo orgánico y dramático en su música y texto, integrando así a los mundos popular y docto. Destacan el "Oratorio para el pueblo" de Angel Parra -grabado en 1965 con el Coro Filarmónico de Santiago y la participación especial de Isabel Parra y Julio Mardones- y, por supuesto, "La Cantata Popular Santa María de Iquique" de Luis Advis, considerada la obra capital dentro del género. Fue grabada por Quilapayún en 1970 con la voz del actor Héctor Duvauchelle en los relatos y estrenada en el Estadio Chile, durante el "Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena" (aunque con Marcelo Romo en el micrófono). La obra recuerda la matanza de miles de mineros del salitre ocurrida el 21 de diciembre de 1907 en la Escuela Santa María de Iquique y marca un hito por su encuentro entre la tradición latinoamericana del conjunto con la formación académica de Advis, muy según la línea que simultáneamente ensayaba en el Primer Mundo el llamado rock progresivo.