MUSICA EN CHILOE

LA MÚSICA POPULAR



En América los músicos aparecen vinculados a las expediciones de Cortés. "Los primeros mésicos llegados a nuestra América traían instrumentos como las chirimias y sacabuche y dulzainas, pero no gozaron de mucho prestigio ni suerte escribe Berna­ Díaz del Castillo- acerca de una de las expediciones del conquistador Hernán Cortés que iniciara en octubre de 1524 hasta abril de 1526. Durando más de lo planeado tuvieron que comerse a los caballos y cuatro de los cinco músicos terminaron en la panza de los soldados hambrientos".

Cuando Ruiz de Gamboa entra a Chiloé para su conquista, fue sin resistencia alguna. Entró con una fuerza de sólo 60 hombres, la mayor parte gallegos. No hay antecedentes acerca de la presencia de músicos en este grupo de hombres.
No obstante estos traen consigo su propia vivencia musical y las creaciones surgidas en esta parte de América están más o menos emparentadas con alguna melodía de ese vasto cancionero medieval.

En el cancionero español recopilado por Barbieri se advierte mucha influencia de lo popular. Contiene más de 400 canciones generalmente sobre una letra popular. Del siglo XIII tenemos también las Cantigas de Alfonso X, el Sabio (1221-1284). Son más de 400 cantigas reunidas en honor de la Virgen María. El lenguaje es un dialecto gallego portugués.

Del siglo XIV son el cancionero de Salinas y el del duque de Medinacelli. Otros cancioneros importantes son los de la Catedral de Segovia, el de la Biblioteca Colombina de Sevilla y el de la Universidad de Upsala. En el siglo XVI en todas las obras de vihuelistas españoles se observa el influjo del folklore andaluz.

En el siglo XVII adquiere gran preponderancia la guitarra, en cuyas obras y métodos se observan numerosos ejemplos populares.

El aporte indígena no consiste en la introducción de elementos musicales propios sino es resultado de las características que pasa a tener la adopción, por parte del huilliche, de los elementos musicales extranjeros. Se encuentra así que, cultivados por él, estos elementos adquieren una particular modalidad arcaica de gran vitalidad.

El Batallón Chiloé

Por otro lado los vientos independentistas se hacen sentir en la zona. De hecho los chilotes se sumaron a los conquistadores y respondieron a su llamado con hombres y dinero para la reconquista. En 1813 llegan cinco naves españolas a reclutar gentes para someter a los revolucionarios chilenos y argentinos, formando el batallón Chiloé. Esta fue la principal base del ejército realista. Allí se crea una magnífica banda compuesta por diez tambores mayores, ocho tambores segundos, cuatro pitos y cuatro cornetas.
Escribió don Aurelio Díaz Mesa: "Ia gente quería vivir en paz en sus terruños y parcelas y que se acabara la guerra, de la que culpan exclusivamente a los osorninos y valdivianos por querer apoderarse de esas "tierrecitas" que eran de ellos y de Rey, nuestro Señor" ... y para qué "querrán" tanto terreno esos osorninos, Señ del Cielo...?".

La derrota militar del archipiélago se produjo el año 1826, y aunque hubo buenos intendentes, el gobierno desatendió la ayuda económica a esta provincia austral.

Suscitado el conflicto bélico entre Chile y España en 1865, en gran parte de la población isleña renació la esperanza de un retorno a la dependencia de la corona hispana, cuya fidelidad se mantenía latente.

Al término del litigio la tranquilidad retornó hasta el día de hoy.

Los viajeros

Muchos de los viajeros que surcaron estas aguas, por ser el último paso entre el océano Pacífico y el Atlántico, traían las nuevas modas, los nuevos bailes e instrumentos. Como lo señala John Byron en 1741: "Ias mujeres son muy hermosas, tienen buenas voces y puntean un poco la guitarra".

El capitán Blanckley escribió en 1834 en Londres: "Ios chilotes son muy aficionados a la música y fue para nosotros una sorpresa agradable oir algunos de los mejores trozos de óperas de Rossini, cantadas al piano, instrumento que es muy común en San Carlos. También las mujeres son tan apasionadas al baile que no deslucirían en los mejores salones de Europa".

Otra cr¢nica, fechada en París en 1855, atribuida a Gustave Dubose, relata impresiones de San Carlos de Chiloé: "Ta distracción más frecuente es la danza. Además del vais tienen muchos originales del país como el fandango, la pericona y el cuando. El fandango es una danza un tanto lasciva, sin gran valor y pobre en figuras. Se baila entre dos personas y consiste en verdaderas piruetas, saltos, avances y retrocesos con un taconeo continuo y ensordecedor. La mujer tiene en una mano un pañuelo que agita de vez en cuando, amenazando a su bailarín. El instrumento más usado es la guitarra de cuatro y cinco cuerdas, tañida fuertemente durante toda la danza, con sus dos acordes que se repiten sin cesar, acompañadas de algunas palabras que cantan a un tono distraído, con voz nasal".

Una curiosa mención señala el músico chileno José Zapiola. En sus "Recuercios de 30 años", dice: "Cuando en 1850 fuimos a parar a Castro, en esos días de Pascua de Navidad toda la música de aquella fiesta tan popular se reducía a una especie de viola horriblemente tocada!".

El 13 de marzo del mismo año visita la región el obispo Justo Donoso: "los fiscales y sotas son por lo común los cantores de cada capilla y tienen gran cuidado en enseñar a sus hijos el canto y la lectura del latín que ellos también aprendieron de sus padres. Los instrumentos que acompañan el canto son el violín, la flauta y la guitarra y los tocan (de cierto con hábil destreza) no han tenido más principio ni otro maestro que su atinado y exquisito oído. En el coro una linda misa de cinco o seis cantores, acompañados de seis violines, dos flautas y una bandurria, instrumento parecido al violín pero de tres cuerdas. Se toca con una pluma gruesa y cortada a la manera de las que sirven para escribir. Parecíame el coro harto preferible al de la capilla de la Catedral de Santiago en los días de gran solemnidad".

Sociedades Musicales

En 1800 llegan los primeros pianos. Más tarde, en 1900 aparecen las pianolas y los autopiano, pero con la humedad de la zona pronto se destemplan o los ataca un insecto conocido con el nombre de broma.

En 1833 se funda la Sociedad Musical de San Carlos de Chiloé, la que estimulaba los bailes de salón como parte de su labor recreativa para los sectores altos de la sociedad.

Según el censo de 1865, ocho eran los músicos profesionales que habitaban en Ancud y uno en Carelmapu. En los demás departamentos no se registran datos.

A principios del siglo XX se publica el libro del Padre Cavada "Chiloé y los chilotes" (1914), que realiza un estudio de las danzas tradicionales.

A mediados del siglo pasado se crean las agrupaciones corales y conjuntos folklóricos, labor desarrollada especialmente por el magisterio. También hay uno que otro intento de formar conjuntos de música de cámara.

Desde mediados del siglo XIX se inicia en Chile el interés y el estudio de los orígenes y raíces de la música tradicional. Adolfo Valderrama y sus estudios pioneros sobre la tonada, el corrido y la paya, al igual que Zorobabel Rodríguez y sus investigaciones sobre las décimas abrieron un campo en el que más tarde, en 1909, con el impulso de Rodolfo Lenz se fundaría la Sociedad de Folklore Chileno.

En 1943, con el apoyo de Oreste Plath, se funda la Asociación Folkl¢rica Chilena. El mismo año la Universidad de Chile crea el Instituto de Investigaciones Folklóricas, que fomenta el trabajo de diversos grupos, publica discos y fomenta la investigación y registro del acervo musical chileno.

Más tarde la aparición de compositores y recopiladores institucionalizan al cultor folklórico como agente fundamental en la conservación de los patrimonios locales, esencial en la preservación de la tradición musical del archipiélago.