La Revista Musical Chilena ha identificado como sus principales áreas de interés, la cultura musical de Chile, considerando tanto los aspectos musicales propiamente tales, como el marco histórico y sociocultural, desde la perspectiva de la musicología y de otras disciplinas relacionadas. Incorpora contenidos vinculados a compositores, ejecutantes e instrumentos de la música de arte, folclórica, popular urbana e indígena, al igual que artículos atinentes a manuscritos, investigadores, aspectos teóricos y modelos musicológicos, además de nuevos enfoques de la musicología como disciplina, tanto en Chile como en América Latina.
1862: | El periódico El Ferrocarril informa que los señores M. Barbier y V. Segovia han formado una empresa con el fin de reunir a suscriptores para: "construir en esta capital un nuevo teatro destinado a la representación de zarzuela". |
Leng, Allende y Cotapos
A comienzos del siglo XX, poco se sabía en Chile de la música vocal de Palestrina o de la música orquestal de Brahms; sin embargo, obras de Bach, Beethoven, Mendelssohn, Chopin, Liszt, o Debussy podían escucharse con cierta regularidad en los diversos recitales que pianistas chilenos ofrecían en Santiago, Valparaíso o Concepción. El notable desarrollo alcanzado por el piano en nuestro país durante los primeros años del nuevo siglo estaba sustentado en cuatro factores básicos: la práctica doméstica de la música, sistematizada en Chile desde el siglo XVIII; la llegada de destacados intérpretes y profesores extranjeros durante el siglo XIX; la institucionalización de la docencia musical especializada, y la entrega de becas por parte del Estado. De este modo, a comienzos de siglo se había multiplicado la práctica del piano en las casas chilenas, alimentada por una prolífera labor editorial y por un siglo de presencia del instrumento en nuestro suelo. En este estimulante medio surgieron destacadas personalidades artísticas ligadas a la docencia e interpretación del piano, como Rosita Renard, Juan Reyes, Claudio Arrau y Alberto García Guerrero. Seguir leyendo...
Los inicios del piano en Chile
Del clave al piano: feminismo y aristocracia
Hasta 1700 en Chile no se conoció más instrumento de teclado que el órgano; sin embargo, con el inicio de siglo hizo su aparición el clave. Este, según Pereira Salas, "produjo tal entusiasmo en los melómanos y en el pueblo mismo que todavía Valparaíso conserva una calle que eterniza el recuerdo de su introducción. Por la calle del Clave vieron los porteños desfilar el primoroso instrumento que iba a dar nuevo brillo a la ejecución musical", la que vuelve a revolucionarse con la llegada del piano, en la última década del siglo dieciocho. Seguir leyendo...
Los instrumentos musicales nacionales
Instrumentos típicos: charango, mandolino, quena, pinquillo o pincullo, tarcas o anatas, flautón chino, quenacho o liquiguayo, trompeta, trombón, tuba, pututo, bombo, Guacara o bombo más pequeño, tambor, caja, matraca y pandereta de gitano.
Lo más significativo del área atacameña -desde San Pedro de Atacama hasta la cuidad de Copiapó- es la supervivencia musical de los antiguos Lican antai o atacameños. La música de los actuales atacameños, está asociada a ritos indígenas precolombinos, que coexisten con el culto católico como la Festividad de Pedro de Atacama, en el pueblo del mismo nombre. Aquí se usan algunos de los instrumentos del área andina como le flautón chino y el tambor. Seguir leyendo...
Como nacen las melodías
Dicen que no hay recetas ni momentos determinados para que lleguen las llamadas "musas inspiradoras". Que no es un proceso mecánico ni con reglas fijas y que la obra que en una ocasión les tomó sólo un día hacer, en otra, bien puede demorarles meses o aun años.
Así definen los compositores su trabajo de creación artística, cualquiera sea el género que cultivan: música folclórica, docta o popular. Cada uno en su estilo, quienes se dedican a inventar nuevas melodías reconocen que su trabajo recoge mucho de lo que ya se ha creado, y que al momento de hacer lo suyo, ese influjo está presente. Seguir leyendo...
Los ochenta y noventa por sí mismos
Las décadas de los ochenta y noventa fueron bastante proclives a mirarse a sí mismas. En su momento, cada una de ellas intentó definirse o encontrar sus características más propias.
Conviene añadir que estas visiones tan abarcantes responden generalmente a inquietudes juveniles, ya que por lo general es a esa edad cuando se permiten empresas tan ambiciosas y generalizadoras. Sin embargo, por un fenómeno peculiar, estos arranques juveniles a primera vista descartables logran propagarse y contagiar la perspectiva que se llega a tener sobre las épocas enteras. Seguir leyendo...