EL CANTO MEDIATIZADO

DÍAS DE RADIO



La radio tampoco fue un invento concebido primordialmente para difundir música, sino que para transmitir y recibir mensajes. En Gran Bretaña se usaba como sustituto del telégrafo, y en Estados Unidos se enfatizaba su uso como transmisor de información noticiosa y comercial.Hasta comienzos de la década de 1920 los receptores de radio lucían más como aparatos de laboratorio que como objetos de salón[16]. Los modelos a batería norteamericanos y franceses de la época parecían radiotransmisores militares, ya que para ese fin habían sido diseñados[17].

El uso civil del invento reveló su potencial comercial, logrando a fines de la década de 1920 su entrada triunfal al salón burgués, no sin antes transformarse en fino mueble de diseño, como ya había sucedido con el fonógrafo. Fábricas holandesas, alemanas, francesas y norteamericanas cubrieron de madera y baquelita controles y tubos, e instalaron un altavoz cubierto en el frente del aparato. A comienzos de la década de 1930, el mercado radiofónico ofrecía una gran variedad de diseños, destacándose las radio tipo catedral "que con sus arcos ojivales de madera custodiaban milagrosamente el invento" (Gutiérrez 1999).

Durante el mandato de Adolf Hitler, el altavoz de las radios domésticas alemanas ocupó casi todo en frente del aparato, disminuyéndose el espacio destinado a los controles, en una clara metáfora del desequilibrio dictatorial entre emisión y selección. "Sin el altavoz, nunca habríamos conquistado Alemania", señala Hitler en el Manual de Radio Alemana[18].

El cambio del modelo de laboratorio al de salón produjo un aumento radical en la demanda de receptores: en Estados Unidos se fabricaron 250.000 aparatos en 1922 contra 4.500.0000 en 1929. El aumento de radioemisoras fue similar, pues en 1927 ya existían cuatro cadenas radiales en Estados Unidos que transmitían los mismos programas diarios en diferentes ciudades del país, muchos de ellos auspiciados por firmas comerciales[19]. Hacia mediados de la década de 1920 se transmitían programas radiales en la mayor parte de los países europeos, en Japón y en India[20]. Chile también participaba de este nuevo fenómeno, realizándose la primera transmisión radial en el país el 19 de agosto de 1922 desde el edificio del diario El Mercurio de Santiago[21].

La invención de tubos de menor tamaño en 1940 permitió la reducción de los receptores; la radio comenzaba su tránsito del salón al dormitorio. De este modo, en 1941 se triplicó el número de aparatos fabricados en Estados Unidos respecto a 1929, llegándose a los 13.000.000[22].

La radiodifusión se desarrollaría según el concepto de emisión pública y recepción privada, creándose un nuevo tipo de público, que participaba simultáneamente de un evento sin estar en el mismo lugar. Este hecho elevó a dimensiones insospechadas la masificación y popularización de la música, que podía llegar a millones de auditores cómodamente instalados en la privacidad de su hogar. Al mismo tiempo, la diseminación de receptores por el mundo contribuyó a la circulación de repertorios locales, que ahora alcanzaban audiencias nacionales e internacionales, produciendo los consiguientes fenómenos de homogeneización y diversificación, paradojalmente en forma simultánea.

Para los propios músicos, el estudio y el auditorio radial constituyeron hasta la década de 1950 un campo central de práctica, aprendizaje y labor artística. Las radios contaban con elencos estables que incluían cantantes, pianistas, orquestasy directores, que interpretaban, componían y orquestaban para la radioemisora. Un pianista que hacía su práctica en un auditorio radial podía adquirir una mayor capacidad de improvisación, destreza de acompañamiento, habilidad para transportar y memoria auditiva que muchos de sus compañeros de conservatorio[23].

Con la utilización comercial de la radio, el disco había encontrado un serio competidor en la penetración musical del espacio doméstico. Las ventas bajaron dramáticamente y en 1923 Columbia quedó al borde de la quiebra y Europa tuvo que reordenar el negocio. La radio, sin embargo, con sus micrófonos, amplificadores y altavoces eléctricos, permitirá mejorar sustancialmente la grabación y reproducción sonora, aumentando el rango de frecuencia y dinámica del sonido, lo que traerá un gran beneficio para el desarrollo de la industria discográfica postdepresión[24]. Asimismo, la radio llegará a ser el principal medio difusor de las nuevas producciones discográficas [25], y generará la necesidad de mejorar sustancialmente el cobro y recolección de los derechos de autor.


(16) Ver, por ejemplo, modelo de 1923 de la radio de 5 válvulas Atwater-Kent, fabricada en Estados Unidos, en la Colección Félix Valencia.
(17) Ver catálogo Colección Félix Valencia.
(18) En Attali 1985: V.
(19) Ver The New Encyclopedia Britannica 1995: 15: 210.
(20) En 1922 existían 7 emisoras en Europa, y en Argentina también estaba comenzando la radiodifusión (Bonnefoy et al. 1988: 5)
(21) Ver Corona 1993: 87
(22) Ver Colección Félix Valencia 1999.
(23) En la década de 1940, hasta un 30% de los programas radiales difundidos en Chile eran en vivo, y en ellos participaba un 70% de artistas chilenos. Entre 1943 y 1950 un 30% de los artistas radiodifundidos debían ser chilenos, lo que corresponde al porcentaje histórico máximo de consumo musical nacional en el país. Ver Fuenzalida 1985: 9.
(24) La comercialización del Wurlitzer en 1934 permitió la recuperación de las grandes compañías discográficas, e hizo que la industria comenzara a ser definida por gustos más populares. Ver Frith 1988: 17; y Gronow 1998: 37.
(25) Surgiendo el disc-jockey y la práctica de la payola, comisión pagada al disc-jockey por el sello discográfico por la difusión de sus discos. Su generalización en Estados Unidos a mediados de la década de 1950 llevó al Congreso norteamericano a declarar esta práctica ilegal.