EL CANTO MEDIATIZADO

CANTANDO SIN SOBRESALTOS



La utilización del micrófono como medio para amplificar y proyectar la voz produjo importantes transformaciones en la forma de cantar y en nuestra propia concepción estética del canto. Para un cantante que se iniciaba en su arte, podía no ser necesario llevar la voz a un alto grado de rendimiento en cuanto a expansión pulmonar, presión y flujo de aire, tonificación y relajación de músculos intercostales y faciales, y otras técnicas del canto lírico. Bastaba con acercar sus labios al micrófono y susurrar la letra de la canción.

Bing Crosby (1903-1977) fue el primero en explotar la nueva forma de canto con micrófono, creando un estilo marcado por lo que se denominó una "indiferencia natural", con un fraseo informal y una voz sin sobrecargos[26]. Crosby llevó el estilo crooning de los cantantes de jazz al ámbito de la música popular, adoptando una expresión sensual y ondulante, con voz de garganta, entonación con "portamentos" y la necesidad de cantar a menos volumen ante el micrófono[27]. Este estilo se vinculó con facilidad a la llamada "canción melódica", interpretada por cantantes masculinos. Junto a Bing Crosby se destacaron Al Bowlly (1898-1941) y Rudy Valee (1901-1986).

El carácter despreocupado y sentimental que al comienzo adquirió el canto con micrófono produjo el rechazo de sectores más conservadores que sentían que se estaba desnaturalizando la verdadera forma de cantar. Este fue el caso de la BBC de Londres, que al recibir los primeros discos de Bing Crosby en 1936 los rechazó por "sensibleros"[28].

El canto relajado era el indicado para una melodía gradual y sin sobresaltos, característica de la canción popular mediatizada, también llamada "melódica" y "romántica". No serán los grandes saltos, las tesituras extremas, las ornamentaciones cromáticas o las melodías dodecafónicas las que desafiarán a este cantante moderno, sino que la construcción de una individualidad de estilo lograda por un timbre propio, una particular manera de frasear y pronunciar, la utilización de interjecciones de la voz hablada, el uso del falsete, el manejo de la distancia y orientación del micrófono.

El desarrollo de la "canción melódica" está vinculado a la industria de la canción en Estados Unidos, en lo que se llamó el fenómeno del Tin Pan Alley de comienzos del siglo XX. Este era el apodo del callejón de Manhattan donde estaban las oficinas de las principales editoras de canciones, y hacía referencia al sonido que provocaban los pianos con que las editoras probaban la acogida de nuevo repertorio frente a distintas audiencias contratadas. Estas eran canciones "literatas", surgidas de tradiciones burguesas de música doméstica y portadoras de sentimientos individuales más que colectivos. El texto tiene un papel protagónico y será modulado cuidadosamente por el cantante, al igual que en el bolero.

Con el micrófono, el cantante tiene el oído del auditor en su mano y puede susurrarle la canción como si sólo estuviera cantándole a él. Este hecho dio pie para que se criticara la "intimidad forzada" que producía el nuevo estilo de canto. Esta intimidad sugería un tipo de relación más personal con el público, ideal para el espacio doméstico donde se difundirá la canción popular mediatizada durante el siglo XX.

A fines de la década de 1920 surge el cantante de música popular como un intérprete especializado. El público seguirá a su artista favorito, identificándolo con su repertorio, lo que contribuirá a la rápida difusión y aceptación de la canción popular. La fama del cantante empezará a ser creada mediante la publicidad, y la aparición de las "estrellas del disco" supondrá la creación de gustos y el manejo de la demanda, donde contribuirán el cine, la prensa especializada, el disc-jockey y las tablas de popularidad.

El cine sonoro potenció el desarrollo de la música popular tal como existía en la radio y el disco, pero también produjo la aparición de nuevos estilos performativos, como los del charro cantor o del singing cowboy, además de la transnacionalización del compadrito cantor, la cantante rumbera y la estrella de rock'n roll. De este modo, el cine será el medio de mayor impacto en la difusión transcultural de repertorios y cantantes entre 1930 y 1960.

La tecnología del sonido fue penetrando cada vez más en el espacio privado del auditor. Si primero fue el fonógrafo y la radio los que entraron al salón burgués como muebles, luego será el tocadiscos portátil el que entrará a la habitación del adolescente como un juguete tecnológico. Finalmente la casete y el disco compacto nos seguirán a todas partes.

La privatización del consumo del disco y de la radio produjo la diseminación de una variedad de formas musicales al hogar y su estructuración en la escena doméstica, transmutados por la privacidad y el confort del hogar, como señala Middleton (1990: 84). Si bien la audiencia aumentará enormemente, adquiriendo un peso que nunca antes tuvo, el consumo individual disminuirá nuestra participación social en torno a la música, quedando una buena parte de nuestros gustos musicales en manos del mercado.


(26) Ver Clarke 1989: 300-301.
(27) Ver Chanan 1995: 68.
(28) Ver Frith 1988: 178.