HISTORIA DEL HIMNO NACIONAL

EL HIMNO NACIONAL ARGENTINO



Superada la equívoca etapa de la Reconquista, aún caliente la tierra con el recuerdo de las grandes batallas, florecieron en la Patria Nueva las canciones e himnos patrióticos, pero ninguno de ellos mereció todavía la sanción de canción nacional. En parte porque, impactada simpáticamente la ciudadanía por las bandas militares argentinas, reconocida también a la obra de sus armas que la habían liberado de una opresión mortificante, y no definida aún esa valla que separa como hoy las nacionalidades, en una opinión pública que se consideraba primordialmente americana y envuelta en una empresa continental, el HIMNO NACIONAL ARGENTINO, ejecutado como era natural en multitud de ocasiones, captó con su eufonía los sentidos y cobró vida nacional como expresión de nuestra libertad.

El HIMNO NACIONAL ARGENTINO, con letra de Vicente López y música de Blas Parera, que llegó con el Ejército de los Andes, era el que se escuchaba, luego de Chacabuco y Maipo, en las grandes solemnidades. San Martín gustaba cantarlo en los saraos, con su bien timbrada voz de bajo. Este mismo Himno se entonó en la solemne celebración del primer 18 de septembre libre, en 1817, en el baile ofrecido en el palacio presidencial de Santiago. También se cantó en las fiestas del mismo aniversario en Talca, cuando se enarboló por primera vez el nuevo pabellón chileno.

En septiembre de 1817, en la recepción que ofreció el enviado argentino y que fue el acto de mayor relevancia de esas fiestas patrias, "a la entrada del General San Martín rompió la Marcha Nacional (argentina), que entonó todo el concurso". En Talca, nos refiere una relación, lo propio hicieron los niños de las escuelas "al rayar el sol" de ese día 18, encabezados por el gobernador "y demás concurrentes". Se cantó otra vez en la tarde; pero en la noche, en la Gobernación, "las señoras cantaron distintos himnos patriotas".

Pero en 1818, cobijados ya los chilenos bajo una enseña que habría de ser la definitiva y empezados a tomar conciencia de su condición de pueblo soberano, ese Himno hubo de dar paso a manifestaciones de espíritu y contenido nacionalistas.

Luego, en febrero de 1818, en el bando que instruyó sobre los detalles de la ceremonia con que se proclamaría la Independencia, ya no se menciona la "marcha nacional" o "canción de la Patria". Dispuso ese bando, que regló también los actos de la jura en otras ciudades y villas, que, al aparecer el sol, se enarbolara la bandera nacional (la actual) en la plaza mayor: "habrá un saludo general y uniforme del pueblo y tropa; se hará una salva triple en la fortaleza (del Santa Lucía) y repicarán todas las campanas de la ciudad. Seguirán después por su orden todos los alumnos de las escuelas públicas presididos de sus maestros a cantar al pie de la bandera los himnos patrióticos y alusivos al objeto que tendrán preparados". Y se cumplió en tales términos. Una relación contemporánea de las ceremonias y alborozo de esos días en Santiago refiere que se produjeron composiciones novedosas: "Luego se acercaron por su orden los alumnos de todas las escuelas públicas y, puestos alrededor de la bandera, cantaron a la Patria himnos de alegría que excitaban un doble interés por su objeto y por la suerte venturosa que debe esperar la generación naciente, destinada a recoger los primeros frutos de nuestras fatigas".