HISTORIA DEL ROCK CHILENO

NUEVO POP CHILENO



Entre 1983 y 1984 florecen las protestas masivas y la disconformidad social. Toda la energía rebelde acumulada desemboca en una fuerte espiral de movilizaciones sociales; las franjas más castigadas por el régimen militar parecen despertar de un prolongado letargo; la represión oficial se ve sobrepasada por la inusitada dimensión de las manifestaciones callejeras hasta ese instante aisladas y poco masivas-. La autoridad se ve obligada a ceder, propiciando una relativa apertura, situación que aprovecha como agente catalizador.

A partir de entonces se reorganiza la arena política y los partidos comienzan a ocupar espacios en la prensa. Las colectividades de izquierda y centro, que habían permanecido casi 13 años silenciosas, comienzan -con diferentes grados de permisividad- a actuar de manera más abierta en sindicatos, universidades y al interior de diversas organizaciones sociales. Gente con ideas comunes comienza a reconocerse más allá del restringido circuito que hasta entonces manejaba la oposición. Ya a estas alturas, los mitines y grandes reuniones políticas son asumidas con mayor normalidad.

La gran mayoría de los jóvenes, crecidos bajo una trama social atomizada y vigilada por la censura y el pensamiento hegemónico del estado militar, trata entonces -con más intuición que formación- de ir plasmando una actitud particular frente a las cosas, sobrepasando en algunos casos ideologías y dogmas. Este segmento comienza a sentirse ajeno al espíritu lúgubre de las peñas -que por entonces recogen la resaca del Canto Nuevo- y la manifestación musical del exilio, que les parecen poco representativas de su vivencia. Por otro lado, la expresión rockera y el circuito de los gimnasios se ha quedado en antiguas fórmulas que tampoco les interpreta. El rock con raíz latinoamericana se encuentra también disperso y falto de imaginación. Los Jaivas ven fracasado su sistema de autoproducción debido a la intensa actividad pirata y la fría recepción de su trabajo "Obras de Violeta Parra", desapareciendo de la escena nacional por tres años. Congreso viaja a Argentina, donde edita el trabajo "Pájaros de Arcilla", de corte instrumental, que no obtuvo la repercusión esperada, tras lo cual entra en un nuevo receso.

El joven mundo político militante ha comenzado a reconstituirse con nuevos actores que, embelesados por la posibilidad de espacios, tratan de reflotar el proyecto cultural de los '60. Imbuidos de un espíritu romántico, enarbolan el rol del arte y su papel táctico, pero en un instante histórico en el que no existe un referente teórico sólido, una reflexión o discurso en torno a la estética marxista y sus derivaciones (realismo socialista, hegemonía cultural). Esta plataforma fue encabezada por los partidos "históricos" de izquierda (PS, PC) e irradiado a partir de los campus universitarios. Con una militancia minoritaria, lograron sumar a un gran segmento juvenil -universitarios, secundarios y poblacionales- que adhería a este proyecto en pos del cambio de sistema, representado en Augusto Pinochet. En relación a la producción artística se genera entonces, una utilización en vías de logros políticos, que transitan desde un macro-objetivo anti dictatorial a uno sesgado, que propicia el crecimiento del partido como un fin en sí mismo. La referencia más sensible en este sentido se encuentra en la JJCC, quienes toman y fetichizan parte de la tradición artística, como Víctor Jara, Pablo Neruda y Violeta Parra. En este escenario, seguirán apareciendo cultores que fuerzan el sentido de su obra y otros que fabrican panfletos para estar acordes al momento.

Es aquí donde surge un grupo de alcance insospechado: Los Prisioneros. Ellos comenzaron a perfilarse como un fenómeno masivo que logró rasgos distintivos, tanto en el texto como en la forma musical, así como en su peculiar relación con los circuitos de distribución.

Por una parte, son el reflejo directo de toda una masa inmersa en la ignorancia política y cultural de aquel entonces. Por otra, canalizan una especie de actualización repentina, pues reemplazan los moldes rockeros conocidos por la reciente New Wave. Esta nueva tendencia fue rotulada por sus cultores como Nuevo Pop Chileno y presentaba elementos que pueden ser enumerados de la siguiente manera:

  1. Recogía todas las vertientes rockeras que no habían llegado a Chile y que se habían desarrollado de forma incipiente en Europa y EE.UU. Desde 1976, tales como el Punk, la New Wave, el Dark y el Tecno. Por ende toman, en algunos casos, estructuras musicales de fines de los '50 y mediados de los '60, recogiendo además elementos expresivos del texto provenientes del Glam Rock, los que fueran absorbidos indirectamente por los vocalistas Punk.
  2. Todos estos componentes se mezclan, muchas veces con aportes de la música popular melódica y la balada internacional.
  3. Los textos presentan una ausencia total de maquillaje, metáfora o eufemismo, en contraposición al imaginado del Canto Nuevo. En el caso de Los Prisioneros, hay una fuerte carga transgresora en lo político, así como la introducción de la crónica social.
  4. Todos cultivan la forma canción.
  5. Los iniciadores de este movimiento, Pinochet Boys, Primeros Auxilios, Electrodomésticos, Banda'69, Emociones Clandestinas y Los Prisioneros, se mueven primero en circuitos elitarios. No es sino hasta la llegada de estos últimos a los medios de comunicación que esta música se hace masiva. Este caso reviste paradojas, pues teniendo, en los inicios de su carrera, presentaciones en circuitos populares (Anfiteatro San Miguel, Manuel Plaza), fueron rechazados por el público, siendo acogidos y mistificados por el circuito cult, que los viera en recintos como la Plaza del Mulato Gil de Castro, Campus Las Encinas (U. de Chile) y El Trolley.


La síntesis tercermundista lograda por Los Prisioneros es intuitiva y está dada por un texto absolutamente local y una sonoridad que, si bien responde al sonido Clash, tiene las características propias de una tecnología precaria, lo que reafirma y resalta la procedencia de la creación. Tomando uno de los preceptos básicos del punk (hacer música con los instrumentos que tengas a mano), dan cuenta -sin quererlo- de su condición latinoamericana.

Oriundos de San Miguel e hijos de un liceo fiscal, Jorge González (voz, bajo); Claudio Narea (guitarra, voz); y Miguel Tapia (batería, voz) constituyeron una inseparable cofradía, desde la cual desarrollaron elementos básicos de sentido crítico, los que más tarde sostuvieron sus primeras obras.

Todas las circunstancias que rodeaban al fenómeno Prisioneros fueron el reflejo de un estado mental latente, el producto de una serie de claves políticas, históricas y culturales que necesitaban un punto de expresión y que generaron en torno al grupo un mito sin precedentes. Desde el punto de vista del lenguaje, golpean los patrones ideológicos imperantes en el país.

En una primera instancia, provocaron el rechazo de la joven militancia. Este dio paso a una posterior aceptación a medida que van ensanchando sus perspectivas y presencian la gradual toma de postura del grupo, que pasa de un apoliticismo anárquico a la mención de situaciones contingentes, que evidencian la descomposición del sistema.

El primer cassette de Los Prisioneros, "La Voz de los '80" fue una producción gestionada por su manager Carlos Fonseca y editado a mediados de 1984, bajo etiqueta FUSION. La curva de venta grafica la consolidación del fenómeno a lo largo de casi dos años. En Enero del '86 aparece entre los discos más vendidos. La preferencia de ventas sube progresivamente hasta alcanzar el primer lugar absoluto por espacio de 17 semanas, cifra no alcanzada por ningún otro grupo ni solista durante el año.

Los ribetes de este fenómeno no fueron excepcionales: los medios de comunicación -incapaces de dar cuenta de los verdaderos intereses culturales de las mayorías jóvenes y acostumbrados a imponer gustos y modas- difunden sólo un tema de este trabajo: "La Voz de los '80". Entra a parrilla durante la semana del 8 al 14 de mayo de 1986, ocupando el lugar 18 del ranking elaborado por Revista VEA. El título desapareció a la semana siguiente, no siendo reemplazado por ningún otro tema del cassette. Esta situación es revertida por su segundo trabajo, "Pateando Piedras" (1986), el que ubica más de un tema en los rankings radiales ("Por qué no se van", "Muevan las industrias", "El Baile de los que sobran"), repercutiendo en la asistencia a sus conciertos, llegando en la FERBIO a 45 mil personas.

Para escuchar:

La voz de los 80 - Los Prisioneros
Muevan las industrias - Los Prisioneros


El movimiento Pop logró su clímax entre 1986 y 1987, sumándose a los iniciadores (liderados por Los Prisioneros), una nueva oleada: UPA, Los Dada, Aparato Raro, Paraíso Perdido, como también una serie de imitadores maqueteados para la ocasión, que atraídos por la creciente cobertura y posibilidades de marketing entran a la arena musical (Cinema, Engrupo, Valija Diplomática, Nadie Q.E.P.). La escena periodística articula un circuito informativo sustentado en publicaciones como "Super Rock" -de la revista VEA-, "Clip" -suplemento de LAS ULTIMAS NOTICIAS-, siempre condicionadas por la censura, la desinformación, la inmediatez y escaso alcance técnico, promoviendo la idea de que el rock en Chile había nacido a raíz del Pop.

Para escuchar:

Calibraciones - Aparato Raro


"Pateando piedras" estableció records de venta no vistos desde el single "Todos juntos". Obtuvo el primer lugar por 17 semanas consecutivas, manteniéndose entre los más vendidos durante 25 semanas, produciéndose una baja entre febrero y marzo de 1987, año en que el pop hace su aparición en el Festival de Viña, representado por Cinema y UPA. Debido a la censura reinante, Los Prisioneros -candidatos naturales a este show- se encontraban vedados.

El sonido más duro del rock da paso, a un tecno-pop que luego de "La Cultura de la Basura" (1987), llega a su expresión máxima en "Corazones" (1990), trabajando íntegramente a partir de secuencias armónico-rítmicas programadas. Esta producción no contó con la participación de Claudio Narea, marcando con su alejamiento el camino para la disolución de la banda, la que se concretará en 1992. Así, este publicitado instante que tuvo su raíz en una necesidad expresiva verdadera, irá decayendo producto de su inconsistencia, la explotación desmedida, la ausencia de circuitos reales, público permanente -que no estuviera motivado sólo por el boom publicitario-, el no reconocimiento de expresiones laterales, y el vaciamiento torpe al que fue sometido por muchos de sus cultores, alentados por una pasajera fama.

Una vez agotado el boom, la prensa, la radio y la TV retirarán de manera común e instantánea su interesado apoyo. Detrás de sí quedará un caudal de fonogramas y una incipiente industria del video-clip (que encuentra su antecedente en trabajos experimentales como "Noticiero crónico" de Oscar Andrade).

Durante el desarrollo del Nuevo Pop surgirán algunas propuestas diferentes que no alcanzarán a constituir movimiento y que tampoco tendrán cabida dentro del mercado. Entre éstas podemos mencionar a Fulano, Compañero de Viajes, De Kiruza, Mauricio Redolés, Huara. Todos ellos desarrollan una expresión no equivalente al pop y más bien caracterizadas por la búsqueda de nuevos lenguajes. Hacia los '90 aparecerán Sexual Democracia, Los Tres, y resurgirán con nuevos proyectos y registros Andrés Godoy & La Divina Paciencia y Rudy Wiedmaier & La Nave. Junto a ellos Congreso edita un nuevo largaduración "Estoy que me muero", quizás uno de los mejores de su trayectoria, caracterizado por una vuelta a la canción y el regreso de Francisco Sazo.

En otro plano, el circuito de gimnasios que ya se ha consolidado, recoge nuevos cultores en el Thrash, con grupos como Massacre, Warparth, Pentagram (1985), Chronos (1986), Necrosis y Dorso (1987, quienes proponen una notable síntesis). Esta vertiente encuentra su línea filiatoria en antecedentes históricos como Aguaturbia y Tumulto.

Para escuchar:

En Mejillones yo tuve un amor - Sexual Democracia