HISTORIA DEL HIMNO NACIONAL

INTRODUCCIÓN

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Durante la Patria Vieja no hubo Canción Nacional. De los símbolos patrios tales como la bandera y el escudo, el himno nacional fue el que más tardó en cristalizar. Por sus caracteres políticos y por su tono marcial, no obstante, pueden considerarse como su primer antecedente el airoso HIMNO DE YERBAS BUENAS (texto de Bernardo de Vera y Pintado) y el encendido HIMNO DEL INSTITUTO NACIONAL (texto de Fray Camilo Henríquez), verdaderas reliquias, por fortuna conservadas. Aunque no se tienen pruebas estrictas, la música de ambos himnos es atribuida al entonces maestro de capilla de la Catedral de Santiago, José Antonio González, por Eugenio Pereira Salas.

Con la solemnidad y el regocijo que es fácil suponer, el 2 de mayo de 1813 se cantó por primera vez el HIMNO A LA VICTORIA DE YERBAS BUENAS, que en su coro decía:

Salve, Patria adorada,
Amable, encantadora,
El corazón te adora
Como a su gran deidad.


El manuscrito de este himno se encuentra en la Biblioteca de la Catedral de Santiago.

El HIMNO DEL INSTITUTO NACIONAL se estrenó el 10 de agosto de 1813, en la solemne inauguración del primer plantel educacional de la República. Se conocen dos variantes de este himno. Una se encuentra en la Biblioteca de la Catedral; otra entre los papeles de José Zapiola, en poder de Eugenio Pereira Salas.

Ambos himnos han sido reducidos a partituras por el compositor Jorge Urrutia Blondel.

José Antonio González fue discípulo de José Campderrós, a quien sucedió en 1802 como maestro de capilla de la Iglesia Catedral. En 1817 fue acusado de antipatriota y confinado a Mendoza. Su brillante defensa le permitió ser restablecido en su puesto, que conservó hasta el año 1833.


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