Merino Montero, Luis (2005)

Cora Bindhoff tuvo una multifacética labor en la música chilena.
Al cumplirse un decenio de su partida, el formidable legado que nos dejó mantiene plena vigencia, acorde con el amor que ella tuvo por la música, como un componente fundamental en la formación integral del ser humano.
El 27 de octubre de 1995, a la edad de 90 años, falleció en Santiago la gran educadora Cora Bindhoff. Gracias a los estudios que realizó en prestigiadas instituciones de Chile, Argentina, Bélgica y Alemania (Berlín), alcanzó una completa preparación en la música que le permitió desempeñarse, entre otros cargos, como profesora de cátedra de piano del entonces Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de Chile.
Fue en la educación musical general donde concentró una parte importante de su vida y su quehacer, en lo que respecta al trabajo en aula, tanto como en los aspectos curriculares, técnicos, metodológicos y musicales.
El año 1966, señaló en la Revista Musical Chilena que la educación musical en las escuelas, "debe salir al encuentro y llevar la música a todos los niños sin distinción de condiciones específicas, como medio de enriquecer y recrear sus vidas capacitándoles para participar, en la medida de sus posibilidades, en las diferentes actividades musicales que incluyen la audición inteligente de la música culta, con comprensión de su lenguaje estilístico y formal; el canto coral, la actividad instrumental y dancística y la libre expresión creadora a través del movimiento, palabra y sonido musical". Seguir leyendo...
Muñoz H., Juan Antonio (2005)
Escuchar el disco "Isidora Zegers y su tiempo" es remitirse a un tiempo que se fue, a un repertorio de salón y a un ambiente que Chile ha tratado de mantener vivo: ese cenáculo de ideas y de música que todavía vibra gracias a la fuerza de personas como la pianista Erika Voehringer y el doctor Enrique del Solar, entre otros.
En el comportamiento social, la palabra "tertulia" designó las reuniones de personas que se juntaban para conversar y distraerse. Una extensión de esto se produjo cuando empezaron a ser un signo de buen gusto y les fue añadido algún pasatiempo musical. El salterio y el clavicordio, introducidos hacia 1765, eran los instrumentos por excelencia de las primeras tertulias; más tarde fue el turno del piano. Y los bailes, cuando los había, eran el fandango, el zapateo, el minuet y la contradanza.
Una vez iniciado el siglo XIX, la esposa del presidente Luis Muñoz de Guzmán, señora María Luisa Esterripa, mantuvo en palacio una de las más importantes tertulias chilenas. El musicólogo y compositor Samuel Claro Valdés, en su libro "Historia de la música en Chile", escribe que "llamada la Bella Marfisa, introdujo en la sociedad santiaguina muchas costumbres de buen tono, el cultivo social de la música y la afición al piano. En su tertulia se cantó la canción «Anise» de Bernardo Vera y Pintado y por su influjo se estrenó, en 1803, la loa «El amor vence al deber» de Juan Egaña". Seguir leyendo...
Contardo, Oscar (2005)
Arrabalera en su origen, la cueca brava resurgió en los 90 muy de la mano de La Negra Ester y con la ayuda de Los Tres y MTV. Quién lo diría. Cueca cool de viejos bravos y juventudes rupturistas.
Corría 1971 y el grupo Aparcoa, fiel exponente de la Nueva Canción Chilena, entra en contacto con Nano Núñez, cuequero de cueca brava, urbana, sin poncho ni tinajas, sino de terno, del que se guardaba para las visitas a las casas de gastar (de remolienda, se entiende), con un único objetivo: la fiesta. Aparcoa, muy por el contrario, era parte del legendario movimiento musical que había abrazado los sonidos andinos, el charango y la estética altiplánica como bandera de expresión de lo propiamente chileno, o al menos latinoamericano con fines más altruistas y menos carnavalescos. Mal que mal eran los setenta. Nano Núñez los escuchó, y en lugar de dar un juicio sobre su música, les preguntó: "¿Por qué en lugar de cantar con quena no cantan una cueca?". Seguir leyendo...
Carrizo, Alberto (Poeta y escritor) (2005)
Era sábado y la tarde avanzaba, en medio de las "cajas" y pitos y bombos que pregonaban la fe católica de la "Octava" de la Fiesta de La Tirana; la plaza Arica, del barrio El Colorado, estaba colmada de bailes iquiqueños, que venían a refrendar todo el ceremonial ya ofrecido en el desierto mítico y místico, donde cada año se produce el real "milagro" de las doscientos mil personas, venidas, no sólo de regiones nuestras, sino que de muchos puntos inimaginables del planeta.
Estandartes, palios y altares presidiendo los diversos grupos religiosos, voces ordenando el ritual que devendría pronto entrada al "calvario", saludo a la Virgen, danzas, misa del alba, horas y horas de nuevas ofrendas coreográficas de los centenares de danzantes-peregrinos-mandantes-servidores y finalmente la despedida.
Era un espacio emocionalmente sacro que desbordaba las calles adyacentes y con síntomas distintos a los observados en el poblado del desierto: ambiente sereno pese al frío que exigía movimiento, orden en la espera, un comercio distante de la iglesia, que no restaba a las horas, su solemnidad. "La Tirana chica", en suma, era un refugio de la familia que deambulaba sin riesgos. Un ejemplo de inteligencia colectiva hacia la sacralidad. Seguir leyendo...
Fuente: La Estrella de Iquique
Díaz Araya, Alberto (Historiador) (2005)
¿Qué tradiciones encierra la fiesta de La Tirana y todas las otras festividades que se celebran en la América Andina? Creo que es un antiguo acto que incluye en menor medida elementos de las sociedades precolombinas y en el mayor de los casos la tradición cristiana, donde bajo una lógica de hibridez cultural los grupos humanos a lo largo de la historia dinamizan los rituales entre la cordillera y el mar. Hay que considerar que con la llegada de los españoles comienza una transformación de todos los sistemas que las sociedades habían construido en siglos pasados.
Cambios en la estructura política, en la organización intra comunidad y en las creencias religiosas, debido a la imposición forzada de una cultura, ideología y política exógena, que no respetó ni menos valoró los complejos sistemas de vida que en el área andina se habían elaborado. Fue una cultura dominante que se impuso, bajo la sombra de la espada y la cruz y motivada por el honor y la gloria personal, la búsqueda de riquezas y la cristianización de los "gentiles", a una población que se vio diezmada al perder sus tradiciones y también sus vidas, producto de la invasión. Seguir leyendo...
Fuente: La Estrella de Iquique