La Revista Musical Chilena ha identificado como sus principales áreas de interés, la cultura musical de Chile, considerando tanto los aspectos musicales propiamente tales, como el marco histórico y sociocultural, desde la perspectiva de la musicología y de otras disciplinas relacionadas. Incorpora contenidos vinculados a compositores, ejecutantes e instrumentos de la música de arte, folclórica, popular urbana e indígena, al igual que artículos atinentes a manuscritos, investigadores, aspectos teóricos y modelos musicológicos, además de nuevos enfoques de la musicología como disciplina, tanto en Chile como en América Latina.
JOAN JARA: Era un lugar gris y deprimente; caluroso y polvoriento en verano, se convertía en barro que llegaba a las rodillas con la aparición de las lluvias invernales. Lo atravesaba una alcantarilla al aire libre, patio de juego para los niños, que hurgaban los detritos de sus orillas infectadas de ratas e incluso se bañaban en él cuando hacía calor. Aquella fue la primera experiencia urbana de Víctor. Apiñados en una sola habitación, durmiendo juntos en colchones sobre el suelo de tierra, los chicos se sentían en un medio hostil. Después de la calma campestre, los ruidos, la mugre y la falta de intimidad eran insoportables. Las pandillas de críos le parecían agresivas, maleadas y demasiado independientes.
La luna en el agua
Va por la ciudad.
Bajo el puente un niño
Sueña con volar.
La ciudad lo encierra,
Jaula de metal.
El niño envejece
Sin saber jugar.
¿Cuantos como tú vagarán?
El dinero es todo para amar.
Amargos los días si no hay.
Duérmete mi niño,
Nadie va a gritar.
La vida es tan dura,
Debes descansar.
Otros cuatro niños
Te van a abrigar.
La luna en el agua
Va por la ciudad.
¿Cuantos como tú vagarán?
El dinero es todo para amar.
Amargos los días si no hay.
Víctor estaba solo en un mundo que le era hostil. Los sentimientos de tremenda soledad le llevaron a acercarse más a la Iglesia y en el invierno de ese mismo año, ingresó en el Seminario de la Orden de los Redentoristas en San Bernardo, una pequeña ciudad al sur de Santiago.
VÍCTOR JARA: Para mí fue una decisión muy importante ingresar en el seminario. Al pensarlo ahora, desde una perspectiva más madura, creo que lo hice por razones íntimas y emocionales, por la soledad y la desesperación de un mundo que hasta entonces había sido sólido y perdurable, simbolizado por un hogar y por el amor de mi madre. Yo ya estaba relacionado con la Iglesia, y en aquel momento busqué refugio en ella. Entonces pensaba que ese refugio me guiaría hacia otros valores y me ayudaría a encontrar un amor diferente y más profundo que quizá compensaría la ausencia del amor humano. Creía que hallaría ese amor en la religión dedicándome al sacerdocio.
Pero cuando empezaron las mortificaciones de la carne y las flagelaciones bajo la ducha para ahuyentar las ideas pecaminosas, Víctor desistió de su vocación. A partir de entonces nunca volvería a pisar una iglesia.
VÍCTOR JARA: Todo lo que era saludable, lo que significaba un estado de bienestar físico, tenía que dejarse de lado. El cuerpo se convertía en una especie de carga que estabas obligado a soportar.
Después de hacer el servicio militar, Víctor tenía el futuro en blanco. Primero volvió a la Población Nogales, para después refugiarse en la casa de su hermana María, de donde se tuvo que marchar porque su cuñado no podía perdonarle que hubiera abandonado un oficio cómodo y estable como el de sacerdote. Víctor escribiría años más tarde una canción para su hermana, pero donde de algún modo se reflejaba la tragedia de todas las mujeres de las "poblaciones callampa".
No puedes volver atrás,
No tienes más que seguir.
Que no te aturda el engaño
Sigue, sigue hasta el final.
La herida que va contigo
Quién la puede mejorar,
Es la sórdida pobreza
Que se pretende ignorar,
Es un mar amargo y negro
Que se tiene que aclarar.
Cuánto tienes que vivir
Para ver la libertad.
La montaña cruza el viento
De donde hacia donde va.
Cuántos tienen que morir
Para ver la libertad.
El fuego que abre tus ojos
De donde hacia donde va,
Total en la lucha pierdes
Si luchas para matar.
El amor y la agonía
Envueltos en soledad
De tantas piezas obscuras
Que tuviste que alumbrar.
Correr hacia la ternura,
Pedir un poco de pan,
Es un mar amargo y negro
Que se tiene que aclarar.
No tienes más que seguir
No puedes volver atrás.
Poco tiempo antes Víctor pudo ver en el Teatro Municipal una pantomima. El espectáculo le impresiono tanto, que una vez acabada la función pidió que le admitieran en el grupo. Después de una prueba que pasó sin dificultad entró a formar parte de la Compañía Mimos de Noiswander. Su inicio en el teatro.