COMO UNA HISTORIA

LA PEÑA DE LOS PARRA



En 1964, Salvador Allende se presentaba a las elecciones encabezando una coalición de grupos de izquierda, el FRAP.

Ángel Parra, el hijo de Violeta, había vuelto de París para participar en la campaña electoral. Víctor Jara y él reanudaron su amistad cantando para Allende y empezaron a trabajar junto a otros cantantes como Rolando Alarcón y Héctor Pávez, que al igual que Víctor habían pertenecido al Cuncumén.

Allende perdió, una vez más, las elecciones pero los artistas que habían participado en la campaña, aprovecharon los contactos que habían establecido para crear una alternativa musical a la imperante en la época. Era el comienzo de lo que más tarde se llamaría la Nueva Canción Chilena.

En ese momento Ángel Parra junto con su hermana Isabel, habilitaron una vieja casona en la calle Carmen 340, La Peña de los Parra.

En un principio el elenco estable de la Peña lo formaban Isabel y Ángel Parra, Patricio Manns y Rolando Alarcón.

PATRICIO MANNS: Algunos meses después de la inauguración, hubo otro pequeño cónclave: Ángel proponía la integración de otro miembro, a quien yo no conocía. Por cuatro votos contra cero, se decidió cursar la invitación para que un quinto compañero se integrara y compartiera tareas y responsabilidades en la vieja casona. Dos semanas más tarde debutó Víctor Jara. En su debut mostró el comienzo de su evolución: "El cigarrito" y "La cocinerita". El primero estaba ya en la ruta que seguirían muchas composiciones suyas en el futuro...

El cigarrito

Voy a hacerme un cigarrito
Si acaso tengo tabaco.
¿Si no tengo de a'onde saco?
Lo más cierto es que no pito.

Ay, ay, ay ¿me querís?
Ay, ay, ay ¿me querís?
Ay, ay, ay.

Voy a hacerme un cigarrito
Con mi bolsa tabaquera.
Lo fumo, bota la cola
Y recójala el que quiera.

Ay, ay, ay, ¿me querís?
Ay, ay, ay, ¿me querís?
Ay, ay, ay.

Cuando amanezco con frío
Prendo un cigarro de a vara
Y me caliento la cara
Con el cigarro encendio.

Ay, ay, ay, ¿me querís?
Ay, ay, ay, ¿me querís?
Ay, ay, ay.

... Isabel, Ángel y yo grabábamos con un productor llamado Camilo Fernández. Rolando Alarcón había echado a andar su sello "Tiempo". Sólo Víctor no grababa por entonces. Un día le pregunté:
- ¿Porqué no grabas?
- No -me dijo- Tengo poco repertorio y, además no hay sello para mí.- Si tu quieres, yo puedo hablar a Camilo -propuse.
De mala gana, aceptó mi mediación, que, por supuesto, no necesitaba.

Camilo aceptó de inmediato y lo citó para una sesión de grabación. Víctor grabó "El cigarrito" y "La cocinerita". Dos semanas más tarde, su voz y su nombre habían saltado al primer plano de la popularidad en el país.


Este single fue radiado por todas las emisoras e incluso le concedieron un premio en un multitudinario festival del espectáculo en Viña del Mar. A esa grabación le siguió inmediatamente otra, con Paloma quiero contarte y La beata. Esta última, una polka folklórica recogida por Mireya Solovera en Concepción, armó tal escándalo que se prohibió su difusión por la radio.

PADRE ESPINOZA: No quiero leer o escuchar la canción esa, pero sé de qué se trata. Si la censuraron, está bien, pues es escandalosa. Repito las palabras de Cristo: "Ay del mundo por sus escándalos. Y el que cometiere escándalo, más le vale no haber nacido".

VÍCTOR JARA: Quienes consideran procaz e irreverente una canción folklórica, pícara y maliciosa como ésta, están negando la decencia en la creación popular, que es lo que determina nuestra tradición.

¿Qué piensan estos mismos detractores de "La beata" de los cantos de Carl Orff, el compositor alemán que tomó elementos de los juegos de escarnio medievales para "Carmina Burana?" Este es un criterio caduco que no marcha con nuestro siglo, en el que incluso la propia iglesia evoluciona.


El disco fue censurado y retirado del mercado. Víctor Jara hubo de esperar hasta 1973 para volver a editarlo, pero tampoco esta vez el disco vio la luz; cuando el LP Canto por travesura estaba listo para ser distribuido en las tiendas (tenía que aparecer para el 18 de septiembre), los militares dieron el golpe de estado y los discos de Víctor Jara fueron quemados públicamente.

Si realmente existen las obras malditas: La beata es una de ellas.

La beata

Estaba la beata un día
Enferma del mal de amor,
El que tenía la culpa
Era el fraile confesor.

Chiribiribiribiri,
Chiribiribiribón,
A la beata le gustaba
Con el fraile la cuestión.

No quería que le pusieran
Zapato ni zapatón,
Sino las sandalias viejas
Del fraile confesor.

Chiribiribiribiri,
Chiribiribiribón,
A la beata le gustaba
Con el fraile la cuestión.

No quería que la velaran
Con vela ni con velón,
Sino con la vela corta
Del fraile confesor.

Chiribiribiribiri,
Chiribiribiribón,
A la beata le gustaba
Con el fraile la cuestión.

Ese mismo año, Víctor Jara grabaría su primer LP en solitario, que apareció bajo el nombre de Víctor Jara. En España se editó en 1979 con el título Canto a lo humano.

JOAN JARA: Aunque fue editado en el año 1966, este disco contiene el fruto de cinco años de trabajo. Eran años en que recién empezaba a gestarse el movimiento que después se llamó la " Nueva Canción Chilena".

En esta época él estaba casi por completo dedicado al teatro, como un director muy laureado, pero el canto le significaba una necesidad íntima. Estas, sus primeras canciones, eran una expresión muy ligada a su propia vida, a sus vivencias y emociones, a sus recuerdos de la infancia y la adolescencia, entre la sórdida pobreza del campo y la ciudad.

En éstas primeras canciones, además de la fuerte raíz del folklore campesino, es evidente la unión entre el teatro y el canto, que era un elemento integral en la vida de Víctor. En "El carretero", el canto crea una atmósfera mientras el recitativo en primera persona muestra el desarrollo, el estado de ánimo de un personaje. Este sentido dramático continua presente en las canciones de Víctor, desarrollándose más tarde en la obra "La población"... Para aquellos que quieran conocer más a Víctor como persona, en su intimidad éste disco es fundamental. Para mí es un disco especialmente querido y un recuerdo imborrable.