La variedad de géneros que forman la música popular chilena revela una música popular heterogénea y abierta a influencias externas. Al mismo tiempo, esta es una música apegada a raíces folclóricas donde el baile, principal motor de la música popular en el mundo, está ausente. En efecto, la tonada, género central de la música popular chilena, permanece impermeable a los géneros bailables, no hay una tonada-bolero o un fox-tonada, por ejemplo. Sólo se producen las mezclas que se dan internacionalmente, como las del bolero, el fox, el vals y la canción.
La música popular es vehículo de modernidad para una nación, pues está ligada al desarrollo comunicacional, industrial y tecnológico de la época. De este modo, con la música popular el chileno se ha apropiado de una forma de sentir y de un imaginario modernos, a los que aspira como cuerpo social y como individuo.
Si bien el desarrollo de la industria musical transnacional ha aumentado la información musical del chileno, también la ha homogeneizado dentro de patrones aceptados internacionalmente, dejando en un segundo plano las prácticas musicales locales. Aunque Chile desarrolló su propia industria musical, lo hizo de acuerdo a modelos externos y teniendo finalmente que competir con la industria musical norteamericana.
Por otra parte, cabe recordar que la música popular desempeña ciertas funciones sociales que muchas veces determinan su valoración estética. Contribuye a situar socialmente al individuo, le ayuda a conocer y dar forma a sus sentimientos, influye en su comportamiento, y lo hace sentirse partícipe de una época y miembro de una nación.
