MUSICA POPULAR CHILENA (1900-1960)

LA TONADA



Derivada de formas arábigo-andaluzas como el zéjel o canción con estribillo introducidas en Chile durante la conquista, la tonada es la canción folclórica chilena por excelencia. Al igual que la cueca, posee una riqueza rítmica dada por la alternancia y superposición de divisiones binarias y ternarias. Su armonía, en cambio, es más simple y su línea melódica es gradual y triádica con paralelismos de terceras.

La tonada folclórica se canta a una o dos voces con acompañamiento de guitarra o arpa, posee un carácter festivo y está escrita principalmente en cuartetas octosílabas con o sin estribillo. Según la función que cumpla -serenata, homenaje a los novios o canción de Navidad- se llama esquinazo, parabién o villancico, respectivamente.

Los rasgos característicos de la tonada folclórica se mantienen y al mismo tiempo se desarrollan en la tonada popular. De este modo, el género amplía su lenguaje armónico y melódico con la incorporación de notas agregadas y cromáticas alrededor de los grados del acorde; aumenta sus variaciones de tempo mediante la alternancia de partes lentas y rápidas, y con la detención y retención del ritmo; desarrolla el virtuosismo vocal e instrumental; y enriquece su medio sonoro con la incorporación del piano, el arpa paraguaya y el acordeón.

La tonada popular posee habitualmente estribillo. Sus estrofas suelen estar en tempo lento y su estribillo en tempo rápido. El acompañamiento de las estrofas es valseado (tres corcheas, corchea y negra) y el del estribillo es "acuecado", alternando y superponiendo compases de seis octavos con compases de tres cuartos.

En la tonada-canción se produce una mayor variedad armónica, con modulaciones a la relativa mayor, mayorización del estribillo, y uso del segundo grado y del cuarto grado menor. También se utilizan apoyaturas de novena y acordes con sexta agregada.

Hasta fines de los años sesenta, la tonada popular constituyó la imagen sonora de Chile, tanto para el chileno como para el extranjero. Las tonadas popularizadas antes de 1960 contribuyeron a forjar tal imagen, reforzando e influyendo en la creación de un cuerpo chileno de valores.

Estas tonadas son: El rodeo (1934) de Víctor Acosta; Camino agreste (1950) y Camino de luna (1958) de Luis Aguirre Pinto; Desde la montaña de Manuel Aranda; Fiesta linda (1954) y Ende que te vi (1940) de Luis Bahamonde; Bajando pa' Puerto Aysen y Porque tengo penas de Jorge Bernales; Tonadas de Manuel Rodríguez (1955) de Vicente Bianchi; Mi caballo blanco (1940) de Francisco Flores del Campo; Abran quincha, abran cancha (1931) y Ay agüita de mi tierra (1932) de Los Cuatro Huasos; Así es mi suerte (1929) de Luis López; En Cbillán planté una rosa (1939) de Esther Martínez; Rosita de Cachapoal (1942), Oro purito (1939), Cantarito de Peñaflor (1940) y Yo no pongo condiciones (1938) de Nicanor Molinare; Mi casa de campo de Mario Oltra; El delantal de la china de Osmán Pérez Freire; Río abajo (1948), de Donato Román Heitman; Chile lindo (1948), El cantar de mi guitarra, La enagüita, Te juiste, pa' ronde, Mata de arrayán florido y Manta de tres colores (1956) de Clara Solovera; y Arriando un piño (1937) de Guillermo Soudy.

También están las tonadas-canción La parva de paja (1943) de Honorio Concha, y Al pie de una guitarra (1928) de Julio Toro; los estilos-tonada Ramito de toronjil (1939) de Donato Román Heitman, y La tranquera de Osmán Pérez Freire; el esquinazo Rayo de luna (1939) de Luis Aguirre Pinto; y las canciones chilenas Como el agüita fresca (1939) y Mi banderita chilena (1943) de Donato Román Heitman.

Nicanor Molinare y Clara Solovera son los compositores que han contribuido con una mayor cantidad de tonadas al repertorio clásico de la música popular chilena. Molinare sumó el piano y el bandoneón al acompañamiento de guitarras característico de la tonada, otorgándolse así un sonido más urbano. En sus tonadas impera la nostalgia por un paraíso perdido re`resentado por el campo y el pueblo, la niñez y el tiempo pasado.

Las tonadas de Clara Solovera poseen melodías amplias y equilabradas, con un tempo flexible que detiene y apura el canto, otorgándole contraste e interés a la composición. La capacidad poética de Solovera se observa en todas sus tonadas, predominando la exaltación de la naturaleza y el dolor por la partida del ser querido. Son tonadas con estribillo que están estructuradas regularmente en trono a cuatro cuartetas octosílabas.

El desarrollo de la radio, el disco y el cine, impulsó la formación de orquestas de música popular que interpretaban el repertorio habitual de la música popular chilena. De este modo, se cultivó una tonada para voz, guitarra y orquesta en manos de directores y compositores como Vicente Bianch, Donato Román Heitmann y Pedro Mesías, y de intérpretes como Rosita Serrano, Gladys Briones y Ester Soré. Este tipo de tonada posee una orquestación, ritmo y armonía más elaborados, aumentado su contraste y variedad formal.

Los intérpretes de la tonada popular chilena desarrollaron un estilo de interpretación refinado y pulido. Incorporaron el virtuosismo instrumental, con rápidas introducciones y punteos de terceras, como los realizados por Humberto Campos en guitarra, y con amplios arpegios y glisandos de estilo urbano paraguayo, como los realizados por Alberto Rey en arpa. Al mismo tiempo, estos músicos sustituyeron el tradicional canto nasal chileno de remoto origen arábigo-andaluz, por una voz de garganta apretada, característica de conjuntos como Los Cuatro Huasos, Los Huasos Quincheros y Los Provincianos.

Estas agrupaciones, creadas desde los años veinte por estudiantes universitarios aficionados al canto, realizaban armonías a dos y tres voces de ámbito estrecho y color homogéneo. Sus versiones de tonadas populares chilenas poseen acertados contrastes dinámicos y agógicos. Detienen súbitamente el tempo, aumentando la tensión antes de la llegada del estribillo, y juegan con distintos planos de intensidad sonora.

Los Cuatro Huasos se destacan por su sobriedad expresiva y los ribetes líricos de sus voces. La primera voz de tenor, hecha por Raúl Velasco, es acompañada por una segunda voz alta y una tercera voz baja, produciéndo un color vocal cálido. Al igual que Los Provincianos, Los Cuatro Huasos intercalaban habitualmente voces solistas en sus interpretaciones.

Los Huasos Quincheros en cambio, introducen menos contraste en sus voces, cantando en grupo con una tercera voz alta, transmitiendo melancolía y algo de picardía. Según una costumbre común a los grupos de raíz folclórica, estos conjuntos tienden a teatralizar sus presentaciones, intercalando monólogos, diálogos, recitativos, pregones y gritos en las tonadas y cuecas, llegando muchas veces a caricaturizar el modo de hablar campesino.

Los Provincianos intentaban permanecer más cerca del modo folclórico de interpretación. A mediados de los años cuarenta, este conjunto era considerado el que más fielmente representaba el folclore nacional, ya que no estilizaba tanto su repertorio, buscando conservar el sabor original de la música chilena.

La incorporación de una voz alta al dúo huaso de bajo y tenor, realizada por Ester Soré y sus Huasos, Silvia Infantas y Los Baqueanos, y Los Cuatro Hermanos Silva, enriqueció la armonía vocal de la tonada, haciéndola más clara, disonante y variada. La primera voz quedaba libre del paralelismo obligado de las dos voces básicas, introduciendo cromatismos y notas agregadas a la armonía. Esta elaboración vocal, cercana a la popularizada en América Latina a fines de la década de 1940 por los tríos mexicanos de bolero, fue continuada en Chile durante la década de 1960 por los grupos del llamado Neofolclore.

Entre los intérpretes solistas de la tonada popular chilena de mediados del siglo XX se destaca Ester Soré, "Ia negra linda". Ella representó un ideal de finura, gracia y picardía para la clase media chilena, siendo una fiel representante de los cánones de belleza criollo-urbana de la época. Fue descrita como alta, garbosa, buena moza, con gracia y picardía fina para cantar y expresarse con las manos. Posee una voz clara, natural, de vibrato moderado y de cuidada pronunciación. Su voz puede ser tierna, pícara o dramática, usando magistralmente el fraseo, la respiración y las inflexiones vocales para lograr la expresión deseada.