MUSICA POPULAR CHILENA (1900-1960)

INFLUENCIA NORTEAMERICANA



Durante todo el siglo veinte se ha escuchado en Chile música popular en inglés. El charleston, el one-step y el shimmy agitaron el movimiento de los chilenos durante los locos años veinte. Pero fue el foxtrot el baile anglosajón más practicado en el país antes de la llegada del rock'n roll a mediados de la década de 1950 con el cine norteamericano.

Estos bailes, llamados swing, corresponden a un jazz bailable, más popular y comercial que el jazz para escuchar, desarrollado a partir del bebop de los años cuarenta. Los bailes swing eran tocados por orquestas de jazz que animaban las fiestas de sectores medios en las principales ciudades del país, contribuyendo a diseminar música de )azz en Chile. Sólo en la década de 1930 existieron más de 16 de estas agrupaciones, entre ellas la Orquesta de Pablo Garrido, la Orquesta Saint Lorenz de Lorenzo D'Acosta, y la Orquesta Rítmica de Juanito Poyanco.

La Orquesta de Pablo Garrido


Durante la década de 1940 continuó la formación de orquestas de swing o jazz bailable en Chile, como las de Luis Aguirre Pinto, Armando Bonasco, Isidro Benítez, Vicente Bianchi, Buddy Day, Jaime Ceitel, Porfirio Díaz, Rafael Hermosilla, Antonio Lamanna, Fernando Lecaros, Carlos Loeffler, Pedro Mesías, Fernando Morello, Federico Ojeda, Don Roy (Rodrigo Martínez) y Luis Silva. Muchas de ellas siguieron en actividad durante los años cincuenta.

EL FOXTROT
Originado en Estados Unidos a comienzos de la década de 1910, el foxtrot hunde sus raíces en el one-step y en los bailes sincopados del ragtime, dominando los salones americanos de la primera mitad del siglo XX. Sirvió para denominar diferentes bailes binarios de tempo moderado, produciéndo curiosas mezclas al unirse con elementos vernáculos o nacionales en distintas partes del mundo. En América Latina, por ejemplo, se difundió un fox incaico, boliviano, mexicano, cubano e incluso araucano. Este es el caso del foxtrot Araucano, del chileno Oscar Verdugo y del peruano Roberto Retes, publicado y grabado en Chile en 1929 y ganador de un concurso de música chilena organizado por el sello RCA Victor ese mismo año.

Durante la década de 1930, el foxtrot fue el baile más difundido en Chile a través del disco. Las academias de baile de entonces lo promovían con entusiasmo, como lo refleja el siguiente aviso de la época:

"… hermosa danza de diversas figuras, de rápidos movimientos y compases violentos que constituye un ejercicio físico a la vez que agradable, de gran estímulo para la musculatura en general." (El Mercurio, 6/II/1938).

En los certámenes de baile celebrados a comienzos de los años cincuenta en el Teatro Caupolicán, las parejas concursaban bailando foxtrot, boogie woogie, cueca, ranchera, tango, milonga, guaracha, mambo, samba y baión.

El sello RCA Victor ofreció en Chile en forma permanente durante la década de 1940 foxtrots de grandes jazzistas norteamericanos. A comienzos de esa década era posible comprar en Santiago discos de Count Basie, Lionel Hampton, Tommy Dorsey, Duke Ellington, Benny Goodman y Louis Armstrong. Muchos de estos músicos aparecían también en el cine norteamericano exhibido en el país y sus discos eran incluidos en la programación radial chilena.

A comienzos de la década de 1940 el foxtrot era interpretado en Chile por cantantes como Armando Bonasco, Raúl Videla y Ester Soré, por conjuntos como Los Estudiantes Rítmicos, Los Ases Chilenos del Jazz y El Quinteto Swing Hot de Chile, dirigido por Luis Silva, y por las orquestas de jazz bailable de la época.

El reinado del foxtrot en el país tuvo aportes de José Goles con el El paso del pollo, grabado por Los Estudiantes Rítmicos en 1940 para RCA Victor; de Gamaliel Guerra con En Mejillones yo tuve un amor (ca. 1943); y de Armando González Malbrán con sus slow-fox Un amor que se va (1933) y Vanidad (ca. 1939). Además hay que agregar los aportes de Osmán Pérez Freire, Fernando Lecaros, Armando Carrera, con sus fox-trots al piano y Roberto Parra, con sus foxtrots a dos guitarras.

Vanidad, también considerado bolero en antologías latinoamericanas del género, fue difundido internacionalmente por Raúl Videla, quien lo grabó en Buenos Aires. También fue grabado por José Mojica para el cine, Tito Guizar, Leo Marini, el Quinteto Swing Hot de Chile, Sonia y Myriam, y los Hermanos Arriagada.

Cabe mencionar además, el one-step El marinerito (1930), de la revista musical en tres actos y quince cuadros de Osmán Pérez Freire Acuarelas, estrenada por su autor en el teatro Calderón de Madrid el 23 de febrero de 1930 ante la presencia de la familia real española. Finalmente, cabe destacar dos foxtrots de José Bohr (1901-1994) registrados en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores, SADAIC, que tuvieron una amplia acogida en Chile, Y tenía un lunar y Pero hay una melena. El primero fue grabado en Santiago en 1926, en una versión pionera para la historia de las grabaciones de jazz en el país.