FRAGMENTOS DE UN SUEÑO

APÉNDICE I. TREINTA AÑOS DE INTI-ILLIMANI



(Artículo escrito en 1997)

Dándome la razón en una pequeña polémica ocurrida el año pasado, la carátula del disco "Inti-Illimani: Grandes Exitos" señala inequívocamente que el grupo nació en 1967. Sin duda hubo antecedentes previos: el duo "Huayrapamushka", formado por Jorge Coulón y Max Berrú en 1965 - quienes al año siguiente integraron el cuarteto "Los Nubarrones" -, el intento fallido de crear una orquesta folklórica, impulsada por Jorge también el 66, amén de los legendarios guitarreos en casa de los Coulón en los que participaba, entre otros, el recordado Willy Oddó. El marco institucional de esa actividad era la Universidad Técnica del Estado, donde todos los fundadores de Inti-Illimani - y tres integrantes de Quilapayún - estudiaban ingeniería.
Pero no hubo genuino precursor del grupo hasta mayo de 1967 cuando se formó, espontáneamente y con plan latinoamericanista, el "Conjunto sin Nombre". Sus integrantes fueron Jorge Coulón, Horacio Durán, Max Berrú, Pedro Yáñez, Oscar Guzmán, Ciro Retamal, Luis Espinoza y el que escribe. En agosto del mismo año el grupo adoptó su nombre actual a proposición del guitarrista boliviano Eulogio Dávalos. En octubre se incorporó Horacio Salinas, quien era a la sazón estudiante secundario. Entre julio y diciembre dejamos el conjunto Guzmán, Espinoza, Retamal y yo.
En sus cuatro años iniciales los magros ingresos de Inti-Illimani se utilizaban en sus frugales pero intensas giras de aprendizaje y fogueo a Argentina, Bolivia, Perú y otros países de nuestro continente. En 1971 la UTE, bajo el rectorado de Enrique Kirberg, les ofreció un contrato como miembros del equipo de Extensión. En ese momento, teniendo ya varias grabaciones a su haber, decidieron profesionalizarse y dedicarse exclusivamente a la música.
En los mejores años de la Nueva Canción, colaboraron con Víctor Jara, Isabel Parra, los Quilapayún, Patricio Manns y muchos otros. El long-play "Autores chilenos", una colaboración con Luis Advis lanzada en 1971 marcaría nuevos rumbos en la música de raíz folkórica en América Latina. En septiembre de 1973 el golpe de Estado los sorprendió en Roma en medio de su primera gira por Europa. Su primer concierto en solidaridad con Chile tuvo lugar en el barrio romano de Tiburtino Tercero. A poco andar la dictadura les prohibió el ingreso al país. Sin deshacer las maletas - como ellos mismos confiesan - hicieron de Italia su lugar de exilio.
Durante la segunda mitad de los 70 Inti-Illimani compitió por los primeros lugares del ranking italiano con conjuntos de la envergadura de Pink Floyd y los Rolling Stones saliendo victorioso más de una vez. Continuaron sus giras por el mundo que los llevarían a 45 países y a una larga serie de condecoraciones y otros honores, más de cien hasta la fecha. Ocuparían los principales escenarios del orbe junto a artistas de categoría mundial, tales como Harry Belafonte, Mercedes Sosa, Peter Gabriel, John Williams, Sting, Paco Peña, Arja Saijonmaa, Sinead O´Connor, Wynton Marsalis, León Gieco y Holly Near. Ganarían discos de oro y plata y serían nominados para el British Academy Award por la música de la serie de la BBC Flight of the Condor. En su primer viaje a Japón serían recibidos por un Club de Admiradores de Inti-Illimani en ese país. La crítica internacional los llenaría de elogios hasta perder la mesura. El New York Times daría a su música el calificativo de timeless; el Washington Post diría que su música es "of unearthly and mysterious beauty". El eminente guitarrista clásico John Williams los destacaría como "el mejor conjunto musical de cualquier época, lugar o estilo".
No escapa a la atención de nadie que, por muchos años, uno de los estímulos centrales del trabajo de Inti-Ilimani fue su identificación con la izquierda chilena y los movimientos culturales progresistas tales como la Reforma Universitaria, la Nueva Canción Chilena y la Campaña de Solidaridad durante el periodo dictatorial. Su militancia en la Juventud Comunista dio al grupo un eje de identificación aparte de una sólida esperanza: tarde o temprano, la dictadura sería reemplazada por un gobierno democrático. Su necesidad de aproximarse a Chile los llevó a dar conciertos en Tacna y Mendoza que se convirtieron en emotivas jornadas de reencuentro con su público, incluidos muchos familiares y amigos.
En 1988, con ocasión del plebiscito y ante la presión internacional, se les permitió por fin el ansiado retorno. A los pocos días, el 18 de septiembre, desembarcaban en Santiago, para quedarse, con sus familias e instrumentos dando su primer concierto ese mismo día en un escenario improvisado en la población Cañada Norte. Luego participarían en la campaña por el NO y en la presidencial apoyando al candidato de la Concertación. En algún momento se produjo un choque entre los viejos afectos y la realidad; surgieron diferencias insalvables con el Partido Comunista y más de veinte años de militancia terminaron abruptamente.
Sus giras internacionales han continuado y ocupan buena parte de su tiempo. Nuevas grabaciones ("Leyenda", "Andadas", "Arriesgaré la piel") han encontrado buena acogida de público y crítica. Después de años de marginación de la televisión chilena, dos canales han transmitido conciertos completos de Inti-Illimani. Horacio Salinas y José Seves hacen clases en la Universidad ARCIS y Horacio dirige el Grupo de Música Latinoamericana de ese plantel. Recientemente, la Universidad de Santiago, a propuesta de su rector, les otorgó una condecoración "al mérito cultural". Otros institutos superiores debieran estar interesados en recoger la fenomenal experiencia de estos músicos insignes.
Debo confesar que estoy muy lejos de la imparcialidad: Inti-Illimani es parte de mi estructura anímica, reminiscencia de mi juventud, presencia reconfortante de años y principios algo desgastados que muchos dan por desaparecidos. Pero este país, donde campean jactanciosos jaguares que se comunican con sus delirios de grandeza por medio de celulares de palo, necesita de expresiones culturales trascendentes; necesita de un conjunto que se mueva con familiaridad en los más altos niveles de calidad musical y en los círculos artísticamente más selectos del mundo mientras sigue reconociendo en sus raíces a la música más íntima y nuclear de nuestro pueblo; necesita de la inagotable cordialidad y calidad humana de estos muchachos grandes que en sus años mozos animaban las peñas y los torneos estudiantiles a lo largo del país y que, en su madurez, han puesto en alto el nombre de Chile en los cinco continentes.
Hace algunos meses, ante mi pregunta "¿de qué eres militante?" Jorge Coulón respondió: "Yo me siento militante de los desamparados, de los viejos, de los locos, de los presos, de los marginados por esta dictadura del consenso, del Estado laico, de la educación y salud gratuitas, del Chile que garantiza un mínimo para todos, de la democracia plena y de la familia, cuando cada miembro de ella es respetado como individuo. O sea, la misma militancia de siempre".

Bendita militancia la de Inti-Illimani, reserva moral y fuente de esperanza para un país que tanto las necesita.